El vínculo entre la Enfermedad Renal Crónica (ERC) y sus múltiples comorbilidades la convierte en una afección compleja y de alto riesgo. Las personas que conviven con ERC suelen desarrollar otras enfermedades concomitantes, como las cardiovasculares y metabólicas, lo que genera un cuadro de pluripatología que requiere una atención médica coordinada y multidisciplinaria, desde la detección temprana hasta el seguimiento del paciente diagnosticado.
En términos de prevalencia, en España la ERC afecta a 6 millones personas adultas[1], mientras que la diabetes mellitus tipo 2 impacta a más de 5 millones[2]y la insuficiencia cardíaca (IC) a unas 800.000[3]personas. Estas tres enfermedades no solo coexisten, sino que esta coexistencia hace más complejo su manejo y empeora el pronóstico, además de aumentar la carga para los pacientes y el sistema sanitario. Se trata, podríamos decir, de un caso de efecto dominó en la salud cardiovascular, renal y metabólica de las personas. Sin ir más lejos, las personas con hipertensión arterial y DM2 son las principales poblaciones con riesgo de desarrollar ERC[4]. Concretamente, uno de los vínculos más importantes en los pacientes con ERC es con las enfermedades cardiovasculares: la ERC aumenta significativamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares, y a su vez, las patologías cardiacas pueden agravar el deterioro renal.
El vínculo entre estas patologías también se refleja en aumento de recursos y costes en el sistema de salud a la hora de abordarlas. Por ejemplo, uno de los factores de mayor peso en las hospitalizaciones por enfermedad cardiovascular entre 2015 y 2019 fue el coste asociado a la ERC, responsable de hasta el 77% de costes[5].
Ante este contexto, el gran reto al que nos enfrentamos como profesionales de la salud es diseñar e implementar modelos de atención que aborden estas enfermedades de manera conjunta, bajo una gestión integral y coordinada que contemple tanto la atención primaria como la hospitalaria. En este sentido, el informe IntERCede destaca la importancia de una mayor unión entre estas especialidades, con el fin de aportar valor al modelo de atención de la ERC y sus patologías concomitantes.
Desde la cardiología, tenemos un papel crucial en este proceso. Las enfermedades cardiovasculares son a menudo el punto de entrada al sistema de salud para pacientes que más tarde desarrollarán o ya presentan ERC. Se calcula que el 30% de casos de ERC se detectan en las consultas de especialidad, entre ellas, las de cardiología[6]. Por ello, es fundamental que los cardiólogos participemos activamente en el cribado y diagnóstico temprano de la ERC, ya que un diagnóstico y tratamiento en fases iniciales no solo puede retrasar la progresión de la enfermedad renal, sino también disminuir la morbimortalidad cardiovascular asociada al deterioro renal.
Para contribuir a la detección temprana desde la cardiología es clave incorporar la perspectiva cardiovascular en la atención de potenciales pacientes de ERC, tanto desde la atención primaria como desde las consultas especializadas en cardiología. Un ejemplo claro es la excreción urinaria de albúmina, un marcador de riesgo tanto para la ERC como para las enfermedades cardiovasculares, tanto en pacientes diabéticos como no diabéticos[7]. Del mismo modo, los pacientes que ya tienen contacto regular con el sistema de salud debido a patologías cardiovasculares, como la IC o la hipertensión arterial, deben ser monitoreados de manera especial para detectar signos de deterioro renal.
Un gran ámbito en el que avanzar es en el impulso de planes nacionales y regionales que mejoren el abordaje de las enfermedades cardiovasculares, renales y metabólicas para, mejorar su gestión y el vínculo entre ellas. De manera complementaria a los planes, también contamos con guías de práctica clínica (GPC) que recomiendan la implantación de estos modelos multidisciplinares y de sistemas que fomenten la mejora de los resultados clínicos en estas enfermedades para, de este modo, también mejorar el pronóstico de su conexión con otras patologías vinculantes. Sin embargo, su implementación se enfrenta varios retos, como la complejidad organizativa y la adaptación a las realidades locales.
Por ejemplo, la IC cuenta con modelos de atención específicos desarrollados a nivel nacional y también internacional: las UIC (Unidades específicas de Insuficiencia Cardiaca). Estas han demostrado ser eficaces a la hora de reducir la mortalidad y los costes sanitarios asociados a la IC. También han permitido disminuir los ingresos hospitalarios, mejorar la calidad de vida de los pacientes y, además, han mejorado la calidad asistencial. Todo ello revierte, a su vez, en la salud total del paciente y, por tanto, puede mejorar el pronóstico de los pacientes renales con IC atendiendo al impacto total que la insuficiencia cardiaca puede tener en el deterioro renal.
No obstante, debemos seguir avanzando hacia un enfoque más coordinado que no solo abarque la IC, sino que también contemple su vínculo con otras patologías como la ERC. Un ejemplo de ello son las unidades cardiorrenales, que pueden ayudar a vehiculizar la atención, docencia e investigación en este amplio espectro de pacientes para avanzar hacia un abordaje coordinado y multidisciplinar que contemple la perspectiva cardiovascular y renal de las personas[8]. Los resultados del registro CardioRen, registro contemporáneo de IC con más de 1000 pacientes, evidenciaron una prevalencia de enfermedad renal muy elevada (del 70%) y una implementación de los tratamientos recomendados por las GPC que se reducían a medida que se deterioraba la función renal, pero con tasas de implementación de estas terapias más elevadas que en otros registros de población de IC.Todo ello enfatiza que estrategias de seguimiento estructurado y especializado dentro de programas de IC pueden facilitar la adopción de tratamientos con impacto en el pronóstico[9].
En conclusión, el enfoque en las enfermedades cardiovasculares, renales y metabólicas, así como su conexión directa, no solo tiene un impacto significativo en la salud de los pacientes, sino también en los costes y recursos sanitarios. Avanzar hacia modelos integrales, multidisciplinares y coordinados entre especialidades y niveles asistenciales es esencial para mejorar la atención de los pacientes de ERC, así como su conexión con otras patologías cardiovasculares y metabólicas. Desde la cardiología, podemos y debemos desempeñar un rol clave en la detección y manejo temprano de estas patologías interconectadas, no solo para mejorar la salud de nuestros pacientes, sino también la de nuestro sistema sanitario optimizando recursos, costes y procesos.
SOBRE EL AUTOR
Por la Dra. Carolina Ortiz, secretaria general de la Sociedad Española de Cardiología y coordinadora de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Servicio de Cardiología en el Hospital Universitario Fundación de Alcorcón de Madrid. Como parte de su compromiso con la Enfermedad Renal Crónica y el abordaje óptimo de los pacientes, la Dra. Ortiz forma parte del programa IntERCede de Boehringer Ingelheim como miembro del Panel de Expertos que, junto a otros profesionales multidisciplinares de España, se ha encargado de desarrollar un informe que recoge el contexto actual de la ERC en España, los principales retos que plantea y posibles líneas de actuación para resolverlos.
REFERENCIAS:
[1]Gorostidi M, Sanchez-Martinez M, Ruilope LM, Graciani A, de la Cruz JJ, Santamaria R, et al. (2018) Chronic kidney disease in Spain: Prevalence and impact of accumulation of cardiovascular risk factors. Nefrologia (Engl Ed). 38(6):606-15.
[2]Soriguer F, Goday A, Bosch-Comas A, et al. Prevalence of diabetes mellitus and impaired glucose regulation in Spain: the Di@bet.es Study. Diabetologia. 2012;55(1):88-93. doi:10.1007/s00125-011-2336-9
[3]Sicras-Mainar A, Sicras-Navarro A, Palacios B, Varela L, Delgado JF. Epidemiology and treatment of heart failure in Spain: the HF-PATHWAYS study. Rev Esp Cardiol (Engl Ed). 2022;75(1):31-38. doi:10.1016/j.rec.2020.09.033
[4] Alemán-Vega G, Gómez Cabañas I, Reques Sastre L, Rosado Martín J, Polentinos-Castro E, Rodríguez Barrientos R. (2017) Prevalencia y riesgo de progresión de enfermedad renal crónica en pacientes diabéticos e hipertensos seguidos en atención primaria en la Comunidad de Madrid. Nefrología.37(3):343-5.
[5] Informe IntERCede (2023).
[6] Informe IntERCede (2023).
[7]González, I., Casanova, C., Escobar, C., García, A., Peraira, J. R., Prieto, E., & Tejero, C. (2008). Enfermedad cardiovascular y función renal. Mecanismos patogénicos. RevEspCardiolSupl, 8(E), S10-S21.
[8]de la Espriella, R., González, M., Górriz, J. L., Soler, M. J., Díez, J., de Sequera, P., ... & Núñez, J. (2021). Bases para la creación de las unidades clínicas cardiorrenales. Documento de consenso de los grupos de trabajo cardiorrenal de la SEC y la SEN. REC: CardioClinics, 56(4), 284-295.
[9]RevEspCardiol (Engl Ed). 2024 Jan;77(1):50-59.