Un equipo de ingenieros de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos) ha desarrollado un sensor de presión biodegradable que permite a los facultativos controlar una amplia variedad de afecciones durante largos períodos de tiempo. El verdadero potencial de este sistema reside en el hecho de que no necesita ser extraído, es decir, termina por disolverse en el organismo, lo que permite evadir el quirófano así como el riesgo de infección asociado a una intervención.
En la actualidad, los profesionales sanitarios se sirven de estos sensores implantables para monitorizar una amplia variedad de patologías, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la hidrocefalia o la insuficiencia cardíaca, entre otras. Hasta el momento, este tipo de dispositivos contenían materiales tóxicos o metales pesados, por lo que un equipo médico debía extraerlo del organismo cuando fuese pertinente.
"Éramos conscientes de que, si pudiésemos desarrollar un sensor que no requiriese de cirugía para extraerlo, tendríamos un avance realmente significativo"
"A menudo, este tipo de sistemas médicos se implantan, directamente, en los tejidos blandos y los órganos", explica Thanh Duc Nguyen, profesor de UConn e investigador del estudio. "Por este motivo, extraerlos podría ocasionar un daño adicional. Éramos conscientes de que, si pudiésemos desarrollar un sensor que no requiriese de cirugía para extraerlo, tendríamos un avance realmente significativo", señala.
Atendiendo a detalles concretos, los ingenieros han elaborado un sensor basándose en elementos químicos como el molibdeno o el ácido poliláctico, ambos componentes biodegradables. A través de un proceso de calentamiento y estiramiento, el equipo fue capaz de transformar el ácido poliláctico, de tal modo que se produjo una carga eléctrica cuando este se comprimió. Este fenómeno recibe el nombre de piezoelectricidad, una propiedad clave para los sensores de presión, ya que estos necesitan transmitir una serie de señales cuando se adhieren a los tejidos del organismo.
Cuando se implantó en ratones para detectar los movimientos del diafragma, el sensor fue capaz de medir con éxito la frecuencia respiratoria, descomponiendo sus materiales cuatro días después
Hay que destacar que el sistema piezoeléctrico de este dispositivo es muy sensible. De hecho, cuando se implantó en ratones para detectar los movimientos del diafragma, el sensor fue capaz de medir con éxito la frecuencia respiratoria, descomponiendo sus materiales cuatro días después.
En la actualidad, el equipo de ingenieros del centro académico estadounidense está trabajando para aumentar el periodo de validez del sensor de presión implantable en el organismo de los seres humanos.