Hace cuatro años que el centro de oftalmología Barraquer de Barcelona inició de forma pionera en España la colocación de chips en la retina mediante implantes maculares a pacientes ciegos o con baja visión, facilitando lo que se conoce popularmente como visión artificial.
La retinosis pigmentaria es la causa más frecuente de degenración hereditaria de la retina. Su origen es una alteración de los genes, que ocasiona degeneración y apoptosis (muerte celular) de los fotorreceptores (células de la retina), de los bastones (responsables de la visión del campo periférico) y, en las fases finales, de lo conos (visión central), provocando ceguera.
El español Jeroni Nadal Reus es el primer especialista que implantó un ojo biónico en España
Este tipo de implante, aprobado por la Agencia Norteamericana del Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés) y por la Comisión Europea, puede devolver la visión a pacientes con enfermedades que afectan a las capas externas de la retina. Aunque en su inicio se aprobaron para la retinosis pigmentaria, se trataron con éxito pacientes con enfermedad de Stargardt y se sabía que podía usarse en la degeneración macular asociada a la edad de tipo atrófico o seca.
Al respecto, este mes se ha celebrado en la sede académica de Can Campaner de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares la sesión científica "Visión artificial. La prótesis retiniana como solución a la ceguera". La ponencia fue llevada a cargo del doctor Jeroni Nadal Reus, responsable del Jefe de la Unidad de Retina del Instituto Barraquer de Barcelona.
Se trata del primer especialista que implantó en 2014 un ojo biónico en España. Un año más tarde volvía a ser el pionero en hacer un implante de retina en Europa en un paciente sordociego. El chip está indicado para enfermos de retinosis pigmentaria, la primera causa de ceguera hereditaria en España.
Argus II es un implante que unido a una cámara HD externa y a un procesador estimula directamente la retina interna, generando un estímulo visual en las vías ópticas y mejorando la visión en el paciente tratado. En concreto el equipo dispone de una cámara de vídeo en miniatura ubicada en las gafas del paciente que capta una escena. El vídeo se envía a un pequeño ordenador que lleva el paciente donde se procesa.
Estas instrucciones se transmiten de forma inalámbrica al implante retiniano. Una vez ahí el chip convierte las señales en pequeños pulsos de electricidad que pasan por alto los fotorreceptores dañados de la mácula y estimulan directamente las células restantes de la retina, que transmiten la información a través del nervio óptico al cerebro, creando la percepción de patrones de luz.