La era digital y los avances tecnológicos nos han permitido avanzar en el campo de la salud a pasos agigantados, aunque todavía existen multitud de patologías sin respuesta. Casi a diario asistimos a nuevos descubrimientos desarrollados gracias a la inteligencia artificial con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas. Pero esta evolución también ha abierto algunos dilemas éticos que tienen que ver con el factor de la ‘humanización’ y las imperfecciones de las máquinas.
Todavía estamos dando los primeros pasos con las tecnologías aplicadas en el sector sanitario y queda aún mucha evolución por delante. Sin embargo, la inteligencia artificial ya se está usando para el diagnóstico, seguimiento y pronóstico de los pacientes, según nos explica el Dr. Víctor Julio Quesada Varela, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y Fundador y Coordinador del Grupo de Nuevas Tecnologías de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (AGAMFEC).
APLICACIONES EN EL CAMPO SANITARIO
Como nosotros mismo estamos viviendo, la medicina es una ciencia que avanza de la mano de la sociedad y, en estos momentos, asistimos a la Medicina 4P: Preventiva, Participativa, Predictiva y Personalizada. A través del procesado de datos (Big Data), las máquinas analizan los historiales clínicos electrónicos junto a otras variables para facilitar y diagnosticar de forma precoz algunas enfermedades y, en otros casos, predecir si evolución.
“No hay enfermedades, sino enfermos (personas con emociones y sentimientos), a las que acompañamos desde su nacimiento hasta su muerte"
“El principal avance es la medicina preventiva y personalizada”, dice el experto, quien nos confirma cuáles son los usos avanzados que se le está dando a esta tecnología integrada en la robótica: facilitadores de información para asistentes personales y chatbots, robotsprocesadores de muestras en laboratorio con mayor velocidad de entrega en los resultados y mayor número de muestras analizadas, prótesis activas para extremidades con sensores que permiten la movilidad ointerfaces inteligentes para rehabilitación de lesionados medulares.
Además, otras de las aplicaciones de la inteligencia artificial en el campo de la salud existentes en la actualidad son los robots asistentes para cirujanos en las intervenciones quirúrgicas, que permiten “cirugías mínimamente invasivas, de precisión y con menor tiempo de hospitalización”, explica el médico especialista. También se han diseñado interfaces que permiten la cirugía a distancia, simuladores médicos para mejorar la formación y las habilidades prácticas de los sanitarios, y alguno de los usos más extendidos, los dispensadores de medicamentos y almacenaje ya presentes en muchas farmacias.
FACTOR HUMANO: INDISPENSABLE EN EL SISTEMA SANITARIO
La inteligencia artificial va a ir integrándose de manera paulatina en todos los aspectos relacionados con nuestra salud, “su implantación aumentará progresivamente y con ello, algunos trabajos desaparecerán y otros nuevos surgirán”, señala Víctor Julio. Y es que esta tecnología es ya “una herramienta de ayuda a nuestra disposición para mejorar y optimizar la atención a los pacientes que nos permita ser más eficientes, precisos, agiles y seguros”.
“La Medicina como Ciencia utiliza todos los conocimientos, avances científicos y tecnológicos de cada época” y, en nuestros días, incorporamos la inteligencia artificial, tal y como señala el experto. Sin embargo, recalca que “su fortaleza viene de complementar, no sustituir las habilidades humanas”, por lo que el factor humano siempre será necesario. Por ejemplo, “para comprobar datos, recabar más información, o dar consuelo al paciente y su familia”, explica, y es que duda de que en algún momento el sistema sanitario pueda llegar a estar controlado exclusivamente por máquinas: “no creo que ese sea el objetivo en este momento”.
DESAFÍOS Y DILEMAS ÉTICOS
Además, “como cualquier tecnología, la inteligencia artificial puede tener fallos”, apunta el especialista. Entre ellos, dificultades para entender conceptos ambiguos o, como ya se ha visto en algunos ostros usos, los algoritmos sesgados (reproduciendo y reforzando los estereotipos de género raza o clase, prejuicios y otras formas ya existentes), la intromisión en la vida privada de las personas o el uso de la tecnología con fines delictivos.
Por ejemplo, Víctor Julio lanza la siguiente pregunta: “¿Qué pasa si analizando los datos clínicos de una persona, la inteligencia artificial detecta una alta probabilidad de una enfermedad futura? ¿Podría llevar a que no le contratasen en una determinada empresa, que no le hiciesen un seguro de salud o que tuviese alguna discriminación?”. En cualquier caso, el experto señala que la IA trabaja con “datos personales sensibles que deben tratarse de forma segura y confidencial”.
“La fortaleza de la Inteligencia Artificial viene de complementar, no sustituir las habilidades humanas”
Antes estos nuevos retos que plantea la tecnología, tanto la UNESCO como la Unión Europea han estudiado las opciones para evitar estos comportamientos por parte de la inteligencia artificial, con el objetivo de “asegurar que se respetan los derechos fundamentales y que esa información solo se usa en beneficio de la salud de las personas y su bienestar, evitando que sea explotada en exclusiva por empresas privadas”.
Ante esta coyuntura, la Unión Europea definió en 2018 los fundamentos para obtener una ‘Inteligencia Artificial fiable’ y un grupo de expertos fijó 3 ejes sobre los que sustentar este principio, explica Víctor Julio:
- La inteligencia artificial debe ser lícita, ética y robusta.
- Debe garantizar el respeto de los 4 principios éticos basados en los Derechos Fundamentales: respeto de la autonomía humana, prevención del daño, equidad y explicabilidad.
- También tiene que garantizar el cumplimiento de los siete requisitos clave en su realización: acción y supervisión humanas; solidez técnica y seguridad; gestión de la privacidad y de los datos; transparencia; diversidad, no discriminación y equidad; bienestar social y medioambiental; rendición de cuentas.
La inteligencia artificial está sujeta a la supervisión y programación humana, por lo que otra de las cuestiones abiertas es la responsabilidad ante la existencia de cualquier fallo. El médico especialista nos explica que “la normativa de responsabilidad civil por el uso de sistemas de inteligencia artificial todavía está en desarrollo”, pero que “el Parlamento Europeo aprobó una Propuesta de Reglamento en esta materia (2020/2014/INL), en la que establecía una responsabilidad a los operadores de dicho sistema: la persona que cree, mantenga, controle, explote el sistema de Inteligencia Artificial, ha de ser responsable del daño o perjuicio que cause el dispositivo o la actividad que lleve a cabo el mismo”.
"Como cualquier tecnología, la inteligencia artificial puede tener fallos"
El organismo europeo diferenciaba aquí entre dos sistemas: los de alto riesgo (aquellos que funcionan de manera autónoma) y los de bajo riesgo. En el primer caso, se aplica un sistema de responsabilidad objetiva del operador y en el segundo, “el operador no será responsable siempre y cuando pueda demostrar que no tuvo culpa o negligencia”, señala el experto.
Además del factor de la responsabilidad, la inteligencia artificial abre un nuevo dilema ético respecto a los países menos desarrollados. Esta es una tecnología cara que requiere de grandes inversiones para su implementación en los sistemas de salud, por lo que se puede aumentar de forma desorbitada la desigualdad entre los territorios. Víctor Julio apunta como solución al desarrollo de “medidas que permitan su implantación en otros países de forma menos costosa”, para después “mejorar su atención sanitaria” con la precisión en los diagnósticos y la prevención de enfermedades. En este caso, la inteligencia artificial puede ser una gran aliada sólo si se toman las medidas adecuadas.