En febrero de 2022, a través de la actualización de su listado de enfermedades (CIE-11), la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluía por primera vez la adicción a los videojuegos dentro del apartado de problemas relacionados con la salud mental. El trastorno por uso de videojuegos se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente que puede ser online u offline. Cada vez son más los padres que muestran su preocupación ante las horas que los más jóvenes pasan en el mundo virtual y la posibilidad de que esto pueda tener consecuencias negativas para su desarrollo cognitivo, salud mental y comportamiento.
Dado el extraordinario desarrollo que han experimentado los videojuegos a lo largo de las últimas décadas, un estudio publicado por la revista JAMA Network ha profundizado en la asociación entre los videojuegos y las formas en las que su uso puede afectar o no al rendimiento cognitivo de los niños. Para ello se ha realizado un estudio de casos y controles que ha contado con la participación de 2.217 niños estadounidenses con una edad media de 9,9 años de los que el 63,1% eran niñas. La muestra final contó con 1.278 niños no jugadores de videojuegos y 800 niños que jugaban al menos 21 horas semanales.
Los participantes completaron una encuesta autoinformada sobre el tiempo que dedicaban a las pantallas y se preguntaba, de forma específica, cuánto tiempo pasaban jugando a videojuegos. Se comparó el rendimiento cognitivo y la señal dependiente del nivel de oxígeno en sangre (BOLD, por sus siglas en inglés) tanto en jugadores como en no jugadores durante la inhibición de la respuesta, así como la capacidad de la memora mediante el uso de imágenes de resonancia magnética funcional basadas en un conjunto de tareas. Los síntomas de salud mental se evaluaron utilizando la Lista de Verificación de Comportamiento Infantil (CBLC, por sus siglas en inglés).
El análisis de los datos revela que los niños que jugaban a videojuegos mostraban un mejor rendimiento cognitivo que implicaba la inhibición de la respuesta y capacidad de memoria, así como una señal BOLD alterada en regiones clave de la corteza cerebral responsable del procesamiento visual, de la atención y de la memoria. “Los hallazgo son consistentes con los videojuegos que mejoran las habilidad cognitivas que involucran la inhibición de la respuesta y la capacidad memorística, y alteran sus vías corticales subyacentes”, resumen los autores del estudio.
"Los resultados plantean la intrigante posibilidad de que los videojuegos puedan proporcionar una experiencia de entrenamiento cognitivo con efectos neurocognitivos medibles"
“Este hallazgo es consistente con otros estudios que sugieren que incluso los paradigmas de entrenamiento de videojuegos cortos pueden mejorar las funciones relacionadas con el control cognitivo durante periodos prolongados, como las habilidades de lectura en niños disléxicos y, de forma más particular en la mejora de la capacidad de trabajo de la memoria”, añaden.
Una revisión de estudios realizada con anterioridad halló que los videojuegos estaban asociados con beneficios atencionales que incluyen mejoras en la atención ascendente y descendente, optimización de los recursos atencionales, integración entre las áreas atencional y sensoriomotora y mejoras de la atención selectiva y atención visual periférica.
A diferencia de los estudios psicológicos conductuales que sugieren asociaciones perjudiciales de los videojuegos con la salud mental de los niños, los responsables de la investigación afirman no haber observado diferencias significativas entre los jugadores a videojuegos y los no jugadores. “Sin embargo, las puntuaciones más altas de los jugadores a videojuegos en todas las categorías CBLC dejan abierta la posibilidad de que estos puedan tener más probabilidades de mostrar efectos más grandes con el paso del tiempo y una mayor exposición a los videojuegos”, exponen.
“En general, incluso considerando la naturaleza correlacional de estos datos transversales, los hallazgos actuales son consistentes con que los videojuegos se asocien con un mejor rendimiento en las pruebas cognitivas que involucran la inhibición de la respuesta, la memoria de trabajo y la señal BOLD alterada en estas tareas. Por lo tanto, aunque los puntajes de CBCL fueron elevados en niños que juegan videojuegos durante tres o más horas al día, los resultados plantean la intrigante posibilidad de que los videojuegos puedan proporcionar una experiencia de entrenamiento cognitivo con efectos neurocognitivos medibles”, concluyen.