En ocasiones, hay lesiones y enfermedades que requieren de implantes ortopédicos artificiales e injertos óseos nativos en el lugar donde se encuentra el hueso natural.
Para avanzar en este proceso, investigadores de la Universidad de Rice han desarrollado una técnica para cultivar huesos vivos con el objetivo de reparar lesiones mediante la colocación de un biorreactor impreso (un molde) en 3D. Y es que, este está hecho para ser unido a los huesos de las costillas y, una vez implantado, poder soportar las células madre y la formación de vasculatura sanguínea. El molde se puede hacer a la medida de las necesidades del paciente y, después de algunos meses de crecimiento, el biorreactor se puede explantar y el hueso se puede trasplantar a otra parte del cuerpo.
No obstante, esta técnica está especialmente indicada para la cirugía craneofacial y neurocirugía, donde los huesos pequeños son de un uso muy necesario.
Investigadores de la Universidad de Rice han desarrollado una técnica para cultivar huesos vivos con el objetivo de reparar lesiones mediante la colocación de un biorreactor impreso (un molde) en 3D
Así, este nuevo método se está desarrollando para reemplazar las técnicas de reconstrucción actuales que utilizan tejidos de injerto óseo extraídos de diferentes áreas de un paciente, como la parte inferior de la pierna, la cadera y el hombro.
''Una innovación importante de este trabajo es aprovechar un biorreactor impreso en 3D para formar hueso crecido en otra parte del cuerpo, mientras que preparamos el defecto para aceptar el tejido recién generado'', ha señalado Antionios Mikos, profesor de Bioingeniería en la Universidad Rice.
Por su parte, Mark Wong, uno de los investigadores de esta técnica, ha señalado que ''los estudios anteriores establecieron una técnica para crear injertos óseos con o sin su propio suministro de sangre a partir de hueso real implantado en la cavidad torácica. Este estudio ha demostrado que podemos crear injertos óseos viables a partir de materiales sustitutos de huesos artificiales''.
Ha añadido, a su vez, que ''la ventaja significativa de este enfoque es que no es necesario extraer el propio hueso de un paciente para hacer un injerto óseo, sino que se pueden usar otras fuentes no autógenas''.