Investigadores del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid (CTB-UPM) han desarrollado una nueva tecnología que permite modificar la superficie de los biomateriales metálicos para mejorar su interacción con el medio biológico.
Desde la UPM apuntan que el procedimiento, denominado 'Silanización por Vapor Activado' (o AVS por sus iniciales en inglés), “consiste en recubrir la superficie del material con una capa de menos de una milésima de milímetro a la que es posible unir moléculas que se encuentran de manera natural dentro de nuestro organismo. Esto, aplicado a materiales utilizados para la fabricación de prótesis, disminuirá la posibilidad de rechazo al implante, lo que aumentará su vida útil”.
El procedimiento, denominado AVS, “consiste en recubrir la superficie del material con una capa de menos de una milésima de milímetro a la que es posible unir moléculas que se encuentran de manera natural dentro de nuestro organismo"
Según señalan los investigadores, nuestro organismo es el resultado de un proceso por el que nuestros ancestros se han adaptado a un ambiente exterior eminentemente hostil. Como resultado de este proceso, la exposición a prácticamente cualquier sustancia que no resulta esencial para nuestra supervivencia se considera como una amenaza e induce una respuesta agresiva.
“Este mecanismo, vital para nuestra supervivencia, se convierte en una barrera que es necesario superar para el desarrollo de cualquier terapia que implique el contacto directo de un material con cualquier órgano o tejido”. De este modo, esta circunstancia “limita enormemente el número de posibles materiales disponibles para uso médico que, en el caso de los metales, queda reducido a solo tres: acero inoxidable, aleaciones de base cobalto y aleaciones de titanio”, afirman desde la UPM.
EL USO DE BIOMATERIALES METÁLICOS
Los biomateriales metálicos son imprescindibles en prótesis que estén sometidas a esfuerzos elevados, tales como las prótesis de cadera y de rodilla. Sin embargo, incluso los metales empleados en medicina no generan una reacción óptima en el organismo. “La respuesta natural del cuerpo hacia estos biomateriales metálicos tiende a recubrirlos por una especie de cicatriz, que aísla al material de los tejidos funcionales que lo rodean”, señalan los investigadores de la universidad madrileña. Dicha cicatriz puede suponer un problema a corto plazo al favorecer la posibilidad de que aparezca una infección en el entorno de la prótesis y, además, a largo plazo puede inducir el aflojamiento del implante. “Como solución a ambas situaciones suele ser necesario someter al paciente a una nueva intervención quirúrgica. Teniendo en cuenta todo esto, parece clara la conveniencia de conseguir establecer un contacto íntimo y fiable entre el material y el tejido funcional circundante. De esta manera se disminuiría la posibilidad del rechazo al implante aumentando su vida útil”, añaden.
Los investigadores han observado que al inmovilizar moléculas de colágeno sobre una superficie de aleación de titanio consiguen no solo aumentar el número de las células que crecen sobre el material, sino también que dichas células presenten un tamaño sensiblemente mayor
Este ha sido el objetivo del trabajo llevado a cabo por los investigadores del Laboratorio de Biomateriales e Ingeniería Regenerativa del CTB-UPM, que han desarrollado la técnica AVS, y que ha sido publicado en la revista Scientific Reports.
En particular, han observado que al inmovilizar moléculas de colágeno sobre una superficie de aleación de titanio consiguen no solo aumentar el número de las células que crecen sobre el material, sino también que dichas células presenten un tamaño sensiblemente mayor.
En opinión de José Pérez, investigador responsable de este trabajo, “la tecnología AVS representa un procedimiento robusto y versátil, que puede ser adaptado de manera sencilla a los procedimientos actualmente empleados para la producción de los biomateriales metálicos”. De esta forma, la aplicación de esta tecnología ofrece la posibilidad de mejorar sensiblemente la calidad de vida de los pacientes a los que haya que implantar una prótesis en el futuro.