La mayoría de dispositivos existentes en este campo están enfocados a identificar clases concretas de bacterias, pero este sensor es todoterreno y se atreve con todas. Hasta el momento se ha probado con éxito en tres clases de bacterias, como son la Salmonella, la Escherichia Coli y la Staphylococcus epidermidis.
DISTINGUIENDO CÉLULAS VIVAS DE LAS MUERTAS
En concreto, como apunta la revista Proceedings of the National Academy Of Sciences acerca de esta investigación, lo que hace el chip, conocido provisionalmente con las siglas SOT, es diferenciar, dentro de la bacteria, las células vivas de aquellas que están muertas.
Realmente el SOT es capaz de percibir en las muestras las modificaciones de la conductividad eléctrica que se dan en la mismas, algo que el Profesor Muhammad Ashraful Alam, principal impulsor del proyecto, compara con “tomarle el pulso a las bacterias”, según sus propias palabras recogidas en el comunicado.
En este sentido, los investigadores aluden a la llamada “osmorregulación” de las células. Así, en el citado comunicado explican que, cuando una muestra comienza a evaporarse, se genera un nuevo entorno que produce la liberación de agua y, sobre todo sales minerales, algo que modifica la conductividad eléctrica de la muestra. Dicho cambio varía dependiendo tanto de si estamos ante una célula viva o muerta, como del tipo concreto de bacteria. Y el chip lo que hace es reaccionar ante dichos cambios eléctricos y así obtiene sus resultados.
UN COMPLEJO DISEÑO CON CIENTOS DE SENSORES
El complejo dispositivo está constituido de diversas matrices, las cuales a su vez cuentan con cientos de sensores, destinados cada uno de ellos a detectar una bacteria concreta y el antibiótico con el que puede ser eliminada.
Supone por tanto una técnica muy práctica, ya que evita las incómodas técnicas convencionales de laboratorio, entre las que destaca el tener que tintar los cultivos con distintos colorantes de tipo fluorescente.
Asimismo, el nuevo sensor posee una superficie plana, diseñada concretamente para agarrarse correctamente al recipiente donde se halla la muestra. Así, el chip permanece prácticamente quieto, habiendo “pocas variaciones y muy poco ruido”, como celebra la coautora del proyecto, Aida Ebrahimi, en uno de los vídeos difundidos por la Universidad Purdue. Un avance que, como recuerda el profesor Alam, también será muy útil, por supuesto, en el campo de la seguridad alimentaria y no sólo en los diagnósticos médicos.
El chip SOT nació a raíz de otra investigación que comenzó hace cuatro años. En concreto, se creó partiendo de otro dispositivo ideado en un primer momento para identificar concentraciones de moléculas de ADN con carga negativa y en ningún instante, como señala Ebrahimi, predijeron que “pudiera usarse para diferenciar células vivas de muertas”. Fue todo fruto de una observación casual.
El grueso de la investigación se ha llevado a cabo en el Centro de Nanotecnología de Birck y en el Centro de la Ciencia Biológica de Bindley, ambos pertenecientes al Parque del Descubrimiento de Purdue.
ÚLTIMOS AVANCES EN IDENTIFICACIÓN DE BACTERIAS
Aunque sin duda, y de confirmarse completamente su eficacia, la reciente creación de la Universidad Purdue es uno de los avances más interesantes y esperanzadores en la lucha contra las bacterias perjudiciales para el ser humano, en los últimos meses también hemos conocido otros progresos e inventos al respecto de gran importancia.
El año pasado conocíamos un dispositivo vinculado a un teléfono móvil y una app específica, que permite detectar de forma remota bacterias como la Escherichia Coli o la Staphylococcus aureus
El año pasado conocíamos, un llamativo proyecto científico de la Florida Atlantic University, consistente en un dispositivo vinculado a un teléfono móvil y una app específica, que permite detectar de forma remota bacterias como la Escherichia Coli o la Staphylococcus aureus y, de esa forma, diagnosticar infecciones a distancia.En concreto, se necesita una plataforma con papel de celulosa y películas de poliéster flexibles, capaces de detectar agentes biológicos en sangre, suero y líquido peritoneal, sin tener que contar con caras infraestructuras ni personal cualificado, por lo que es muy útil en áreas en vías de desarrollo.
Asimismo, de reciente creación son también los apósitos inteligentes, los cuales se iluminan en el momento en que detectan que una herida se ha infectado, ya que el dispositivo reacciona al entrar en contacto con las bacterias causantes de dicha infección. La creación fue recogida por una revista de la American Chemical Society, y lo que hace el apósito es mostrar una luz fluorescente gracias a un hidrogel especial.
Centrándonos en el ámbito de la seguridad alimentaria, y más concretamente en España, el pasado marzo conocíamos cómo la firma viguesa Nanoimnunotech había desarrollado el proyecto Heatsense, una máquina capaz de localizar la bacteria de la Salmonella en la carne para el consumo humano en apenas dos horas, reduciendo las habituales 24 horas que aproximadamente se emplean para detectarla.
El dispositivo ya ha llamado la atención de diversas empresas internacionales y lo que hace es irradiar la carne con un láser en una zona determinada, a la que se han aplicado unas nanopartículas de oro, las cuales se calientan con dicho láser y así revelan la cantidad de bacterias presentes.
Volviendo al innovador chip SOT de la Universidad Purdue, de momento los resultados con el mismo han sido exitosos en bacterias de Salmonella, Escherichia Coli y Staphylococcus epidermidis, tanto vivas como muertas, y los responsables esperan desarrollar un modelo comercial dentro de muy poco tiempo, gracias a que ya han obtenido una patente.