Perder movilidad en las manos y fuerza en los músculos son síntomas habituales de enfermedades como la ELA o de aquellas personas que han sufrido daños en la columna vertebral. Las personas con distrofia muscular se ven cada vez más incapacitadas para realizar sus tareas diarias, y no ven mejoría, puesto que se trata de enfermedades degenerativas que no tienen cura y que provocan la muerte de las células que componen el músculo.
Precisamente pensando en estos pacientes, la Universidad de Harvard ha desarrollado un guante inteligente que aumenta la potencia, la coordinación y la fortaleza de las manos de los usuarios, adaptándose a las necesidades individuales de cada uno de ellos.
El guante tiene impulsores hechos con silicona que trabajan en conjunto para cerrar los dedos de la mano. La fuerza se entrega a cada dedo de forma que el guante está programado para compensar la discapacidad del paciente a nivel individual.
Además, el diseño se ha creado teniendo en cuenta las necesidades psicológicas del paciente. “Al final, los pacientes tienen que estar cómodos con el guante que llevan. Independientemente de su funcionalidad, encontramos que la gente se preocupa de su apariencia, lo que tiene un gran impacto”, expone Connor Walsh, ingeniero responsable del diseño.
El equipo ahora está tratando de integrar la electromiografía (EMG ), sensores que se pueden utilizar para activar el guante con mucha más precisión en cuanto a las intenciones del usuario. “Continuamos probando el diseño en los pacientes para hacerlo más customizable para las patologías específicas de cada paciente”, concluye el ingeniero.
Porque salud necesitamos todos… ConSalud.es
Precisamente pensando en estos pacientes, la Universidad de Harvard ha desarrollado un guante inteligente que aumenta la potencia, la coordinación y la fortaleza de las manos de los usuarios, adaptándose a las necesidades individuales de cada uno de ellos.
El guante tiene impulsores hechos con silicona que trabajan en conjunto para cerrar los dedos de la mano. La fuerza se entrega a cada dedo de forma que el guante está programado para compensar la discapacidad del paciente a nivel individual.
Además, el diseño se ha creado teniendo en cuenta las necesidades psicológicas del paciente. “Al final, los pacientes tienen que estar cómodos con el guante que llevan. Independientemente de su funcionalidad, encontramos que la gente se preocupa de su apariencia, lo que tiene un gran impacto”, expone Connor Walsh, ingeniero responsable del diseño.
El equipo ahora está tratando de integrar la electromiografía (EMG ), sensores que se pueden utilizar para activar el guante con mucha más precisión en cuanto a las intenciones del usuario. “Continuamos probando el diseño en los pacientes para hacerlo más customizable para las patologías específicas de cada paciente”, concluye el ingeniero.
Soft Robotic Glove from Wyss Institute on Vimeo.
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