El ictus es la segunda causa de muerte en Españaa (la primera en mujeres), la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda de demencia.
Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año 110.000-120.000 personas sufren un ictus en nuestro país, de los cuales un 50% quedan con secuelas o fallecen.
Actualmente, más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus.
Aunque en los últimos 20 años, la mortalidad y discapacidad por ictus ha disminuido, gracias a la mejora en la detección precoz de los síntomas, en el control de los principales factores de riesgo y en la introducción de nuevas medidas terapéuticas, como las Unidades de Ictus, la trombólisis o la trombectomía mecánica, su incidencia sigue aumentando. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima en que los próximos 25 años su incidencia se incrementará un 27%.
Los sensores de Rogers se adhieren directamente a la piel, se mueven con el cuerpo y proporcionan métricas de salud detalladas
Ahora, con el avance de las nuevas tecnologías y más en el sector de la salud, han diseñado un nuevo dispositivo portátil innovador para mejorar la recuperación del ictus.
Desarrollado en el laboratorio de Jonh Rogers, profesor de ingeniería de la Universidad de Northwestern en Estados Unidos, se trata de un sensor que se coloca en la garganta y podría ser un cambio de juego en el campo de la rehabilitación de accidentes cerebrovasculares.
Los sensores de Rogers se adhieren directamente a la piel, se mueven con el cuerpo y proporcionan métricas de salud detalladas, incluida la función cardiaca, la actividad muscular y la calidad del sueño.
Y es que, según el investigador, este tipo de componentes electrónicos elásticos permiten ver lo que está sucediendo dentro de los cuerpos de los pacientes a un nivel que los portátiles tradicionales simplemente no pueden lograr.
En esta ocasión, el nuevo sensor de garganta de tipo vendaje mide la capacidad de deglución y los patrones de habla de los pacientes. Los sensores ayudan en el diagnóstico y tratamiento de la afasia, un trastorno de la comunicación asociado con el accidente cerebrovascular.
Las herramientas que los patólogos del habla y del lenguaje han usado tradicionalmente para controlar la función del habla de los pacientes, como los micrófonos, no pueden distinguir entre las voces de los pacientes y el ruido ambiental. Estos sensores sí resuelven ese problema midiendo las vibraciones de las cuerdas vocales, pero solo funcionan cuando se usan directamente en la garganta, que es un área muy sensible de la piel.