El trastorno obsesivo compulsivo es el trastorno de salud mental más frecuente en edades medias, de 30 a 45 años, según datos del Ministerio de Sanidad de 2017. Se estima una prevalencia media de 1,1% en la población española, siendo mayor en hombres de 20 a 30 años (1,8%) y de mujeres de 40 a 50 años (1,7%). Estos pacientes sufren pensamientos o impulsos recurrentes no deseados, es decir obsesiones, que provocan una acciones repetitivas, compulsiones. Todo ello produce en el paciente un importante malestar que le afecta en su día a día, dañando su calidad de vida y dificultando el desempeño de las acciones diarias, como estudiar, trabajar o relacionarse con otras personas. De hecho, casi el 90% de los casos de pacientes con TOC se asocia a otros trastornos como la depresión, cuadros de ansiedad o tics, según señala la Clínica Universidad de Navarra.
Los tratamientos dependerán del origen de la enfermedad, siendo en algunos casos originados por una infección por estreptococo y precisando simplemente antibiótico. En otro casos, la mayoría, necesitarán un tratamiento farmacológico y una terapia conductual que ayudarán a eliminar los síntomas y con ellos la problemática asociada. Sin embargo, se calcula que un 10% de los pacientes presenta una forma incapacitante, crónica y resistente al tratamiento convencional. Estos pacientes han estado durante años sin alternativas a su tratamiento, pero en los últimos años la investigación ha puesto el foco en una técnica que podría ser eficaz: la estimulación cerebral profunda.
La estimulación cerebral profunda es una técnica que trasmite señales eléctricas a las áreas del cerebro que controlan diferentes acciones. En los últimos años los avances en esta práctica han permitido mejorar los tratamientos de enfermedades como el párkinson, permitiendo en los pacientes recuperar el control de sus movimientos. Pero además, esta técnica se puede utilizar para el dolor, el peso, el estado de ánimo o incluso los pensamientos obsesivos compulsivos. En 2019 un estudio publicado en la 'Revista de Psiquiatría y Salud Mental' desarrollado por miembro del Hospital Universitario de Valdecilla, demostraron que la estimulación cerebral profunda, todavía en ámbito de investigación, mejoraba de forma significativa los síntomas, el funcionamiento y la calidad de vida de los pacientes con TOC refractario.
Ha confirmado que la estimulación cerebral profunda es segura y efectiva, con una reducción de los síntomas obsesivos en un 42,5% a largo plazo en pacientes refractarios
Desde entonces se ha seguido investigando. Recientemente se han hecho públicos dos estudios sobre la efectividad y reducción de síntomas obsesivos en estos pacientes. El primero, publicado en ‘Journal of Neurology, Neurpsirgery & Psychiatry’ por un equipo estadounidense, reflejó que el 66% de los pacientes respondieron por completo a la terapia, y que el 47% redujeron los síntomas según la escala obsesivo-compulsiva de Yale-Brown.
El segundo estudio, publicado en 'Brain Stimulation', ha sido desderrollado por un equipo multidisciplinar del Hospital Universitario de Bellvitge (HUB) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) que ha confirmado que la estimulación cerebral profunda es segura y efectiva, con una reducción de los síntomas obsesivos en un 42,5% a largo plazo en pacientes refractarios.
BUENOS RESULTADOS INCLUSO A LARGO PLAZO
La intervención, consistente en implantar unos electrodos en el cerebro que estimula en este caso las neuronas involucradas en los pensamientos obsesivo-compulsivos, comenzó a estudiarse en el Bellvitge en 2007, en concreto para aquellos pacientes resistentes y severos. Durante 13 años el hospital ha estudiado la evolución de los pacientes tratados en el centro, con una media de seguimiento de 6,4 años. Los datos se han comparado con pacientes con TOC que rechazaron en su momento la estimulación cerebral profunda.
Los resultados reflejan que reducen los síntomas obsesivos. En concreto, los síntomas se redujeron en un 42,5% y solo un 4,8% en el grupo de control. El 56% respondía al tratamiento de forma completa mientras el 38% lo hacían de forma parcial y el 8% (dos pacientes) lo rechazaron. También mejoraron la ansiedad (43,6%) y depresión (39,2%) asociada y permiten una recuperación significativa de la capacidad funcional.
Una de las dudas que establecía el estudio del Hospital de Marqués de Valdecilla era saber si esta técnica era efectiva y segura a corto, medio y largo plazo. El nuevo estudio de Bellvitge señala que es una alternativa “segura y eficaz” en estos periodos de tiempo. “La eficacia y seguridad comparativas a largo plazo de la DBS la confirman como una opción válida para el tratamiento del TOC grave refractario”, concluye el estudio. Y llega en un momento esencial, cuando tras la pandemia se ha evidenciado un empeoramiento de los casos de TOC y se han detectado un aumento de nuevos casos.