Las personas que han sufrido la amputación de alguno de sus miembros se encuentran después con problemas derivados del uso de las prótesis. Ahora, un estudio desarrollado por investigadores del Colegio Imperial de Londres (Reino Unido) ha descubierto que el trasplante de células de la piel plantar podría ayudar a tolerar estas de una forma más cómoda.
El estudio de reingeniería de la piel del muñón se ha centrado en el desarrollo de modelos computacionales que han analizado la composición de la piel de las plantas de los pies y los diferentes comportamientos que reporta en relación a la piel normal bajo presión.
De esta forma los investigadores han descubierto que el estrato córneo, la capa más externa de la suela, es la responsable de ejercer la función de protección más importante a la hora de evitar la formación ampollas o la aparición de desgarros. Y esto es posible ya que las células que componen dicha capa forman una piel más gruesa que los otros tipos de piel que componen nuestro organismo.
Sobre este hallazgo cabe destacar que lo que hace especial a esta capa de piel no es precisamente su grosor como se llegó a pensar en un principio. El motivo por el que las células que la componen podrían ayudar a las personas que han sufrido amputaciones reside en la organización de las proteínas estructurales. Concretamente hablamos de la queratina y el colágeno.
La epidermis plantar ubicada debajo del estrato córneo contiene una mayor cantidad total de queratina, y mucho más variada que la presente en otros tipos de piel. Hecho que contribuye de forma notoria a incrementar su resistencia ante roturas, heridas o desgarros.
El motivo por el que las células que la componen podrían ayudar a las personas que han sufrido amputaciones reside en la organización de las proteínas estructurales
En el caso del colágeno, este se organiza en conjuntos de mayor grosor ya que las fibras de colágeno son más gruesas. La combinación de los dos factores expuestos se traduce en que la piel plantar presenta una mayor dureza y resistencia que el resto de la piel que podemos encontrar en nuestro organismo. Una característica que la convierte en idónea en caso de que sus células pudiesen ser trasplantadas a los muñones y generar así una capa de piel más resistente que reduciría la formación de heridas como consecuencia del uso de prótesis.
En este sentido, los investigadores del Colegio Imperial de Londres están ya trabajando en el desarrollo de varias vías potenciales. Entre estas se encuentra la posibilidad de incorporar el material genético en la piel del muñón para hacer que crezca con un mayor grosor, así como la utilización de injertos de piel plantar.
Otra de las posibilidades contempladas por los responsables de la investigación es la manipulación del material genético que compone la piel del muñón con el objetivo de modificar su composición.
Los investigadores explican al respecto de esta última posibilidad de trasplantar los fibroblastos para desencadenar así la producción de colágeno y alterar el tipo de queratina que produce en origen la piel que forma el muñón. De esta forma se conseguiría generar una piel de mayor grosor.
La última de las vías de investigación contempladas se centra en el cultivo in vitro de este tipo de células plantares, para su posterior injerto en los muñones.
“Un estrato córneo grueso es más importante para proteger la piel de las lesiones inducidas por el estrés, como los desgarros y las ampollas, mientras que la composición de cada capa de la piel es más importante para la protección contra las lesiones inducidas por la deformación, como las úlceras por presión”, explica en relación a lo expuesto Claire Higgins, autora principal del estudio y PhD del Departamento de Ingeniería Mecánica.
“Ahora se puede ampliar el enfoque combinado de las pruebas mecánicas multiescala y el modelado computacional para investigar los cambios en la piel relacionados con la edad y mejorar la tolerancia de carga de los sustitutos de piel diseñados”, concluye la investigadora.