La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha supuesto un fuerte impulso de la telemedicina. Los confinamientos y el colapso sufrido por los sistemas sanitarios ante el hecho de que la Covid-19 fagocitó la práctica totalidad de la atención sanitaria llevó al uso de distintas tecnologías que posibilitaron, en mayor o menor medida, continuar garantizando la respuesta a las necesidades de los pacientes. La cuestión que se plantea ahora es si estos pasos que se han dado continuaran la senda iniciada o se trata de un momento puntual cuyo auge se justifica en los momentos más críticos de la crisis sanitaria.
En este sentido ponemos el foco en un estudio publicado por JAMA Network centrado en analizar la asociación del uso de tecnologías remotas y otras herramientas que han permitido la descentralización de la asistencia sanitaria con la probabilidad de que los pacientes se inscriban en ensayos clínicos relacionados con el cáncer.
Para ello se ha realizado una encuesta transversal de 1.183 pacientes con cáncer o supervivientes del cáncer. El objetivo ha sido el de valorar su predisposición a la inscripción en ensayos clínicos tras añadir tecnologías remotas. La conclusión es clara: entre el 60-85% de los participantes afirmaron que era más probable que se inscribieran en los ensayos clínicos si el uso de las tecnologías reducía el tiempo y desplazamientos.
El poder cubrir las cuotas que requiere cada ensayo clínico es fundamental para el éxito de los mismos y promover nuevos estándares de atención a los pacientes con cáncer. Además, una inscripción inadecuada puede conducir al fracaso del ensayo o interferir en sus resultados. Aunque es cierto que la gran mayoría de los pacientes con cáncer aceptan cuando se les ofrece participar en un ensayo clínico, esto no quita para que tengan que enfrentar obstáculos como el tiempo de desplazamiento y la distancia hasta el centro donde se desarrolla. La descentralización de los ensayos más allá de las zonas habituales a través del uso de tecnologías remotas puede aumentar tanto el acceso como el número de inscripciones y reportar beneficios en términos de calidad de vida a los pacientes.
“En este estudio transversal, los hallazgos de la encuesta sugieren que los ensayos clínicos sobre el cáncer que aprovechan las tecnologías remotas y herramientas de descentralización para reducir el tiempo dedicado por el paciente y las cargas de desplazamiento asociadas con la inscripción, pueden aumentar la participación”
La muestra contaba con una edad media de 58,2 años con un 72% de mujeres, 25% hombres y un uno por ciento no binarios/otros. En cuanto al tipo de cáncer y el estado del tratamiento, 483 encuestados (41%) tenían o habían sobrevivido al cáncer de mama y 325 (28%) estaban siendo tratados por cáncer durante el período de realización de la encuesta.
Las personas mayores de 55 años tenían más probabilidades de decir que solo participarían en ensayos que no estuvieran muy lejos de su hogar y de su médico de atención habitual, en comparación con los encuestados más jóvenes (26% frente a 16).
Las personas con mayores ingresos se mostraron significativamente más propensos que los de bajos ingresos a participar en ensayos clínicos que les suponían un esfuerzo adicional en términos de distancia y tiempo de desplazamiento (62% vs 41%).
Si tuvieran la oportunidad de inscribirse en un ensayo clínico que requiriera viajar más allá de su atención regular, la mayoría de los encuestados (rango, 60-85%) indicaron que sería más probable que participaran si el ensayo emplease tecnología remota y otras herramientas para disminuir la necesidad de viajar.
“En este estudio transversal, los hallazgos de la encuesta sugieren que los ensayos clínicos sobre el cáncer que aprovechan las tecnologías remotas y herramientas de descentralización para reducir el tiempo dedicado por el paciente y las cargas de desplazamiento asociadas con la inscripción, pueden aumentar la participación”, concluyen los autores del estudio.