Cuando llegó el siglo XXI, la tecnología de la información y la comunicación (TIC) se mostró como una herramienta imprescindible para el nuevo modelo de salud y medicina que revocaría al que existía hasta entonces. Un modelo de salud que pone en el eje central al paciente. Que ya no solo presta servicios, sino que los adapta a él, y que traslada la atención sanitaria de los centros de salud de Atención Primaria a los domicilios. Un cuidado no presencial que puede funcionar para muchos pacientes e incluso beneficiar a los propios profesionales sanitarios.
Posiblemente lo que más se conozca sea la teleasistencia, un servicio que permite desde hace años que las personas mayores o más dependientes que viven solas puedan contactar, con solo pulsar un botón, con un profesional sanitario que les atienda, que mande para allá una ambulancia si lo necesitan o incluso les ayude con la medicación. Sin embargo, además de la teleasistencia, también existe la teleconsulta o la telemedicina. Conceptos que ya se estaban implantando en la sociedad pero que con la pandemia han sufrido un mayor crecimiento.
Y es que el confinamiento obligó a la población a recluirse en sus casas mientras sus propias patologías continuaban y necesitaban de asistencia médica. Por eso, ahí donde antes no era lo común, se volvió imprescindible la telemedicina para pasar consulta psicológica, consulta dermatológica, pediátrica, realizar un seguimiento de los ejercicios de rehabilitación…
El 92% de las personas que han realizado teleconsulta durante la pandemia lo hicieron por primera vez
Hasta la llegada de la Covid-19 el uso de la telemedicina no estaba muy arraigado. Como refleja el estudio realizado por Capterra,el 92% de las personas que han realizado teleconsulta durante la pandemia lo hicieron por primera vez. Aun así ya existían ejemplos de interconsulta hospitalaria en las que ya se utilizaba esta atención no presencial. Según expertos de Semergen, ya existía principalmente en Atención Primaria, donde la mayoría de las teleconsultas se limitan a renovar la prescripción farmacéutica, algo que cada vez se va reduciendo más gracias a la aparición de la tarjeta sanitaria.
De esta forma en algunos procesos de dermatología de Atención Primaria se utiliza la teleconsulta con el envío de la foto tomada por el propio paciente de su problema dermatológico. También la realización de tele-interconsulta, que permite que el médico de Familia derive su duda por e-consulta protocolizada y universal al especialista evitando, si se resuelve la duda, que se produzca una derivación y reducir el tiempo de espera. O el seguimiento domiciliario, de tal manera que el propio paciente es el que registra sus datos con supervisión de Enfermería sin necesidad de que acuda el sanitario todos los días a tomarlos.
Sin embargo, la instauración de este tipo de atención era muy desigual antes de la Covid, con especialidades que se fomentaban en unas Comunidades Autónomas y en otras no. En Atención Primaria la teleconsulta estaba principalmente centrada para prescripción farmacéutica, y en 2019 la inversión en tecnología en Sanidad se redujo un 2,95% con respecto al año anterior. La pandemia de Covid-19 no solo ha demostrado la necesidad de apostar por la tecnología y aumentar el gasto, sino también la importancia de formar en la teleasistencia a diferentes profesionales para que la teleconsulta no solo sirva para recetar sino también para solucionar muchos problemas clínicos sin necesidad de que los pacientes se desplacen.
Actualmente España está a la cabeza en la implantación de la telemedicina. Según la encuesta ya citada de Capterra, de media a nivel internacional, un 39% de los entrevistados indicaron que alguna vez han realizado teleconsulta, mientras que un 61 % señala que no lo ha hecho. Sin embargo, España supera esas cifras con un porcentaje del 62% de los pacientes que han realizado consultas por vía telemática. Por encima de Canadá, Reino Unido, Alemania, Italia o Francia.
España supera esas cifras con un porcentaje del 62% de los pacientes que han realizado consultas por vía telemática. Por encima de Canadá, Reino Unido, Alemania, Italia o Francia
Un acelerón que ha permitido avanzar en tres meses de confinamiento lo que hubieran sido tres años, pero que sin embargo deja al descubierto la falta de formación y preparación tanto de los profesionales como el de la Sanidad digital. En este sentido, el Ministerio de Sanidad está preparando una Estrategia de Salud Digital en el que determina la interoperabilidad, entre otros objetivos, que facilitarán el desarrollo de la telemedicina.
Otro de los retos pendientes en el entorno de la teleconsulta es la percepción del paciente. “Los pacientes deben entender que una consulta telemática no tiene que ser una consulta de peor calidad que una presencial, y que debe ser el equipo sanitario el que determine si el problema de salud que consulta el usuario, es solucionable únicamente de forma telemática. Para que esto sea posible hay que invertir en educación para la salud”, comenta el Dr. Daniel Rey Aldana, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) de Galicia.
Como señala el Dr. Javier Sanz, coordinador del grupo de trabajo de Nuevas Tecnologías de Semergen, esta realidad necesita desarrollarse durante más años, hasta llegar al momento en el que aquellas generaciones que han nacido con internet utilicen los servicios de la telemedicina. Estos no solo darán un gran apoyo a las distintas especialidades, a la interoperabilidad entre distintos servicios como la Atención Primaria y la hospitalaria, o facilitará el trasvase de expedientes, sino que también ayudará a la sanidad rural. Allí, “el margen de beneficio es enorme dada la dispersión geográfica, inclemencias meteorológicas y los pocos profesionales que ejercen la Medicina Rural", indica el Dr. Sanz.
Por tanto, en España la pandemia ha permitido acelerar una implantación en la telemedicina que ya poco a poco se estaba asentando, preparando el terreno para los próximos años. "Esperamos con los años poder ser un referente en salud digital. Creo que debemos entre todos empezar a inventar el mañana en lugar de preocuparnos sobre qué ocurrió ayer", concluye el doctor Javier Sanz.