El uso excesivo o inadecuado y sin control de las nuevas tecnologías y de las redes sociales hace que aparezcan alteraciones físicas, psicológicas y sociales concretas.
Y es que, en la medida en que su uso está tan presente en la vida cotidiana, todos estamos expuestos a ellas. Somos tecnopersonas y sufrimos tecnopatologías, en mayor y menor medida, que en los casos más graves llegan a imposibilitar el desarrollo de una vida normal y pueden provocar incluso síndromes de abstinencia.
En este sentido, según ha explicado la doctora Marisa Navarro, terapeuta y autora de los libros'La medicina emocional' y 'El efecto tarta', estas enfermedades 2.0 no son trastornos nuevos, son alteraciones relacionadas con dependencias, adicciones, problemas de relación, distorsión de la realidad, entre otras, que se han adaptado o han encontrado su desencadenante, en el mal uso que puede hacerse de dispositivos móviles e internet.
El trastorno más conocido es la nomofobia que lo sufren aquellas personas cuya tranquilidad y bienestar emocional depende de llevar siempre su móvil con ellos
Así, Marisa Navarro ha señalado que las relacionadas con la dependencia son las más comunes. El trastorno más conocido y uno de los que primero comenzó a hablarse es la nomofobia. Este trastorno lo sufren aquellas personas cuya tranquilidad y bienestar emocional depende de llevar siempre su móvil con ellos. Los datos arrojan que lo sufre el 50% de los usuarios de la telefonía móvil. En los casos más extremos se sufre pánico extremo si se pierde o angustia y ansiedad cuando se olvida, se agota la batería y no se tiene el cargador o se queda sin cobertura.
Otra sería la apnea del whatsAppo síndrome del doble clik. Este trastorno lo padecen las personas que necesitan comprobar compulsivamente su teléfono para ver si alguien se ha puesto en contacto con ellos.
"Así pasan mucho tiempo mirando aplicaciones de mensajería, incluso sin que se haya recibido ningún mensaje, pero entrando a volver a mirarlo, a controlar, a comprobar lo que estaba puesto, a volver a leer lo que ya ha leído, con angustia y ansiedad. Esto además lleva a la interpretación de los mensajes, o la información que se puede obtener de ellos. ¿Por qué me dijo eso?, ¿por qué no contesta a mi mensaje si ha estado en línea?, ¿qué hace en línea a las tres de la madrugada?, ¿con quién estará hablando?, o cosas similares, que generan estrés, ansiedad y un pésimo estado de ánimo", ha comentado Marisa Navarro.
También está el síndrome de la llamada o el mensaje imaginario. El hecho de pasar todo el día pendientes del teléfono produce que lleguemos a pensar que lo oímos o lo sentimos vibrar, sin que en realidad esté pasando. Este fenómeno les ocurre a la gran mayoría de personas que usan un móvil.
Estar continuamente conectados a nuestros dispositivos móviles, y ordenadores, siempre con la mirada fija en una pantalla nos aísla socialmente
Por último, destaca el síndrome FOMO que se trata del miedo a perderte algo de lo que pueda estar pasando, en tus redes sociales, o incluso noticias del mundo. Provoca que la persona esté constantemente conectada para no perderse nada y si no pueden hacerlo, por alguna causa, sufren una gran ansiedad y angustia.
Por su parte, con la falta de autoestima se relaciona la depresión de facebook. Los seres humanos que tendemos a compararnos y siempre por debajo, nos deprimimos al ver perfiles llenos de fotos maravillosas de viajes, de familias, de casas, pues pensamos que nuestra vida, no lo es tanto, hasta incluso llegar a deprimirnos. Esto en los jóvenes aún está más marcado y ha llegado a tal nivel que, en países como China o Japón, existen empresas que te alquilan supuestos amigos atractivos y sonrientes para hacerte fotos o selfies con ellos y que puedas subirlas a tus redes sociales.
Con esto se puede relacionar el aumento del narcisismo digital. Se trata de la necesidad constante de hacerse estas fotos o selfies. Los selfies son un verdadero fenómeno social y digital, sobre todo entre los jóvenes, que quieren inmortalizarse en cualquier momento vivido y subirlos a redes sociales, para que los demás puedan verlos, admirarlos y darles un “me gusta”, uno de los mejores regalos que hoy en día le puedes hacer a un "amigo".
"Si hablamos de nuestras relaciones podemos nombrar la tecnointerferencia", ha apuntado la doctora. Es la interferencia cada vez mayor de las nuevas tecnologías y redes sociales en nuestra vida diaria, en la que somos interrumpidos constantemente por la entrada de actividad de nuestros dispositivos. Esto acarrea graves consecuencias en las relaciones, con nuestros hijos, con nuestra parejas, amigos, y por supuesto en nuestro trabajo y vida en general.
El aislamiento social es un extremo, pero cada vez se dan más casos. Estar continuamente conectados a nuestros dispositivos móviles, y ordenadores, siempre con la mirada fija en una pantalla, por muchas redes sociales que se tengan con cientos de amigos virtuales, nos aísla socialmente. Esto llega al extremo con los llamados Hikikomoris, término japonés con el que se describe a los jóvenes que se aíslan absolutamente del mundo, que no salen de sus habitaciones y que se pasan el día conectemos a su ordenador o dispositivos móviles, las únicas incursiones al mundo exterior suelen ser para conseguir comida.
Estas personas llegan a sufrir una confusión de la vida virtual con la vida real, que sería otra tecnopatología en la que se llega a integrar de tal modo la realidad virtual con la realidad cotidiana, que piensan que el mundo virtual es simplemente una parte de su mundo, llegando a confundir uno con otro, y desconfigurándose los conceptos. Ocurre fundamentalmente en los adolescentes y jóvenes.
GOOGLE TAMBIÉN CREA SUS PROPIAS TECNOPATOLOGÍAS
La cibercondria o hipercondria digital. Google se ha convertido en el segundo lugar más consultado sobre salud, después de los médicos. Tenemos poco tiempo, cada vez menos para ocuparnos de nosotros, y cuando nos encontramos mal consultamos en Internet nuestros síntomas, nos autodiagnosticamos y hasta nos ponemos tratamiento, con el peligro que esto supone. Algunos llegan a obsesionarse de tal manera, que hasta consultan estudios y estadísticas dirigidas solo a profesionales de la salud.
Por otro lado está el Síndrome de Google. Obtener respuestas de manera tan fácil y rápida a nuestras preguntas, sin darnos la posibilidad de que nuestro cerebro se esfuerce en recordar o pensar, gracias a los buscadores de Internet, supone un problema para nuestra memoria. "Aún no sabemos las consecuencias que esto pueda tener para nuestra memoria a largo plazo, pero las tendrá seguro", ha finalizado la doctora.