“Es como un mando a distancia en el cerebro”, ha declarado a la publicación The New England Journal of Medicine el profesor de Neurociencia cognitiva en la Universidad del Centro Médico de Utrecht (Países Bajos), Nick Ramsey, uno de los principales investigadores detrás de este avance.
Siete meses después de la cirugía, Bruijne utiliza de forma independiente el programa de comunicación
Bruijne se presentó voluntaria a un experimento pionero: implantar el primer interfaz cerebro-computadora en una persona que padece ELA. Ahora su vida ha mejorado. El éxito del proceso está mitigando parte del aislamiento que acarrea su enfermedad. A día de hoy, siete meses después de la cirugía, Bruijne ya controla de forma independiente el programa de ordenador. Gracias a este sistema, es capaz de escribir dos o tres palabras por minuto.LA ENFERMEDAD COMO CAUTIVERIO
La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad neuromuscular que causa la atrofia progresiva de todo el cuerpo. Se produce debido a la degeneración de las neuronas encargadas de activar los músculos implicados en el movimiento voluntario, llamados motoneuronas. Cuando estos músculos no reciben impulsos nerviosos, se atrofian. La consecuencia es una debilidad muscular progresiva que avanza hacia la parálisis total. Acaba afectando a la capacidad de hablar, masticar, tragar y respirar.
Los enfermos tienen impedido cualquier movimiento, hasta los necesarios para articular palabras y expresar emociones y pensamientos. Sin embargo, las capacidades cognitivas de estas personas se mantienen intactas. De modo que para ellos lograr una cierta capacidad de comunicación implica recuperar calidad de vida.
Pese a la atrofia muscular, los afectados siguen realizando desplazamientos oculares
Los afectados de ELA siguen realizando movimientos oculares como manera de comunicarse con el exterior. Los ojos están gobernados por motoneuronas con gran capacidad de resistencia a la patología. De forma muy rudimentaria, los afectados consiguen expresarse por medio de una cámara que sigue el desplazamiento de sus ojos sobre una pantalla de ordenador en la que hay una serie de elementos (letras o números) para seleccionar. Cuando falla este sistema, la comunicación termina dependiendo de parpadeos en respuesta a las preguntas cerradas, de contestación sí o no; lo que limita las opciones de comunicación independiente y privada.Los rastreadores de la mirada presentan otro gran inconveniente. Y es que cada vez que los niveles de luz en el entorno cambian, el dispositivo debe ser recalibrado. Esto dificulta su uso en exteriores. De hecho, Bruijne, preocupada por si no podría alertar a sus cuidadores de las necesidades urgentes sin una herramienta de comunicación, evitaba en lo posible salir.
NUEVA TECNOLOGÍA
El dispositivo utiliza las señales eléctricas generadas en la corteza cerebral
Los interfaces cerebro-ordenador se sirven de las propiedades eléctricas de este órgano y de la activación que se produce en algunas de sus regiones más localizadas al planificar movimientos. Estos sistemas aprovechan que los actos mentales, como el intento de mover una extremidad, generan señales en las correspondientes regiones de la corteza cerebral. Son estas señales las que detecta y decodifica un ordenador, que a su vez las dirige a un software que permite mover un brazo robótico o escribir, facilitando la comunicación.Ahora Bruijne se siente más segura porque puede escribir las palabras y comunicar cualquier necesidad, como problemas en su respirador artificial, picor o un aumento de la salivación. Los riesgos de llevar unos electrodos en el cerebro no resultan mucho mayores a otros procedimientos más comunes, tales como la estimulación cerebral profunda para tratar la enfermedad de Parkinson o la colocación de marcapasos para las arritmias cardíacas.
EL CASO DE STPEHEN HAWKING
El célebre físico Stephen Hawking ha logrado dar visibilidad a esta enfermedad de la que en la actualidad hay cuantificados 350.000 casos en todo el mundo. La ELA suele manifestarse a partir de los 40 años, pero en el caso de Hawking fue diagnosticada cuando tenía 21. A día de hoy ha superado todas las expectativas de longevidad. Pese a su confinamiento a una silla de ruedas, ha continuado su complejísimo trabajo científico con resultados que rozan la genialidad.
"He vivido con la perspectiva de una muerte prematura durante los últimos 49 años; no tengo miedo de morir, pero no tengo prisa; he disfrutado de cada momento y es mucho lo que quiero hacer antes de que llegue el final", declaró Hawking recientemente en una entrevista.