Un estudio nuevo ha proporcionado una prueba de principio de que los médicos pueden utilizar técnicas avanzadas de imagenología como la resonancia magnética funcional para obtener una imagen más clara de la función cerebral de los pacientes con COVID-19 que no responden y de su potencial de recuperación.
Los investigadores dirigidos por un equipo del Hospital General de Massachusetts describieron a un paciente con COVID-19 grave que, a pesar de la falta de respuesta prolongada y las anomalías cerebrales estructurales, demostró conexiones cerebrales funcionalmente intactas y semanas después recuperó la capacidad de seguir órdenes. El caso sugiere que los pacientes con coronavirus que no responden pueden tener más posibilidades de recuperación de lo esperado.
El equipo tomó imágenes del cerebro del paciente con una técnica llamada resonancia magnética funcional en estado de reposo (rs-fRM)
Además de realizar pruebas de imágenes cerebrales estándar, el equipo tomó imágenes del cerebro del paciente con una técnica llamada resonancia magnética funcional en estado de reposo (rs-fRM), que evalúa la conectividad de las redes cerebrales midiendo las oscilaciones espontáneas de la actividad cerebral. El paciente era un hombre de 47 años que desarrolló insuficiencia respiratoria progresiva y, a pesar del tratamiento intensivo, fluctuó entre el coma y un estado de conciencia mínima durante varias semanas.
Las pruebas de imágenes cerebrales estándar revelaron un daño considerable, pero inesperadamente, la rs-fRM reveló una conectividad funcional robusta dentro de la red de modo predeterminado (DMN), que es una red cerebral que se cree que está involucrada en la conciencia humana. Los estudios han demostrado que una conectividad DMN más fuerte en pacientes con trastornos de la conciencia predice una mejor recuperación neurológica.
La DMN del paciente a nivel conectivo fue comparable a la observada en individuos sanos, lo que sugirió que el pronóstico neurológico podría no ser tan desalentador como implicaban las pruebas convencionales.
Veinte días después, el día 61 de hospitalización, el paciente comenzó a seguir órdenes verbales. Parpadeó siguiendo órdenes, abrió la boca cuando le ordenaban y el día 66 siguió cuatro de las cuatro órdenes de vocalización. En ese momento, también demostró sistemáticamente el seguimiento de la mirada con los ojos en respuesta a estímulos visuales y auditivos.