Hay niños que pasan gran parte de su infancia en el hospital, acudiendo a hacerse pruebas, seguimientos, e incluso a veces llegan a tener que enfrentarse a un trasplante a muy corta edad. Que les pongan una vía, les saquen sangre, les lleven por los pasillos a hacerse pruebas más invasivas o incluso al quirófano supone para ellos un nivel de estrés y de miedo que puede dificultarles estas medidas médicas necesarias.
“Los niños tienen sensación de vulnerabilidad y malestar psicológico”, explica la psicóloga Erika Guijarro. Y ante esta situación, esta psicóloga especialista en tratamientos con realidad virtual ideó una forma de utilizar las nuevas tecnologías para ayudar a estos pacientes pediátricos a enfrentar su realidad. Así nació Virtual Trasplant Reality (VTR), una iniciativa ideada por la psicóloga, la Asociación Española de Ayuda a Niños con Enfermedades Hepáticas y Trasplantados Hepáticos (HePA), el Instituto de Investigación de La Paz-IdiPAZ y con la tecnología del Centro Universitario U-tad.
Desde 2010 a 2019, según datos del Ministerio de Sanidad, en España se han realizado un total de 1.309 trasplantes infantiles, siendo en la mayoría de los casos trasplantes renales y hepáticos. Estos niños se enfrentan al dolor de poner una vía o a la incertidumbre de acudir al quirófano o a la UCI.
“Hemos desarrollado experiencias específicas que se conecta a la experiencia de las gafas con la supervisión de un psicólogo que sigue e interacciona con el paciente”, explica Erika Guijarro
A todo ello intenta dar solución, o tratar de una forma terapéutica, el proyecto de Virtual Trasplant Reality. “El proyecto consta de tres partes y una de ellas es la anestesia virtual”, indica Guijarro. “La realidad virtual es una herramienta súper potente con una capacidad de inversión muy alta. Hace que con las gafas todos los estímulos exteriores desaparezcan”, añade Nana Gómez, presidenta de la asociación HePA, que apoya esta herramienta que busca dar apoyo a la familia y al paciente pediátrico.
Según explica Laura Raya, directora de los postgrados en realidades extendidas del U-tad, el proyecto cuenta con “un set de experiencias para que miembros del hospital elijan la que mejor corresponda a la situación”. “Hemos desarrollado experiencias específicas que se conecta a la experiencia de las gafas con la supervisión de un psicólogo que sigue e interacciona con el paciente”, explica Erika Guijarro.
Se trata de un tratamiento guiado. Mientras al niño le retiran el drenaje, le hacen las curas, le miran lo que tiene mal, el paciente se encuentra interaccionando con minijuegos de escondite, donde tiene que encontrar los objetos, bandas submarinas para hacer música, u otras experiencias interactivas que le alejan de la realidad. “El psicólogo le va sumando la dificultad para que preste más atención a esa experiencia en vez de lo que está sucediendo en la realidad”, destaca Guijarro. Si el paciente es un adolescente, las pruebas son diferentes. Los juegos son más complejos, con una visual más adaptada a su edad, como si fueran videojuegos en vez de dibujos animados.
“Es un tratamiento que no genera perjuicio sino grandes beneficios”, destaca Guijarro
“Otra parte del proyecto es preventivo. Mostramos cómo será el lugar al que acudirán y qué es, para que aprendan a sentirse cómodos en esos espacios”. Tal y como señala Guijarro, estos pacientes conocen la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) antes de acudir, también la sala de ecografía o incluso el quirófano. “Le decimos lo que hay y les ayudamos a manejar las emociones, también a crear anclajes que les ayuden cuando vayan allí”.
TAMBIÉN PARA EL AUTOCUIDADO
Además de distraerles en procesos que pueden producir episodios ansiosos o mostrarles cómo serán, también se aprovecha esta tecnología para concienciarles sobre las necesidades de cuidados. Cuando a una persona se le trasplanta un órgano es necesario hacer un trabajo preventivo antes y después de la intervención. En este punto enseñar a los más pequeños el cuidado y la adherencia a los tratamientos es esencial para evitar rechazos de trasplante y que consigan mantener una buena calidad de vida. “Tienen que tomar una pastilla inmunodepresora toda la vida, y con la adolescencia algunos dejan de tomarlo”, señala Laura Raya.
“A los pequeños les concienciamos sobre el autocuidado: la importancia de una dieta sana, ejercicio físico, lavarse los dientes”, explica Guijarro. También sobre la importancia de tomar la medicación para evitar los rechazos al trasplante. Y en general, “concienciar sobre su condición actual y también la que vivirán según vayan creciendo y a la que tienen que adaptarse”.
Este proyecto tiene cada vez mayor acogida entre pacientes y familiares, con “una gran demanda” en el hospital de La Paz donde se está probando desde hace un par de años. “El paciente se siente más motivado, se libera de la sensación de la incertidumbre ante lo que vaya a pasar. El entorno virtual es seguro”. Aunque está de momento centrado en el contexto del trasplante hepático pediátrico, se espera que crezca y llegue a todos los pacientes. “Es un tratamiento que no genera perjuicio sino grandes beneficios”, concluye Guijarro.