Cuando hablamos sobre los denominados como “entornos alimentarios digitales”, lo hacemos de los entornos online a través de los cuales circulan los servicios e información que influyen en las elecciones y el comportamiento alimentario y nutricional de las personas. Abarcan una amplia variedad de elementos, incluidas las redes sociales, la publicidad digital o la venta online, por citar algunos de los más destacados.
Nadie duda ya del grado de penetración de las tecnologías digitales en nuestra vida diaria. Las decisiones que tomamos sobre lo que comemos y cómo lo hacemos ya no se toman de forma exclusiva en el entorno analógico sino que se ven fuertemente influenciadas por estos entornos alimentarios digitales. Y es que la digitalización se está produciendo actualmente en todas las dimensiones del entorno alimentario, permitiendo que surjan nuevas formas de comprar y vender alimentos.
La evolución que están experimentando los entornos alimentarios digitales los sitúa en un interesante punto para comprender los determinantes de la obesidad, tal y como expone la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su último informe sobre la obesidad en la Región Europea.
Los entornos alimentarios digitales interactúan con los físicos lo que está conduciendo a significativos cambios sociales, culturales, ambientales y económicos, así como a impactos tecnológicos mayores. Razón por la que el informe define la obesogenicidad de los entornos alimentarios digitales como la “suma de influencias, oportunidades o condiciones que el entorno digital posee para promover la obesidad en los individuos o poblaciones”.
En este sentido la OMS alerta de que los entornos alimentarios digitales apenas están presentes en las agendas de salud pública, mientras que un número cada vez mayor de personas dedican gran parte de su tiempo al universo digital. Hecho que se traduce en que las legislaciones se sitúan un paso por detrás y no se cuenta en la actualidad con sólidos marcos regulatorios ante un entorno tan cambiante como el digital.
El informe define la obesogenicidad de los entornos alimentarios digitales como la “suma de influencias, oportunidades o condiciones que el entorno digital posee para promover la obesidad en los individuos o poblaciones”
El creciente número de niños que viven con obesidad, el marketing y la publicidad descontrolados en los entornos digitales y la falta de regulación están sentando unas preocupantes bases con importantes y negativas repercusiones en la salud. El marketing y la publicidad dirigidos a niños se ubican, a menudo, en espacios que están conectados con las emociones como los videojuegos o las redes sociales para animar a los menores a participar y compartirlo con sus contactos. Facebook, Instagram, TikTok, YouTube o Snapchat son plataformas populares entre los niños y las marcas, así como para las empresas de marketing y publicidad.
Si bien existen regulaciones y restricciones que impiden que los menores de edad accedan a estos espacios, lo cierto es que los sistemas de verificación son fácilmente vulnerables se suma el problema de que muchas de las acciones de marketing y publicidad no están identificadas como tal, especialmente cuando se trata de contenidos promocionados por influencers que gozan de la atención de los niños y jóvenes.
Merece una mención también la transformación y evolución de los entornos alimentarios que han ganado una significativa presencia en el espacio online. El auge de los entornos alimentarios digitales se ha acelerado en los últimos años proporcionando una nueva dimensión a la disponibilidad de los alimentos. Un importante avance desde el punto de vista del sector retail y de la publicidad que han visto ampliado su espectro de actuación y público potencial. Fotografía a la que suman las múltiples aplicaciones accesibles desde cualquier dispositivo móvil para comprar comida.
Las tecnologías no suponen necesariamente una amenaza para la salud pública. La OMS señala que el problema reside en cómo se utiliza la tecnología: qué anuncia y cómo se presenta el contenido de estos anuncios
Las tecnologías no suponen necesariamente una amenaza para la salud pública. La OMS señala que el problema reside en cómo se utiliza la tecnología: qué anuncia y cómo se presenta el contenido de estos anuncios. Además se debe tener en cuenta si lo que se está anunciando en las plataformas digitales puede contribuir a la obesidad. Es de vital importancia monitorizar y regular los entornos alimentarios digitales en áreas como la publicidad y marketing de alimentos y bebidas que pueden adquirirse de forma online.
Razón por la que el informe elaborado por la OMS finaliza con una serie de recomendaciones:
- Supervisar la exposición de los niños al marketing y la publicidad en el entorno digital de alimentos y bebidas.
- Desarrollar e implementar medidas gubernamentales obligatorias para restringir la exposición de los niños a la publicidad de alimentos poco saludables. Estas medidas deben incluir criterios claramente definidos para identificar los alimentos cuya comercialización no deba estar destinada a los más pequeños.
- Abordar el problema de la publicidad de marca e incluir un sólido sistema de seguimiento y cumplimiento.
- Llevar a cabo análisis exhaustivos de políticas que aborden la digitalización de los entornos alimentarios, atendiendo de forma especial a elementos como el etiquetado.
- Supervisar la implementación de políticas relacionadas con el marketing digital, las ventas online de alimentos y la entrega de comida a domicilio en la Región Europea de la OMS.
- Asegurar que los restaurantes muestren la información nutricional sobre todos sus productos en sus páginas web y aplicaciones.
- Invertir en acciones de alfabetización alimentaria que ayuden a las personas a distinguir los alimentos y bebidas poco saludables que se venden en los entornos digitales.