Cuando un niño padece parálisis cerebral, el daño que ha sufrido desemboca en enormes dificultades para controlar sus músculos. Depende de la gravedad de las lesiones cerebrales que se hayan producido, podrá llegar a ponerse de pie y andar por sí solo mejor o peor o con ayuda de medios físicos, pero las consecuencias sobre su desarrollo cognitivo y motor requerirán de una rehabilitación multidisciplinar, con la implicación de traumatólogos, psicopedagogos, terapeutas ocupacionales y fisioterapeutas.
La parálisis cerebral infantil, la causa de discapacidad motora en niños más frecuente, afecta a casi uno de cada 500 nacidos en España, según datos de la Confederación Española de Asociaciones de Atención a las Personas con Parálisis Cerebral (ASPACE). No solo modifica la respuesta motora, sino que además suele ir acompañada de epilepsia, alteraciones visuales, auditivas e intelectuales y dificultades de aprendizaje. En el 75% de los casos, la espasticidad (un trastorno que implica un aumento anormal del tono muscular) es el síntoma clínico más frecuente y el principal motivo de alteración de la marcha.
En el último siglo, la irrupción de las tecnologías capaces de compensar los trastornos motores y recuperar funciones olvidadas o no adquiridas por el sistema nervioso ha revolucionado el modo de aplicar los tratamientos
El cerebro puede sufrir estas lesiones durante la gestación, el parto o los tres primeros años de vida del niño debido a diversas causas, como infecciones bacterianas o falta de oxígeno durante el nacimiento. El daño se produce en momentos en que su sistema nervioso central está madurando, lo que provoca que los impulsos innatos de ponerse de pie y empezar a caminar no ocurran de manera adecuada. Su cerebro no es, por tanto, capaz de establecer las conexiones necesarias para controlar de forma correcta el movimiento, la postura y el equilibrio.
“¿Y si hacemos que estos niños pasen por la experiencia de empezar a caminar y evaluamos el potencial que tiene la marcha en su desarrollo cognitivo?”, se pregunta Eduardo Rocon, líder del Grupo de Ingeniería Neural y Cognitiva del CSIC en el Centro de Automática Robótica (CAR, CSIC-UPM), en Arganda del Rey (Madrid), mientras muestra y explica la finalidad de su último prototipo: un exoesqueleto flexible pensado para la rehabilitación de miembros inferiores en niños pequeños, de entre uno y tres años de edad, con parálisis cerebral infantil. Esta especie de aparato de musculación portátil consiste en una plataforma metálica unida a los pies mediante cables y a la cadera y pelvis mediante un dispositivo vestible en forma de calzoncillo. Varios motores ejercen la fuerza necesaria para que el paciente comience a caminar.
En el último siglo, la irrupción de las tecnologías capaces de compensar los trastornos motores y recuperar funciones olvidadas o no adquiridas por el sistema nervioso ha revolucionado el modo de aplicar los tratamientos. Destacan la neurorrobótica, basada en exoesqueletos vestibles que se adhieren al cuerpo, la neuroprotésica, que tiene como objetivo la estimulación de los músculos mediante niveles bajos de corriente, y la realidad virtual, empleada para facilitar el aprendizaje de nuevos dispositivos.
El Grupo de Ingeniería Neural y Cognitiva del CAR lleva más de 15 años trabajando en exoesqueletos que sirven de complemento a las terapias tradicionales de neurorrehabilitación, un campo dirigido al tratamiento de personas que han sufrido un trastorno neurológico y son incapaces de realizar actividades cotidianas como caminar, desplazarse, alimentarse o vestirse. Estos dispositivos muestran beneficios para los pacientes porque su implicación es activa durante la terapia.
"Sabemos por la literatura científica que el hecho de empezar a caminar por primera vez o volver a hacerlo tras una lesión medular o un accidente cerebrovascular estimula enormemente el desarrollo cognitivo de los pacientes. Con este prototipo queremos validar esta hipótesis y estudiar si existe una retroalimentación entre el control motor y el desarrollo cognitivo", añade el investigador del CSIC.