Los trastornos neurológicos, que aglutinan desde depresión crónica, migraña, meningitis, epilepsia, párkinson a demencia, afectaban a unas 1.000 millones de personas en todo el mundo en 2007, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Años después esta cifra se ha multiplicado con el envejecimiento de la población, siendo las enfermedades neurológicas de las patologías más frecuentes que hay a nivel mundial.
Gran parte de estas enfermedades no tienen cura, pero sí tratamientos que consiguen frenar el deterioro, evitar los brotes o paliar los síntomas. Uno de esos tratamientos es la neuromodulación, un tipo de terapia en la que se colocan electrodos en la zona del cerebro dañada para activarla con pequeñas descargas eléctricas. Dentro de estas neuromodulaciones encontramos la estimulación cerebral profunda para tratar la enfermedad de Parkinson, la estimulación de la médula espinal para el dolor crónico y la del ganglio de la raíz dorsal.
Actualmente un paciente que se somete a este tratamiento precisa de un par de semanas de consultas con su neurólogo para adaptar la intensidad del campo eléctrico y la zona donde impacta. Por ejemplo, hasta ahora un paciente con enfermedad de Parkinson que se sometía a una intervención para estimulación cerebral profunda, pasaba unas semanas acudiendo a consulta para adaptar la carga eléctrica hasta mitigar lo máximo posible el temblor o las dificultades para moverse.
Esta plataforma permite al médico hacer un seguimiento de las señales neuronales de los pacientes, observar su situación y poder adaptar de forma inalámbrica el dispositivo
Para que los pacientes no tengan que ir esas primeras veces a la consulta del médico, o cada vez que se le desajuste tener que esperar a que un neurólogo se lo vuelva a ajustar, un equipo de la Universidad de Queensland ha desarrollado una plataforma de atención remota que permite a los pacientes acceder al tratamiento desde cualquier parte del mundo.
En concreto, se trata de unos electrodos insertados quirúrgicamente en el cerebro y cuya estimulación eléctrica se administra a través de un marcapasos monitorizado por un médico gracias a una plataforma digital. Esta plataforma permite al médico hacer un seguimiento de las señales neuronales de los pacientes, observar su situación y poder adaptar de forma inalámbrica el dispositivo.
Como recogen los investigadores en el estudio publicado en la revista Nature, la interfaz remota permite a médicos y pacientes interactuar desde sus propios controladores que se conectan bien por Wi-Fi o por conexión móvil, lo que permite que el doctor ajuste simultáneamente la terapia y establezca parámetros digitales mientras habla con el paciente en cualquier lugar en el que se encuentre.
“En las semanas iniciales de un lanzamiento limitado al mercado, llevamos a cabo 858 sesiones de atención remota y mantuvimos una tasa de éxito sólida y alta”
“En las semanas iniciales de un lanzamiento limitado al mercado, llevamos a cabo 858 sesiones de atención remota y mantuvimos una tasa de éxito sólida y alta”, manifiesta el profesor Peter Silbum, del Queensland Brain Institute y coordinador del estudio en una nota de prensa. La prueba se realizó con diez sujetos, que se pudieron conectar con éxito en una teleconsulta con su médico. Este último pudo modular una variedad de parámetros de programación que incluyen amplitud, frecuencia, ancho de pulso y selección de contacto (longitudinal, radial y direccional) en tiempo real simultáneamente con la evaluación audiovisual. Esto permitía hacer conexiones no solo desde la consulta, sino también desde distintos lugares y facilita un tratamiento más personalizado con decisiones basadas en datos simultáneos.
“A medida que descubramos más sobre los biomarcadores en los trastornos relacionados con el cerebro, refinaremos los sistemas de neuromodulación para mejorar el tratamiento de los trastornos neuropsiquiátricos como la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo, la anorexia y el síndrome de Tourette, por nombrar solo algunos”, concluye el profesor Silburn.