En 2020, alrededor de 627.000 personas murieron en todo el mundo como consecuencia de la malaria, la mayoría de ellas, en el África subsahariana. En un intento de combatir este importante problema de salud pública, especialmente en los países con menos recursos, un grupo de investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus siglas en inglés), el National Institute for Medical Research, la Kilimanjaro Christian Medical Univeristy College y la Universidad de Ottawa (Canadá), han desarrollado un nuevo insecticida que podría contribuir a reducir los casos de malaria.
Se trata del primero desarrollado en más de 40 años que ha demostrado ser seguro y eficaz en un ensayo aleatorizado en el mundo real. Los mosquiteros tratados con este insecticida han reducido los casos de malaria en niños en un 50% en el referido ensayo realizado en Tanzania, de cuyos resultados se hace eco la revista The Lancet.
En las últimas décadas los mosquiteros se han erigido como una de las principales armas en la lucha global contra la malaria, con millones de vidas salvadas. Pero el progreso logrado se ha estancado en los últimos años, en parte porque los mosquitos que propagan la infección han desarrollado una resistencia cada vez mayor a los insecticidas que se emplean en los mosquiteros.
Los mosquiteros tratados con clorfenapir y piretroide redujeron la prevalencia de la malaria en comparación con los mosquiteros existentes en un 43% el primer año del ensayo, y en un 37% en segundo. Este ha contado con la participación de 39.000 hogares y ha evaluado los resultados en más de 4.500 niños con edades comprendidas entre los seis meses y los 14 años.
Han advertido que es importante asegurarse de que los mosquitos no desarrollen rápidamente resistencia al clorfenapir, si se generaliza su uso
Estos mosquiteros han sido desarrollados por BASF (Alemania) y son marginalmente más caros que los mosquiteros convencionales: alrededor de tres dólares por unidad. Pero los investigadores han destacado que el ahorro que las familias experimentarían en materia de prevención compensaba el mayor coste económico de estos mosquiteros.
El clorfenapir funciona de manera diferente al piretroide ya que afecta a los mosquitos al provocarles calambres en las alas lo que les impide volar y, por ende, picar propagando la infección. El químico fue propuesto por vez primera para su uso contra la malaria hace 20 años y se sigue utilizando para el control de plagas desde la década de 1990.
“Esta es la primera evidencia en condiciones de la vida real”, explica en Reuters el doctor Jacklin Mosha, autor principal del estudio realizado por el Instituto Nacional de Investigación Médica de Tanzania.
Junto con el progreso de la vacuna contra la malaria, aprobada recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los responsables de la investigación señalan que el uso de estos mosquiteros podría convertirse en un aliado esencial en la lucha contra la malaria. Sin embargo, han advertido que es importante asegurarse de que los mosquitos no desarrollen rápidamente resistencia al clorfenapir, si se generaliza su uso.