Los microorganismos viven en armonía con el cuerpo humano y aunque es complejo pensar que dentro de nosotros habita una multitud de ecosistemas microscópicos, las bacterias, virus, arqueas y hongos son nuestros propios habitantes.
Uno de los conjuntos de microorganismos más importantes es la microbiota intestinal, compuesta en su mayor parte por miles de especies bacterianas, siendo el intestino grueso el que más acoge.
Así lo explica a SaluDigital.es Carmen Peláez, miembro del Grupo de Biología Funcional de Bacterias Lácticas del Departamento de Microbiología y Biotecnología de Alimentos del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación CIAL-CSIC. “La microflora intestinal se crea en el momento del nacimiento”, detalla, “la madre al dar a luz contagia al bebé con las bacterias de la vagina o por contacto tactorrectal y estas son las primeras bacterias que colonizan su intestino”.
Eso sí, la microbiota puede variar a lo largo de la vida según la edad, el tipo de alimentación, el estrés, el cansancio, y otros factores medioambientales y sociales.
¿PARA QUÉ SIRVE LA MICROBIOTA INTESTINAL?
Una de sus funciones principales es estimular el sistema inmune de la personas, que tiene que ir madurando paulatinamente para no sobrereaccionar a todos los antígenos externos que van entrando.
Y es que, si este proceso de maduración, denominado homeostasis inmunológica, no se produce correctamente porque las bacterias existentes no son las correctas, podría acabar causando, según Peláez, enfermedades crónicas de base inmunológica como alergias, inflamación intestinal, Crohn o colitis ulcerosa.
Por otra parte, la microflora intestinal también cumple una función metabólica: “Nos ayuda a sintetizar las vitaminas que nosotros no podemos producir y a metabolizar compuestos de la dieta, como los polifenoles o la fibra”, especifica la especialista.
En el caso de que la microbiota se vea alterada en este sentido, el riesgo de padecer obesidad, diabetes u otros trastornos metabólicos también se ve incrementado.
Además, una flora intestinal “correcta”, también nos protegerá frente a patógenos externos y parece influir incluso, en nuestro sistema neurológico y cerebral. Carmen Peláez asegura que esto es debido a los neurotransmisores que produce para facilitar las conexiones cerebrales.
Si falla en este ámbito, repercutiría en la función cerebral y de comportamiento pudiendo tener relación con el autismo, alzheimer, depresión o ansiedad crónica.
Eso sí, Peláez insiste a SaluDigital.es, en que “la microbiota no es la única responsable de todas estas patologías, sino uno de los factores representativos en su aparición”.
EN BUSCA DE UNA MICROBIOTA “NORMAL”
Ante la idea de que esta comunidad microbiana, instalada en nuestro intestino, viva sin alteraciones, lo ideal sería perseguir una “microbiota normal”. Sin embargo, no hablamos de microbiotas normales, sino de microbiotas sanas.
“No existe una microflora intestinal normal, simplemente existen perfiles genéricos. Cada uno de nosotros tenemos una “huella intestinal” de forma individualizada. Esto quiere decir que podemos encontrarnos a dos individuos en perfecto estado de salud, pero con una microbiota distinta”, aclara la científica.
Por tanto, una ”microbiota sana” sería aquella que se ha establecido y ha creado una homeostasis correcta sin que afecte a ningún parámetro de la salud del individuo.
AVANCES TECNOLÓGICOS DE IDENTIFICACIÓN Y ANÁLISIS
La tecnología no deja de crecer y la microbiología no iba a quedarse atrás en los avances. Para saber cuáles son las bacterias que componen la microbiota del intestino, se utilizan técnicas moleculares independientes de cultivo bajo el nombre de metagenómica taxonómica. Estas consisten en la amplificación del ADN para ver qué composición tiene la microbiota de un individuo.
La microbióloga del CIAL considera la metagenómica funcional como otro de los grandes avances. “Resulta que a veces”, explica, “es más interesante saber para que sirven esos microorganismos que saber cuáles son exactamente”. Para ello, también con métodos moleculares, se van localizando los genes funcionales y se determina su abundancia.
Con respecto a otras alternativas que utilizan en este Instituto del CSIC, priman los simuladores gastrointestinales para simular in vitro, en unas vasijas de laboratorio, un tracto gastrointestinal desde el estómago hasta el recto.
“El sistema tiene un control de pH y un control de anaerobiosis y lo que hace es inocular una microbiota fecal en las tres partes del colon para después empezar a alimentar el sistema con el nutriente que elijamos”, destaca Peláez.
La experta concluye diciendo que, de esta manera, “podemos estudiar el efecto de una dieta y ver cómo esta va afectando a la microbiota y cómo va utilizando los componentes de esa dieta, así como los metabolitos que va produciendo.”
En definitiva, se trata de un sistema que reproduce in vitro lo que ocurre en nuestro cuerpo, por lo que es mucho más fácil de manejar y el nivel de experimentación es más alto. Se puede comprobar la respuesta de una microbiota determinada a la alimentación.
TRASPLANTE FECAL
El trasplante fecal consiste en transferir heces de una persona sana, previamente tratadas y homogeneizadas, a una persona enferma con el fin de restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal. El preparado a partir de las heces se transfiere, o bien por sonda nasogástrica, o bien durante la realización de una colonoscopia. También pueden transferirse mezclas muy concretas de bacterias aisladas de una persona sana que se pueden conservar durante bastante tiempo para sucesivos trasplantes, lo que podría fomentar su normalización en terapias de restauración microbiana.
Investigadores del CSIC han desarrollado una nueva técnica que separa la microbiota intestinal del resto de material fecal. Es más, podría decirse que consiste en un proceso de centrifugación que desprende los microbios de la material fecal. Una separación que, además de optimizar la conservación de la microbiota a largo plazo, también podría fomentar su normalización en terapias de restauración microbianas.
Como resultado obtenemosun proceso innovador que puede ser clave en un futuro para el tratamiento de enfermedades intestinales altamente limitantes, pero cuya aplicación se encuentra aún en fase inicial de investigación. Por el momento, sólo se ha demostrado su eficacia en el tratamiento por infección recurrente por Colostridium difficile.
Lo que sí queda claro es que los microorganismos que habitan en el intestino son cruciales para la salud humana y que la tecnología aún tiene mucho que aclarar sobre los beneficios, las funciones y la posible manipulación de la microbiota para mejorar nuestra salud.
Uno de los conjuntos de microorganismos más importantes es la microbiota intestinal, compuesta en su mayor parte por miles de especies bacterianas, siendo el intestino grueso el que más acoge.
Eso sí, la microbiota puede variar a lo largo de la vida según la edad, el tipo de alimentación, el estrés, el cansancio, y otros factores medioambientales y sociales.
¿PARA QUÉ SIRVE LA MICROBIOTA INTESTINAL?
Una de sus funciones principales es estimular el sistema inmune de la personas, que tiene que ir madurando paulatinamente para no sobrereaccionar a todos los antígenos externos que van entrando.
"Si el proceso de maduración del sistema inmute estimulado por la microbiota no se produce correctamente podría causar enfermedades crónicas de base inmunológica como alergias, inflamación intestinal, Crohn o colitis ulcerosa"
Y es que, si este proceso de maduración, denominado homeostasis inmunológica, no se produce correctamente porque las bacterias existentes no son las correctas, podría acabar causando, según Peláez, enfermedades crónicas de base inmunológica como alergias, inflamación intestinal, Crohn o colitis ulcerosa.
Por otra parte, la microflora intestinal también cumple una función metabólica: “Nos ayuda a sintetizar las vitaminas que nosotros no podemos producir y a metabolizar compuestos de la dieta, como los polifenoles o la fibra”, especifica la especialista.
En el caso de que la microbiota se vea alterada en este sentido, el riesgo de padecer obesidad, diabetes u otros trastornos metabólicos también se ve incrementado.
Además, una flora intestinal “correcta”, también nos protegerá frente a patógenos externos y parece influir incluso, en nuestro sistema neurológico y cerebral. Carmen Peláez asegura que esto es debido a los neurotransmisores que produce para facilitar las conexiones cerebrales.
Si falla en este ámbito, repercutiría en la función cerebral y de comportamiento pudiendo tener relación con el autismo, alzheimer, depresión o ansiedad crónica.
Eso sí, Peláez insiste a SaluDigital.es, en que “la microbiota no es la única responsable de todas estas patologías, sino uno de los factores representativos en su aparición”.
EN BUSCA DE UNA MICROBIOTA “NORMAL”
Ante la idea de que esta comunidad microbiana, instalada en nuestro intestino, viva sin alteraciones, lo ideal sería perseguir una “microbiota normal”. Sin embargo, no hablamos de microbiotas normales, sino de microbiotas sanas.
"Una ”microbiota sana” sería aquella que se ha establecido y ha creado una homeostasis correcta sin que afecte a ningún parámetro de la salud del individuo"
“No existe una microflora intestinal normal, simplemente existen perfiles genéricos. Cada uno de nosotros tenemos una “huella intestinal” de forma individualizada. Esto quiere decir que podemos encontrarnos a dos individuos en perfecto estado de salud, pero con una microbiota distinta”, aclara la científica.
Por tanto, una ”microbiota sana” sería aquella que se ha establecido y ha creado una homeostasis correcta sin que afecte a ningún parámetro de la salud del individuo.
AVANCES TECNOLÓGICOS DE IDENTIFICACIÓN Y ANÁLISIS
La tecnología no deja de crecer y la microbiología no iba a quedarse atrás en los avances. Para saber cuáles son las bacterias que componen la microbiota del intestino, se utilizan técnicas moleculares independientes de cultivo bajo el nombre de metagenómica taxonómica. Estas consisten en la amplificación del ADN para ver qué composición tiene la microbiota de un individuo.
La metagenómica taxonómica sirve para saber qué bacterias componen la flora intestinal, mientras que la metagenómica funcional determina susu función
Actualmente, ya se están usando las técnicas de secuenciación masiva de tercera o cuarta generación, que identifican la composición de la microbiota en muy poco tiempo a partir de secuenciaciones masivas en paralelo de DNA.La microbióloga del CIAL considera la metagenómica funcional como otro de los grandes avances. “Resulta que a veces”, explica, “es más interesante saber para que sirven esos microorganismos que saber cuáles son exactamente”. Para ello, también con métodos moleculares, se van localizando los genes funcionales y se determina su abundancia.
Con respecto a otras alternativas que utilizan en este Instituto del CSIC, priman los simuladores gastrointestinales para simular in vitro, en unas vasijas de laboratorio, un tracto gastrointestinal desde el estómago hasta el recto.
“El sistema tiene un control de pH y un control de anaerobiosis y lo que hace es inocular una microbiota fecal en las tres partes del colon para después empezar a alimentar el sistema con el nutriente que elijamos”, destaca Peláez.
La experta concluye diciendo que, de esta manera, “podemos estudiar el efecto de una dieta y ver cómo esta va afectando a la microbiota y cómo va utilizando los componentes de esa dieta, así como los metabolitos que va produciendo.”
"La simulación gastrointesinal in vitro reproduce lo que ocurre en nuestro cuerpo y comprueba la respuesta de una microbiota determinada a la alimentación"
En definitiva, se trata de un sistema que reproduce in vitro lo que ocurre en nuestro cuerpo, por lo que es mucho más fácil de manejar y el nivel de experimentación es más alto. Se puede comprobar la respuesta de una microbiota determinada a la alimentación.
TRASPLANTE FECAL
El trasplante fecal consiste en transferir heces de una persona sana, previamente tratadas y homogeneizadas, a una persona enferma con el fin de restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal. El preparado a partir de las heces se transfiere, o bien por sonda nasogástrica, o bien durante la realización de una colonoscopia. También pueden transferirse mezclas muy concretas de bacterias aisladas de una persona sana que se pueden conservar durante bastante tiempo para sucesivos trasplantes, lo que podría fomentar su normalización en terapias de restauración microbiana.
Investigadores del CSIC han desarrollado una nueva técnica que separa la microbiota intestinal del resto de material fecal. Es más, podría decirse que consiste en un proceso de centrifugación que desprende los microbios de la material fecal. Una separación que, además de optimizar la conservación de la microbiota a largo plazo, también podría fomentar su normalización en terapias de restauración microbianas.
Como resultado obtenemosun proceso innovador que puede ser clave en un futuro para el tratamiento de enfermedades intestinales altamente limitantes, pero cuya aplicación se encuentra aún en fase inicial de investigación. Por el momento, sólo se ha demostrado su eficacia en el tratamiento por infección recurrente por Colostridium difficile.
Lo que sí queda claro es que los microorganismos que habitan en el intestino son cruciales para la salud humana y que la tecnología aún tiene mucho que aclarar sobre los beneficios, las funciones y la posible manipulación de la microbiota para mejorar nuestra salud.