Ciencia (y tecnología) que parece ficción, pero que es más real de lo que podemos llegar a imaginar. En 2008, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, en sus siglas en inglés), sorprendió al mundo con la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones (GCH), el acelerador de partículas más potente del mundo. Basta sólo con un par de datos para comprender su magnitud: el “aparato” se extiende a través de un túnel subterráneo de 27 kilómetros en la frontera franco-suiza y es capaz de generar una potencia 100.000 veces mayor que la fuerza gravitacional de la Tierra.
En este sentido, el principal adelanto aportado por el Gran Colisionador ha sido la hadronterapia, para luchar contra el cáncer. Como explica a SaluDigital.es José López Torrecilla, presidente saliente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), se trata de una terapia que, en lugar de usar fotones como la radioterapia, utiliza partículas subatómicas como los protones o los iones de carbono para atacar los tumores con una precisión insólita.
“Si quiero por ejemplo tratar un tumor en un radio de entre tres y cinco centímetros, se puede dirigir la energía creada por el acelerador de partículas a esos centímetros, no irradiando ni dañando las zonas sanas de alrededor, algo que no ocurre en la radioterapia”, señala López. La escasa irradiación dispersa fuera del tumor, además, permite reducir el riesgo de desarrollar segundos tumores en estos pacientes, al tiempo que elimina prácticamente los efectos secundarios en los mismos.
CICLOTRONES Y SINCROTONES
No obstante, en el caso de los ciclotrones, que utilizan un haz de protones, la SEOR calcula que hay al menos 39 equipos en todo el mundo con aplicaciones médicas y, como indica José López, “no existe ningún país en nuestro entorno con más de ocho millones de habitantes que no tenga un centro donde se administre terapia con protones”.
En España, la organización lleva años luchando porque se compre al menos un equipo, puesto que se estima que entre 1.000 y 1.500 pacientes al año podrían beneficiarse de esta terapia, especialmente para tratar tumores pediátricos, oculares, aquellos que se sitúen en la base del cráneo o, en definitiva, los que se sitúan en zonas de difícil acceso donde un tratamiento con radioterapia puede dañar tejidos clave.
“Sabemos que son aparatos muy costosos y parece que el Gobierno apuesta por implantar al menos uno, pero las comunidades autónomas también han de ponerse de acuerdo para financiar el equipo y que al menos haya un centro a nivel nacional”, añade el experto.
TECNOLOGÍA PET
Los equipos con esta tecnología funcionan mediante sustancias radioactivas que se introducen en el paciente y que se desintegran rápidamente, siendo captadas por el equipo y visibilizando, en definitiva, las zonas tumorales en el paciente. La tecnología es incluso capaz de determinar la densidad y la estructura del tumor, incluso cuando aún es muy pequeño.
Además de para la detección del cáncer, donde la tecnología ha supuesto un importante avance, el sistema también puede usarse para el diagnóstico de otras patologías, como determinadas enfermedades neuropsiquiátricas, donde también puede resultar altamente preciso.
Los futuros avances en el Gran Colisionador de Hadrones, señala José López, seguirán aportando innovaciones importantes destinadas a la salud, “gracias a ello se podrán desarrollar nuevos equipos y aplicaciones médicas, especialmente para detectar y combatir tumores. Pero también puede dar lugar a avances relacionados con la investigación farmacéutica, lo que también podría supone un antes y un después en el mundo de la medicina”.
Sin que apenas se hayan cumplido diez años desde los primeros experimentos con el colosal acelerador de partículas del CERN, los profesionales esperan así muchas novedades de cara al futuro. Avances que, en un principio parecerán propios de la ciencia ficción pero que se convertirán en realidad, probablemente, mucho antes de lo que podamos imaginar.
La hadronterapia ataca a los tumores sin dañar los tejidos sanos de alrededor, reduciendo los efectos secundarios y las posibilidades de padecer segundos cánceres
Gracias a los experimentos realizados en él, en 2012 dos científicos confirmaron la existencia del famoso Bosón de Higgs, considerado el descubrimiento del siglo en el mundo de la física y con el que ambos científicos (Peter Higgs y François Englert) ganaron el Premio Nobel de Física un año más tarde. El ámbito de la medicina, por su parte, no ha escapado a los avances realizados gracias al acelerador de partículas gigante, con el que se han logrado importantes novedades que ayudan a mejorar nuestra salud y que, frente a lo que pueda parecer, ya han llegado a la práctica clínica en muchos países.En este sentido, el principal adelanto aportado por el Gran Colisionador ha sido la hadronterapia, para luchar contra el cáncer. Como explica a SaluDigital.es José López Torrecilla, presidente saliente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), se trata de una terapia que, en lugar de usar fotones como la radioterapia, utiliza partículas subatómicas como los protones o los iones de carbono para atacar los tumores con una precisión insólita.
“Si quiero por ejemplo tratar un tumor en un radio de entre tres y cinco centímetros, se puede dirigir la energía creada por el acelerador de partículas a esos centímetros, no irradiando ni dañando las zonas sanas de alrededor, algo que no ocurre en la radioterapia”, señala López. La escasa irradiación dispersa fuera del tumor, además, permite reducir el riesgo de desarrollar segundos tumores en estos pacientes, al tiempo que elimina prácticamente los efectos secundarios en los mismos.
CICLOTRONES Y SINCROTONES
En España, entre 1.000 y 1.500 pacientes se podrían beneficiar al año de la terapia con protones, especialmente en casos de tumores pediátricos o de difícil acceso
La hadronterapia, sin embargo, no se lleva a cabo directamente en el Gran Colisionador, sino en las réplicas a menor escala que han ido surgiendo en diferentes países y cuyos aparatos se llaman ciclotrones o sincrotones, dependiendo de las partículas que utilicen. El caso del sincrotón es el más potente, porque utiliza protones e iones de carbono, aunque este sistema es poco usado en el mundo (hay sincrotones en Suiza, Italia y Japón, que se usan tanto para luchar contra el cáncer como para la investigación).No obstante, en el caso de los ciclotrones, que utilizan un haz de protones, la SEOR calcula que hay al menos 39 equipos en todo el mundo con aplicaciones médicas y, como indica José López, “no existe ningún país en nuestro entorno con más de ocho millones de habitantes que no tenga un centro donde se administre terapia con protones”.
En España, la organización lleva años luchando porque se compre al menos un equipo, puesto que se estima que entre 1.000 y 1.500 pacientes al año podrían beneficiarse de esta terapia, especialmente para tratar tumores pediátricos, oculares, aquellos que se sitúen en la base del cráneo o, en definitiva, los que se sitúan en zonas de difícil acceso donde un tratamiento con radioterapia puede dañar tejidos clave.
“Sabemos que son aparatos muy costosos y parece que el Gobierno apuesta por implantar al menos uno, pero las comunidades autónomas también han de ponerse de acuerdo para financiar el equipo y que al menos haya un centro a nivel nacional”, añade el experto.
TECNOLOGÍA PET
La tecnología PET es incluso capaz de determinar la densidad y la estructura de los tumores
Juntola hadronterapia, otro hito para la medicina, fruto de los experimentos realizados en el Gran Colisionador de Hadrones, ha sido sin duda la tecnología de diagnóstico por imagen PET (siglas en inglés de Tomografía por Emisión de Positrones) que, unida al TAC, ya está perfectamente integrado en el sistema sanitario español.Los equipos con esta tecnología funcionan mediante sustancias radioactivas que se introducen en el paciente y que se desintegran rápidamente, siendo captadas por el equipo y visibilizando, en definitiva, las zonas tumorales en el paciente. La tecnología es incluso capaz de determinar la densidad y la estructura del tumor, incluso cuando aún es muy pequeño.
Además de para la detección del cáncer, donde la tecnología ha supuesto un importante avance, el sistema también puede usarse para el diagnóstico de otras patologías, como determinadas enfermedades neuropsiquiátricas, donde también puede resultar altamente preciso.
Los futuros avances en el Gran Colisionador de Hadrones, señala José López, seguirán aportando innovaciones importantes destinadas a la salud, “gracias a ello se podrán desarrollar nuevos equipos y aplicaciones médicas, especialmente para detectar y combatir tumores. Pero también puede dar lugar a avances relacionados con la investigación farmacéutica, lo que también podría supone un antes y un después en el mundo de la medicina”.
Sin que apenas se hayan cumplido diez años desde los primeros experimentos con el colosal acelerador de partículas del CERN, los profesionales esperan así muchas novedades de cara al futuro. Avances que, en un principio parecerán propios de la ciencia ficción pero que se convertirán en realidad, probablemente, mucho antes de lo que podamos imaginar.