Los injertos óseos se realizan para curar o fortalecer los defectos estructurales del esqueleto causados por alguna lesión o una enfermedad. Actualmente, la introducción de nuevas tecnologías de bioingeniería permite, junto con los injertos óseos, resolver muchos problemas de déficit óseo.
En este sentido, científicos del Instituto de Investigación de la Fundación de Células Madre de Nueva York (NYSCF por sus siglas en inglés) han desarrollado una nueva técnica de ingeniería ósea llamada Ingeniería Segmentaria de Tejidos Aditivos (SATE).
Según se ha publicado en la web de la Fundación, el objetivo de esta técnica es producir injertos óseos de bioingeniería para grandes lesiones óseas, que actualmente son difíciles de tratar con técnicas convencionales. Los defectos óseos se tratan actualmente con sustitutos sintéticos o injertos óseos extraídos de un banco de huesos u otra parte del cuerpo del paciente.
Sin embargo, estos tratamientos a menudo provocan el rechazo inmunitario, no forman el tejido conectivo o la vasculatura necesaria para el hueso funcional y pueden ser superados rápidamente por los pacientes pediátricos.
Esta técnica permitirá a los investigadores combinar segmentos de hueso diseñados a partir de células madre para crear injertos personalizados a gran escala que mejorarán el tratamiento
Esta técnica permitirá a los investigadores combinar segmentos de hueso diseñados a partir de células madre para crear injertos personalizados a gran escala que mejorarán el tratamiento para aquellos que sufren de enfermedades óseas mediante la medicina regenerativa.
Pero cabe destacar que es difícil crear injertos de bioingeniería para grandes lesiones óseas, ya que hacer crecer las células a lo largo de un andamio grande es problemático.
Y es que, a medida que aumenta el tamaño del defecto que debe reemplazarse es más difícil reproducir de manera reproducible un injerto que pueda trasladarse de un laboratorio a la clínica.
Es por este motivo por el que, los investigadores querían diseñar segmentos más pequeños de hueso individualmente y luego combinarlos para crear un injerto que supere las limitaciones actuales en el tamaño y la forma de un hueso.
Hasta ahora, los investigadores han probado la técnica en conejos con un gran defecto del fémur que representa el 30% del volumen óseo, creando un injerto óseo mecánicamente estable.