El Instituto Madrileño de Estudios Avanzados IMDEA Materiales ha iniciado la investigación de una nueva generación de implantes biodegradables para la fabricación de stents cardiovasculares que contribuyan a la curación de enfermos, reduciendo el tiempo que estos necesitan permanecer en su organismo. Razón por la que los investigadores han puesto el foco en el zinc.
Tradicionalmente los implantes médicos se han elaborado empleando acero y aleaciones de cromo-cobalto o titanio. El problema que plantean es que, con el tiempo pueden inducir a un rechazo por parte del sistema inmune. Ante este problema el magnesio y el hierro son los metales que se descomponen de forma orgánica más analizados, pero el primero se degrada de forma muy rápida sin solucionar el problema médico original, mientras que el segundo lo hace de forma lenta y, en ocasiones, los componentes que libera pueden ser de difícil eliminación para el paciente e incluso tóxicos.
“Nosotros lo que hacemos es trabajar con aleaciones de zinc. Nos encontramos en un primer estadio de la investigación viendo cuáles son las mejores aleaciones de zinc para poder utilizarlas luego en otras fases que se llevarán a cabo más adelante”, explica a este medio el investigador del IMDEA, Guillermo Domínguez.
“Hoy en día hacemos ver cómo mejorar el zinc puro, que sabemos que es un material biodegradable, como mejorar algunas de sus propiedades que, por lo que sea, no puede utilizarse ese material por sí solo, entonces lo que hacemos es desarrollar distintas aleaciones”.
"Decidimos utilizar el zinc dadas sus características con respecto a la degradación. Al final lo que queremos es utilizar un material que pueda ser absorbido por el cuerpo para evitar segundas operaciones"
El zinc pertenece a la familia de los materiales biodegradables, de la que también forman parte, por ejemplo, el magnesio y el hierro. “Decidimos utilizar el zinc dadas sus características con respecto a la degradación. Al final lo que queremos es utilizar un material que pueda ser absorbido por el cuerpo para evitar segundas operaciones. El zinc es un material bastante interesante debido a la degradación y gracias a la citocompatibilidad que presenta este material sobre el que ya sabemos que es esencial para el cuerpo humano”.
“Los stents que se utilizan hoy en día, se implantan y debido a problemas a largo plazo como puede ser la reestenosis, es decir, que se vuelva a taponar la arteria donde se haya colocado el stent, se requiera una segunda operación”, lo que implica que el paciente necesite más tratamientos.
El objetivo final es encontrar una aleación que pueda ser utilizada en impresión 3D para ajustar de manera más precisa las necesidades del enfermo y avanzar así en la medicina personalizada. “Los resultados que estamos obteniendo son que el zinc sí que es un material citocompatible y lo que queremos ahora mismo es estudiar distintos tipos de recubrimientos para ver cómo podemos mejorar la práctica clínica y bienestar del paciente”, concluye.