La sociedad española comenzó a llevar mascarillas con la Covid-19. Hasta entonces esta prenda solo se utilizaba en nuestro país en los quirófanos, en contacto con un paciente infeccioso o en las consultas de dentistas. Y cuando más la veíamos era en las imágenes de los países asiáticos como Corea o China donde, por los niveles de contaminación, se han visto obligados a llevar la mascarilla para eludir problemas de respiración.
La tela de la mascarilla es capaz de evitar que nuestro sistema respiratorio entre en contacto con las partículas contaminantes cuando inhalamos. A su vez es capaz de frenar la entrada del virus en más de un 50% de las ocasiones, y evitar que si estamos contagiados se lo transmitamos a los demás.
Con la pandemia nos hemos dado cuenta de la dificultad que supone hacer ciertas actividades con mascarilla, ya que a veces dificulta respirar, acumula el aire que exhalamos, lo que conlleva calor, humedad e incomodidad, y puede quedar atrapado el mal aliento u olores desagradables. Hacer ejercicio es, cuanto menos, complicado cuando llevamos la mascarilla y se producen todos estos efectos. Ante ello, investigadores coreanos han creado una mascarilla que se adapta a cada circunstancia y necesidad del usuario.
La mascarilla cuenta con dos filtro de aire dinámico con microporos que mejoran la transpirabilidad, aunque con una pérdida de eficacia de filtración de aproximadamente un 6%
El estudio, publicado en la revista 'ACS Nano', establece una nueva mascarilla creada a través de Inteligencia Artificial (IA) que se adapta al ejercicio físico y a los momentos de baja contaminación. De esta forma, tanto las personas que las utilizan para evitar la propagación de virus respiratorios como el SARS-CoV-2 como aquellas personas con problemas respiratorios que las usan para filtrar contaminantes dañinos, pueden llevarlas sin preocuparse de si se adaptarán o no a su actividad.
MASCARILLAS PERSONALIZADAS
En concreto, la mascarilla cuenta con dos filtro de aire dinámico con microporos que mejoran la transpirabilidad, aunque con una pérdida de eficacia de filtración de aproximadamente un 6%. A este filtro se suma un sensor, una bomba de aire y un microcontrolador. A través de la inteligencia artificial, el sensor es capaz de captar las partículas en el aire o los patrones respiratorios del usuario durante el ejercicio físico. A partir de esta información el microcontrolador abre o cierra el filtro para aumentar o disminuir la transpirabilidad.
En los estudios los poros de los filtros se abrían más o menos dependiendo tanto de la respiración del usuario como de las partículas en el exterior. Por ejemplo, si la persona que lleva la mascarilla comienza a correr por las calles de una ciudad con altos niveles de partículas contaminantes, el filtro se abre un poco, para mejorar la respiración, pero menos que si se corriera en el campo o en un pueblo con bajos niveles de contaminación.
Además, su capacidad para adaptarse a las características únicas de la respiración de cada persona podría convertirla, según los investigadores, en una mascarilla personalizada que pudiera ayudar a las personas que tengan problemas respiratorios, o que solo la utilicen para salir a correr por asfalto.