Estudiar los factores genéticos heredados, clave para detección precoz de cáncer de riñón en niños

Los planes de tratamiento genéticamente adaptados para niños con un tipo de cáncer de riñón podrían ayudar a proporcionar la atención más eficaz minimizando al máximo los efectos secundarios

Estudiar los factores genéticos heredados, clave para detección precoz de cáncer de riñón en niños (Fuente Wellcome Sanger Institute)
Estudiar los factores genéticos heredados, clave para detección precoz de cáncer de riñón en niños (Fuente Wellcome Sanger Institute)
Diego Domingo
17 marzo 2025 | 12:00 h
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El tumor de Wilms es un cáncer de riñón poco común que afecta principalmente a la población infantil de entre 3 a 4 años. Su frecuencia es menor a partir de los 5 años, aunque tampoco puede descargarse en niños mayores e incluso adultos. En aproximadamente el 30% de los niños con tumor de Wilms se produce un cambio genético hereditario que aumenta el riesgo de desarrollar este cáncer. 

Un reciente estudio publicado en Cancer Discovery, la revista de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer, sugiere que los cambios genéticos heredados predeterminan cómo se desarrollan estos tumores, en qué medida responden a determinados tratamientos y si el individuo afectado tiene mayor riesgo de padecer cánceres secundarios más adelante.

Los autores de este estudio, investigadores del Instituto Wellcome Sanger, el Cambridge University Hospitals NHS Foundation Trust, el Great Ormond Street Hospital, la Universidad de Würzburg y sus colaboradores han trazado un mapa de las diferencias genéticas entre los niños con un tipo de cáncer de riñón infantil llamado tumor de Wilms. Los expertos indican que distintas predisposiciones genéticas dan lugar a diferentes vías de desarrollo tumoral y estructuras renales, y han identificado las que restringen el crecimiento de los tumores. También descubrieron que los tumores de Wilms se desarrollan de forma diferente en quienes carecen de predisposición genética.

“Adaptar los programas de tratamiento y cribado a la composición genética del niño podría garantizar que todos reciban la atención más eficaz”

Las conclusiones del estudio sugieren que adaptar los programas de tratamiento y cribado a la composición genética del niño podría garantizar que todos reciban la atención más eficaz. En el futuro, esta investigación podría ayudar a desarrollar nuevas terapias para determinadas alteraciones genéticas y a identificar a los niños que podrían necesitar una cirugía menos invasiva. En el Reino Unido, cada año se diagnostica el tumor de Wilms en unos 85 niños.

"Ciertos cambios genéticos con los que nacen los niños pueden predisponer al tumor de Wilms. Lo que demostramos en nuestra investigación es que los cánceres se desarrollan de distintas maneras, dependiendo de cuál sea el cambio genético subyacente”, explica la Dra. Taryn Treger, coautora del estudio del Instituto Wellcome Sanger. “Esto significa que en algunas predisposiciones podemos predecir con exactitud qué cambios genéticos adicionales conducen al desarrollo del cáncer, lo que allana el camino para identificar tratamientos que interfieran con la formación del cáncer en primer lugar”, añade.

Aunque estos tumores pueden producirse por un cambio genético espontáneo durante el desarrollo en el útero, en aproximadamente el 30% de los casos, una predisposición genética subyacente puede aumentar el riesgo de desarrollar un tumor de Wilms. Tradicionalmente, los niños con tumor de Wilms se someten a pruebas de predisposición si presentan características específicas, como tumores en ambos riñones.

En la actualidad, el tratamiento del tumor de Wilms en niños predispuestos debe equilibrar la extirpación de una cantidad suficiente del tumor renal para ayudar a reducir el riesgo de tumores secundarios en etapas posteriores de la vida y, al mismo tiempo, preservar la mayor cantidad posible de función renal. Las estrategias para preservar el tejido renal normal incluyen quimioterapia, ciertos tipos de cirugía y ciclos prolongados de quimioterapia postoperatoria, junto con una estrecha vigilancia para detectar recidivas.

“Es crucial financiar estudios que no sólo busquen formas de mejorar las posibilidades de supervivencia de los jóvenes, sino también de reducir los efectos secundarios del tratamiento”

El tratamiento clínico de los niños con una predisposición conocida difiere del de los niños con un cambio genético espontáneo, debido al mayor riesgo. Al conocer mejor cómo influye la genética en el desarrollo del tumor de Wilms, los investigadores podrían identificar a los niños con menor riesgo de sufrir tumores secundarios y utilizar esta información para diseñar enfoques quirúrgicos y programas de cribado, así como para desarrollar nuevas terapias.

El director Ejecutivo de The Little Princess Trust, Phil Brace, que apoyó esta investigación afirma que el tratamiento del cáncer infantil puede tener importantes efectos adversos para el niño que lo padece y para quienes le rodean: “Creemos que es crucial financiar estudios que no sólo busquen formas de mejorar las posibilidades de supervivencia de los jóvenes, sino también de reducir los efectos secundarios del tratamiento. Tenemos la esperanza de que esta investigación pueda ayudar a adaptar los tratamientos en el futuro".

NUEVO ESTUDIO

En este nuevo estudio, los investigadores mapearon genéticamente varios centenares de muestras de tejido de 137 niños con tumor de Wilms. Entre ellos había 71 niños con predisposición genética, algunos de los cuales presentaban síntomas precoces. El equipo demostró que el desarrollo del tumor difería en los niños con predisposición genética. Esto dependía del gen afectado y del momento en que se activaba durante el desarrollo en el útero, lo que se conoce como momento evolutivo.

Se descubrió que las distintas predisposiciones genéticas al tumor de Wilms provocaban cambios específicos en el ADN en la infancia que causaban la formación del tumor. Estos cambios en el ADN se conocen como mutaciones impulsoras, algunas de las cuales aumentaban el riesgo de los niños de padecer cánceres secundarios, además del tumor de Wilms. En concreto, los cambios genéticos en los genes WT1 y TRIM28 dieron lugar a la acumulación de mutaciones impulsoras adicionales en vías específicas, que podrían ser objeto de desarrollo farmacológico en el futuro.

La predisposición genética también influyó en la arquitectura tisular de los riñones, lo que podría explicar por qué algunos niños desarrollan neoplasias renales no cancerosas antes que tumores cancerosos. Los recientes hallazgos indican que la predisposición puede dictar cómo se desarrolla el tumor de Wilms, con patrones específicos en función del cambio genético. Los investigadores sugieren que, en el futuro, podría ser posible adaptar los programas de tratamiento y cribado al tipo de predisposición genética de un niño, para garantizar que reciba la atención más eficaz.

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