En la actualidad, los stents esofágicos se dejan en el cuerpo de forma permanente o se retiran endoscópicamente cuando ya no se necesitan, en la mayoría de los casos están fabricados de metales como el nitinol, una aleación de níquel y titanio.
Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han desarrollado unos nuevos stents hechos de aluminio que pueden desintegrarse al exponerlos a un metal líquido conocido como galio-indio eutéctico (EGaIn). Esta técnica también podría funcionar pintando el líquido sobre las grapas utilizadas para mantener unida la piel, eliminando así, la necesidad de procedimientos quirúrgicos o endoscópicos para extraerlos.
El galio puede difundirse a través de los límites de grano del metal (líneas fronterizas entre los cristales que lo forman) provocando que se rompa. Basándose en este fenómeno, el equipo del MIT demostró que a través del diseño de metales con diferentes tipos de estructuras granulares, podían romperlos en pedazos pequeños o que se fracturaran en un punto determinado. Además apuntan que el galio evita que el aluminio forme una capa protectora de óxido en su superficie, lo que aumenta la exposición del metal al agua y mejora su degradación.
"Lo que esto permite, potencialmente, es la capacidad de tener sistemas que no requieren una intervención como una endoscopia o un procedimiento quirúrgico para la extracción de dispositivos"
Los investigadores también crearon nanopartículas y micropartículas de galio-indio y demostraron que estas, suspendidas en líquido, también podían descomponer estructuras de aluminio. En el inicio los investigadores se centraron en crear dispositivos que pudieran descomponerse en el tracto gastrointestinal, pronto se dieron cuenta de que también podrían aplicarse a otros dispositivos biomédicos, como grapas y sten.
Para demostrar las aplicaciones GI, los investigadores diseñaron un dispositivo en forma de estrella, con brazos unidos a un elastómero central por un tubo de aluminio hueco. Apuntan que los medicamentos se pueden llevar en los brazos y la forma del dispositivo ayuda a que se retenga en el tracto GI durante un período prolongado.
Los autores también demostraron que un stent de aluminio que diseñaron podría implantarse en el tejido esofágico y luego descomponerse con galio-indio. Ahora están trabajando para ver si pueden crear dispositivos solubles a partir de nitinol y otros metales.
"Es un fenómeno realmente dramático que se puede aplicar a varios entornos. Lo que esto permite, potencialmente, es la capacidad de tener sistemas que no requieren una intervención como una endoscopia o un procedimiento quirúrgico para la extracción de dispositivos", concluye Giovanni Traverso, profesor asistente de desarrollo de carrera Karl van Tassel de Ingeniería Mecánica en el MIT y gastroenterólogo en el Hospital Brigham and Women's.