Electrodos contra los trastornos obsesivos compulsivos (TOC)

Un ensayo en el que participa la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) destaca el beneficioso papel que tiene la terapia con electrodos para el tratamiento de los TOC, pudiendo lograr una mejoría hasta ahora impensable.

Imagen cerebro en 3D (Foto. Freepik)
Imagen cerebro en 3D (Foto. Freepik)
21 septiembre 2019 | 00:00 h

¿Y si la estimulación del cerebro por medio de electrodos pudiese ser la clave para curar el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)? Esa fue la pregunta que se hizo un equipo de investigadores españoles, entre ellos Bryan Strange, del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y liderado desde el Departamento de Neurocirugía del Hospital Clínico San Carlos, que ha logrado demostrar que esta forma de estimulación puede resultar muy beneficiosa para tratar las personas que padecen estos trastornos, incluso cuando otros tipos de tratamiento han fracasado. Los resultados son prometedores: el 85,7% de los pacientes tratados en este estudio mejoraron.

El 85,7% de los pacientes tratados en este estudio mejoraron

El trastorno obsesivo compulsivo  se caracteriza por la presencia de pensamientos inquietantes u obsesiones y comportamientos o pensamientos repetitivos que incapacitan, en muchos casos para seguir una vida normal.  “El empleo de electrodos para tratar algunas patologías, como los temblores asociados a la enfermedad de Parkinson, es una práctica que ya está establecido en el ámbito clínico”, explica Bryan Strange. “Sin embargo, en el caso de las enfermedades psiquiátricas como el TOC, a diferencia de condiciones neurológicas donde la sintomatología está de algún modo estandarizada entre los pacientes, los síntomas psiquiátricos presentan una gran heterogeneidad, lo cual hace más difícil establecer un tratamiento”, añade.

El trabajo desarrollado por los investigadores y publicado en Brain Stimulation, consistió en la colocación de un electrodo de estimulación de cuatro polos en el núcleo caudado y el núcleo accumbens del cerebro  (las regiones en las que se cree que subyace el origen de este comportamiento patológico).

La técnica  permite elegir uno de los cuatro contactos de estimulación para producir el mejor resultado clínico en función de los síntomas del paciente. A los pacientes participantes en el estudio se les realizó, previamente a la implantación de los electrodos, una resonancia magnética funcional con provocación de los síntomas mediante imágenes relacionadas con los síntomas propios de su enfermedad.

TRATAMIENTOS MÁS PERSONALIZADOS

El ensayo se dividió en cinco periodos correspondientes al encendido de cada electrodo y un periodo placebo en el que no había estimulación. El orden de activación de cada electrodo también era diferente en cada uno de los sujetos con trastorno obsesivo compulsivo que participaron en el ensayo y el tratamiento se prolongó un mínimo de tres meses en cada paciente.

“Se trató a un total de siete pacientes diagnosticados de trastorno obsesivo-compulsivo grave y resistente al tratamiento farmacológico y a la terapia cognitivo-conductual”, explica Strange. “Al finalizar el ensayo el 85,7% de los pacientes tratados, presentaba una respuesta terapéutica de mejoría de los síntomas”, explica el investigador del CTB-UPM.

El trabajo pone de manifiesto la importancia de actuar de manera personalizada en este tipo de trastornos

“El estudio también nos dio la posibilidad de comprobar si la diana óptima de estimulación cerebral profunda era la misma para todos los pacientes o si ésta podría personalizarse en función de los síntomas predominantes en cada uno de ellos, lo que parece un punto de vista más acertado a la hora de abordar el tratamiento a la vista de los resultados obtenidos”, añade. “Además, hemos sido capaces de demonstrar una estrecha relación entre la diana optima de estimulación y la que predice un índice que combina los resultados de un estudio de los tractos de materia blanca de cada paciente con la resonancia magnética funcional durante provocación de síntomas.”

El trabajo pone de manifiesto la importancia de actuar de manera personalizada en este tipo de trastornos, frente a las técnicas estandarizadas, en las que la tasa de respuesta nunca ha sido superior al 50%,  y abre la puerta a nuevas formas de abordar la enfermedad en pacientes que no han respondido a otros tratamientos.

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