El dolor crónico afecta a millones de personas en todo el mundo y los tratamientos actuales a menudo dependen de los peligrosos opioides, conocidos por conllevar riesgos de adicción y sobredosis. Ante este panorama, las alternativas no adictivas podrían revolucionar el tratamiento del dolor.
En este sentido, una investigación publicada en 'Science Advances', dirigida por Wade Van Horn , profesor de la Escuela de Ciencias Moleculares y del Centro de Biodiseño para Diagnósticos Personalizados de la Universidad Estatal de Arizona, ha descubierto nuevos conocimientos sobre el principal sensor humano del frío y del mentol (TRPM8). Un estudio que acerca a los científicos al desarrollo de analgésicos que no afecten la temperatura corporal y no conlleven riesgos de adicción.
"Al comprender la historia evolutiva de TRPM8, esperamos contribuir al diseño de mejores medicamentos que ofrezcan alivio y no sean tan peligrosos como los analgésicos actuales”
“Si podemos empezar a entender cómo disociar la detección química del frío de la detección real del frío, en teoría, podríamos fabricar estos medicamentos sin efectos secundarios. Al comprender la historia evolutiva de TRPM8, esperamos contribuir al diseño de mejores medicamentos que ofrezcan alivio y no sean tan peligrosos como los analgésicos actuales”, afirmó Van Horn.
En la investigación, el equipo utilizó la reconstrucción de secuencias ancestrales, una “especie de máquina del tiempo para proteínas”, en el que recopilaron el árbol genealógico TRPM8 para determinar cómo eran las proteínas de animales extintos. Mediante el uso de métodos computacionales los investigadores consiguieron comprender cómo ha cambiado TRPM8 a lo largo de la historia y, por lo tanto, cuál es su funcionamiento.
En este sentido, Banu Ozkan, profesor del Departamento de Física de la ASU, y uno de los participantes en el estudio, apuntó que el análisis de la dinámica comparativa del TRPM8 ancestral y humano también respalda los datos experimentales y “nos permitirá identificar sitios críticos en la detección de temperatura, que probaremos pronto".
“Los estudios basados en proteínas ancestrales nos permiten centrarnos en el linaje de mayor interés, como el TRPM8 humano, para aliviar las preocupaciones que surgen en el descubrimiento de fármacos a partir de las diferencias de especiación, como en ratones y humanos”, resaltó el autor del estudio, Dustin Luu, ex alumno de doctorado de la Facultad de Ciencias Moleculares de la ASU y actual investigador postdoctoral en el Centro de Biodiseño para Diagnósticos Personalizados de la ASU.
"La diferencia en la apariencia y la atenuación de estos modos de activación sugiere que son independientes y que se puede continuar con la investigación para desarrollar nuevas terapias para el dolor sin los efectos secundarios adversos"
A medida que la ciencia continúa descubriendo los misterios de los mecanismos biológicos, estudios como este ejemplifican cómo la biología evolutiva y la farmacología moderna pueden colaborar para abordar necesidades médicas urgentes y mejorar la calidad de vida de quienes sufren dolor crónico.
“Descubrimos que, sorprendentemente, la detección del mentol apareció mucho antes que la detección del frío. La diferencia en la apariencia y la atenuación de estos modos de activación sugiere que son independientes y que se puede continuar con la investigación para desarrollar nuevas terapias para el dolor sin los efectos secundarios adversos en la detección y regulación térmica, que han afectado a los ensayos clínicos dirigidos al TRPM8”, concluyó Luu.