Los expertos están experimentando con estos tejidos artificiales para encontrar medicamentos compatibles
El tratamiento de, por ejemplo, un corazón dañado por un infarto de miocardio con células regenerativas o tejidos normalmente requiere una intervención quirúrgica invasiva, recuerda Milica Radisic, la experta al frente de este proyecto. Para evitar este tipo de operaciones a corazón abierto, su equipo de investigadores ha desarrollado una técnica que les permite inyectar con una pequeña jeringuilla el "parche reparador", diminutas y finas láminas tridimensionales fabricadas con polímeros biocompatibles y biodegradables que replican con exactitud el tejido humano.Es el caso de uno de sus dispositivos, bautizado como "AngioChip", una pequeña "tirita" de tejido coronario que presenta sus propios vasos sanguíneos y células capaces de mantener un ritmo cardiaco constante. De momento, los expertos están experimentando con estos tejidos artificiales para encontrar medicamentos compatibles y detectar efectos secundarios, pero el objetivo a largo plazo es inyectarlos en cuerpos humanos para reparar daños en órganos.
"El efecto de forma-memoria está basado en propiedades físicas, no químicas"
Según Radisic, no siempre es posible operar "a corazón abierto" a un paciente que ha sufrido, por ejemplo, un infarto ya que, debido a su debilidad, estas intervenciones presentan a menudo "más riesgos que beneficios". El "AngioChip", fruto de tres años de trabajo, se ajusta a las propiedades mecánicas del tejido del órgano que se quiere curar, en este caso un corazón, y guarda en su memoria la forma a la que tiene que adaptarse.Cuando el parche sale de la aguja, explica la experta, se despliega como una "tirita" o como una venda pequeña para acoplarse al órgano en cuestión. "El efecto de forma-memoria está basado en propiedades físicas, no químicas", señala Radisic, quien destaca que esta característica favorece "el proceso de acoplamiento" del parche, pues no necesita "inyecciones adicionales" y no se ve afectado por la "condiciones del organismo".
Antes, los expertos crean una especie de cultivo para que el parche se integre con células cardiacas reales, y después de varios días de crecimiento lo inyectan en ratas y cerdos de laboratorio. El dispositivo no solo es capaz de acoplarse y adoptar casi el mismo tamaño que el de un parche implantado a través de técnicas más invasivas, sino que, además, las células cardiacas sobreviven al procedimiento.