Científicos británicos han desarrollado un dispositivo de imagen cerebral ligero y altamente sensible que se puede usar como casco, lo que permite que el paciente se mueva de forma casi natural.
Con este nuevo dispositivo, los pacientes podrán estirarse, asentir e incluso beber té o jugar ping pong mientras se registra su actividad cerebral, a través del sistema de magnetoencefalografía (MEG).
Precisamente, estos investigadores esperan que el nuevo escáner mejore la investigación y el tratamiento para los pacientes que no pueden usar escáneres MEG fijos tradicionales, como niños con epilepsia, bebés o pacientes con trastornos como el párkinson.
En este sentido, Gareth Barnes, uno de los líderes de la investigación, ha afirmado que "el dispositivo tiene el potencial de revolucionar el campo de la imagen cerebral y transformar las preguntas científicas y clínicas que se pueden abordar con imágenes cerebrales humanas".
Los escáneres MEG actuales presentan dificultades cuando los pacientes no pueden permanecer quietos
Y es que, los escáneres MEG actuales pesan hasta media tonelada, en parte porque los sensores que usan para medir el campo magnético del cerebro deben mantenerse muy fríos, concretamente, a menos 269 grados Celsius.
Asimismo, éstos presentan dificultades cuando los pacientes no pueden permanecer quietos, por ejemplo niños muy pequeños o personas con trastornos del movimiento, ya que incluso un movimiento de cinco milímetros puede hacer que las imágenes no se puedan utilizar.
Ahora, con el nuevo escáner no habrá esos problemas. Precisamente, ese ha sido el cometido de los investigadores, superar esos problemas a través del uso de sensores cuánticos, los cuales son livianos, trabajan a temperatura ambiente y pueden colocarse directamente sobre el cuero cabelludo, aumentando las señales que pueden captar.
En este punto, Matt Brookes, quien trabajó con Barnes y construyó el prototipo en la universidad Nottingham, ha explicado que el escáner portátil ofrece nuevas posibilidades para medir la función cerebral de las personas durante las tareas del mundo real y las interacciones sociales.
"Esto tiene un gran potencial en nuestra comprensión, no solamente de la función cerebral saludable, sino también en un rango de condiciones neurológicas, neurodegenerativas y de salud mental", ha comentado el científico.