Las células inmunitarias, llamadas macrófagos, constituyen una parte importante de los tumores sólidos. Su densidad puede ser determinante en la respuesta al tratamiento, por lo que contarlos de forma no invasiva será esencial para que los profesionales puedan decidir que tratamiento es el más efectivo.
Para cubrir esta necesidad, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de San Diego han concedido dos subvenciones a un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California. Se trata de una ayuda de 6,7 millones de dólares, para poner a prueba clínicamente una tecnología que examine y cuantifique de forma no invasiva estos macrófagos.
Este método se basa en la administración de pequeñas gotas de un tinte a los macrófagos, que luego pueden ser detectadas mediante resonancia magnética (MRI). El equipo de investigación probará esta tecnología, denominada TAM-Sense, en pacientes con tumores recurrentes en la cabeza y el cuello. Con este estudio clínico de fase I será la primera vez que se evalúa TAM-Sense en pacientes. Además, el equipo adaptará la tecnología para su uso con tomografía por emisión de positrones (PET), lo que permitirá imágenes de todo el cuerpo.
“Los métodos actuales que utilizan biopsias son invasivos y algunos tumores son inaccesibles a la biopsia. Existe una necesidad urgente de nuevas tecnologías de imágenes de todo el cuerpo”
"Visualizar los sitios inflamatorios de un paciente en todo el cuerpo será invaluable para un diagnóstico clínico preciso y para planificar intervenciones terapéuticas precisas", explica Eric Ahrens, Ph.D., profesor del Departamento de Radiología de la Facultad de Medicina de UC San Diego. “Los métodos actuales que utilizan biopsias son invasivos y algunos tumores son inaccesibles a la biopsia. Existe una necesidad urgente de nuevas tecnologías de imágenes de todo el cuerpo”, añade.
TAM-Sense es un líquido que contiene gotas muy pequeñas de un tinte biológicamente inerte a base de fluorocarbono, que se dispersa en el torrente sanguíneo tras la inyección. Los macrófagos detectan y absorben estas gotas, acumulándose en los sitios de inflamación. Para detectar el tinte dentro de los macrófagos se utiliza un escáner de MRI especialmente modificado. Para el paciente, la experiencia es similar a una resonancia magnética estándar.
Además de su uso en el cáncer, esta tecnología podría tener aplicaciones clínicas amplias en otras enfermedades con componentes inflamatorios sustanciales, como trastornos autoinmunitarios, enfermedades cardiovasculares y enfermedades infecciosas. Dado que los macrófagos a menudo se encuentran en sitios de dolor en el cuerpo, las herramientas de imagen que puedan localizar anatómicamente estos sitios permitirán un manejo más preciso del dolor.
"En este momento, estamos probando una iteración de la tecnología en pacientes, pero también hay una historia más importante en juego en términos de potenciar la resonancia magnética y la tomografía por emisión de positrones con una precisión sin precedentes, lo que podría tener implicaciones de amplio alcance para el diagnóstico en su conjunto", afirma Ahrens. "Esto es solo el primer paso”, concluye.