Un estudio publicado por la Asociación Española de Pediatría (AEP) indica que la realidad virtual (RV) durante la extracción de sangre disminuye el dolor percibido por los niños y aumenta la satisfacción de sus familiares. Esta supone una nueva opción frente a los métodos farmacológicos y no farmacológicos utilizados anteriormente.
En el primer caso se encuentran los anestésicos tópicos como EMLA; en la ansiedad asociada, son útiles fármacos como el óxido nitroso o el midazolam intranasal; y para los procedimientos que conllevan dolor intenso, se pueden administrar fármacos como la morfina, el fentanilo o la ketamina. Por parte de métodos no farmacológicos se encuentran: métodos de apoyo (presencia de familiares), cognitivos (distracción activa y pasiva), comportamentales (respiración profunda) y físicos (frío local).
Desde la AEP realizaron un ensayo clínico aleatorizado multicéntrico en el que participaron cinco centros de salud y dos hospitales comarcales de la Comunidad Valenciana
En cuanto a la RV, los autores del estudio ‘Utilidad de la realidad virtual en el manejo del dolor asociado a venopunción’ apuntan que se trata de un método de distracción activa que se define como “un entorno generado por ordenador, interactivo, tridimensional”, que consigue unainmersión en el que el juego permite disminuir la atención al estímulo doloroso, lo que representa una ventaja clara frente a otros distractores.
Dentro de la propia RV, existen diferentes dispositivos para utilizarla, como pueden ser una pantalla y auriculares, u otros que necesitan de un dispositivo móvil. Los investigadores señalan que estos últimos suelen ser más económicos y pueden ser adecuados para niños mayores de cuatro años, por ello recomiendan su utilización.
Desde la AEP realizaron un ensayo clínico aleatorizado multicéntrico en el que participaron cinco centros de salud y los dos hospitales comarcales de un mismo departamento de salud de la Comunidad Valenciana.
El tamaño muestral se calculó a partir de la población de 7 a 12 años sometida a analíticas ordinarias en 2019, considerando una potencia estadística de 90%, obteniendo un tamaño muestral de 83 pacientes. Se incluyeron los niños de entre 7 y 12 años, que accedieron, tanto ellos como sus padres o tutores, a participar en el estudio mediante la firma del consentimiento informado. Además, se excluyeron los pacientes con retraso psicomotor y neurocognitivo, por la difícil valoración de la ansiedad.
Un 83,7% registró una ausencia de dolor o aseguró que fue leve. Mientras que en el caso estándar, se quedaron solo en un 57,5%
Los resultados mostraron que los 83 pacientes, con una edad media en torno a los nueve años, y siendo un 44,6% de niñas, se dividieron en dos grupos. En el que utilizó esta tecnología, un 83,7% registró una ausencia de dolor o aseguró que fue leve. Mientras que en el caso estándar, se quedaron solo en un 57,5%, esto supone una reducción del dolor en el 26% de los niños.
Otro de los datos que aportan en este estudio se trata de la ansiedad puntuada mediante la Groningen Distress Scale, que mostró resultados de calma (puntuación 1) o levemente ansiosos (puntuación 2) en el 81% de los niños, sin diferencias estadísticamente significativas entre grupos Sin embargo, en el grupo control hubo 6 pacientes con puntuaciones mayores a 3 en la Groningen Distress Scale, mientras que no hubo ningún paciente con dicha puntuación en el grupo intervención. Por último, de los niños que emplearon gafas, el 93% no mostró ansiedad o esta fue leve, frente al 72% de los controles, mostrando de nuevo una mejoría.