Los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares son la principal causa de muerte en los Estados Unidos, y el 70% de ellos están causados por placas de colesterol que obstruyen los vasos sanguíneos.
A pesar de la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares, los intentos para predecir quién está en riesgo de sufrirlos no son muy buenos. Los modelos de riesgo actuales analizan la masa corporal, la circunferencia de la cintura y la proporción de diversas grasas en la sangre de una persona, pero es difícil usar ese modelo para predecir con confianza si es probable que alguien sufra un ataque al corazón en los próximos cinco años, por ejemplo.
''Comenzamos a observar macrófagos, células que comen lípidos adheridos a las paredes de los vasos sanguíneos'', ha señalado Beiyan Zhou, inmunólogo de la Facultad de Medicina de la UConn, quien ha añadido que ''después de comer la grasa, estos se vuelven espumosos''.
Según explican desde la Facultad de Medicina de la UConn, estos macrófagos no tienen buena fama entre los cardiólogos. Y es que, a menudo se encuentran en placas a lo largo de las secciones inflamadas de los vasos sanguíneos. Se sabe que la placa espumosa es la peor placa, ya que está asociada a una enfermedad cardiovascular avanzada.
A pesar de la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares, los intentos para predecir quién está en riesgo de sufrirlos no son muy buenos
Por ello, Beiyan Zhou y otros investigadores del Estudio multiétnico de la arterosclerosis (MESA) observaron más de cerca las células espumosas para ver cómo se relacionaba su consumo de lípidos con los ataques cardíacos, la artritis e incluso el síndrome del intestino irritable.
El grupo descubrió que los macrófagos espumosos son en su mayoría ''un equipo de limpieza que come grasa untada en los lugares equivocados''. Si se evita que los macrófagos se limpien, la enfermedad cardiovascular empeora. Pero en las personas con diabetes, enfermedades autoinmunes o que toman ciertas inmunoterapias, los macrófagos que comen lípidos se comportan de manera diferente. Todavía consumen lípidos, pero también se inflaman y pueden empeorar las placas en las arterias, e incluso precipitar rupturas que conducen a que fragmentos de placa fluyan por el torrente sanguíneo hasta que se atrapan en otro lugar, lo que podría causar una obstrucción.
''La formación de espuma no es necesariamente mala; esta es la primera vez que podemos distinguir una buena y una mala formación de espuma. Es la mala formación de espuma lo que puede causar un ataque al corazón'', ha detallado Zhou.
Para continuar con la investigación, se dio al equipo acceso a un conjunto de datos de personas que desarrollaron o no enfermedades cardíacas en los últimos 20 años. La base de datos rastrea los monocitos, los precursores de los macrófagos, así como los antecedentes genéticos de los participantes.
Los datos de MESA permitieron que el equipo creara un modelo de 30 genes a partir de un grupo de genes de mala formación de espuma revelados por AtheroSpectrum, un programa creado por el equipo de Zhou. Combinado con datos clínicos sobre la presión arterial, los medicamentos actuales y el estado de la diabetes, el modelo dio una puntuación muy precisa de las posibilidades de que una persona sufra un derrame cerebral o un ataque al corazón en los próximos 5 años. Su puntaje fue mejor en la predicción de eventos adversos que las mejores prácticas actuales utilizadas por los cardiólogos.