La artritis es una hinchazón y sensibilidad en una o más articulaciones. Una patología que provoca la degradación de las estructuras articulares, particularmente el cartílago, encargado de proteger las articulaciones y hacer que estas se muevan de forma suave. Su degradación hace que no se absorba bien el golpe de presión cuando hacemos un movimiento y que los huesos se dañen al rozar entre ellos, causando dolor, hinchazón y rigidez.
En España esta enfermedad inflamatoria afecta a más de de medio millón personas, un 0,82% de la población, según la Asociación Coordinadora Nacional de Artritis. No existe cura y su tratamiento busca paliar los síntomas de dolor e inflamación, o frenar el avance del daño articular como los esteroides o los medicamento antirreumáticos modificadores de la enfermedad.
En algunos casos a veces se procede a reemplazar el cartílago por una pieza sana extraída de un donante, lo que puede causar rechazo, o de otra parte del cuerpo, lo que podría dañar la parte de la que lo extraemos. Es un suministro limitado, por lo que normalmente se tratan a los pacientes con fármacos que no son capaces de revertir el avance de la enfermedad.
Al material se le ha añadido una propiedad que es ser capaz de crear una pequeña ráfaga de electricidad cuando se le aprieta
Ante ello bioingenieros de UConn han desarrollado un material capaz de regenerar un cartílago. Las pruebas se han realizado en la rodilla de un conejo y ha sido un éxito. Un elemento prometedor que los investigadores esperan que permita curar las articulaciones en humanos.
Se trata de un biomaterial diseñado con nanofibras de ácido poli-L láctico, un polímero biodegradable utilizado para coser heridas quirúrgicas. A este material se le ha añadido una propiedad que es ser capaz de crear una pequeña ráfaga de electricidad cuando se le aprieta, situación que se produce con el movimiento regular de la articulación, es decir, cuando se camina, se dobla la pierna, un brazo…
Los expertos señalan que este campo eléctrico débil pero constante anima a las células a colonizarlo hasta convertirse en cartílago. “No se necesitan factores de crecimiento externos ni células madre (que son potencialmente tóxicas o tienen riesgo de eventos adversos no deseados) y, lo que es más importante, el cartílago que crece es mecánicamente robusto”, indican.
Este sistema de utilizar pequeñas cargas eléctricas ya se han utilizado con anterioridad para hacer crecer partes del cuerpo como el cabello. En ese caso se trataba de un dispositivo que se coloca debajo de la gorra y que recolecta energía de los movimientos naturales de la cabeza y la convierte en pulsos eléctricos que estimulan el crecimiento del cabello
El material para los cartílagos, que sigue esta misma estrategia, ha sido probado en la rodilla de un conejo herido. El injerto permitió al animal hacer ejercicio en una cinta y el cartílago volvió a crecer normalemnte. “La electricidad es un fenómeno que también existe en el cuerpo humano. Hueso, cartílago, colágeno, ADN y varias proteínas tienen una respuesta a la electricidad. Nuestro enfoque para la curación del cartílago tiene una gran traslación clínica y analizaremos el mecanismo de curación relacionado”, señala Yang Liu, becaria postdoctoral en el grupo de Nguyen y autora principal del trabajo publicado.
El siguiente proceso será probarlo en animales más grandes, que se aproximen más a los humanos, con un periodo de observación de un año o incluso dos, “para ver si el cartílago es duradero”, indica Nguyen. Y no solo en jóvenes, sino también en mayores, para ver su efecto en personas con artritis.