Un grupo de investigadores andaluces está desarrollando una retina artificial bioempresa en 3D utilizando células humanas pluripotentes inducidas (iPS). Estas células se diferenciarán a varios tipos celulares presentes en la retina y luego se bioimprimirán en múltiples capas, tratando de mantener la estructura de una retina humana. Así lo explica a Saludigital Francisco J. Díaz Corrales, investigador principal de la Fundación Progreso y Salud (perteneciente a la Consejería de Salud de Andalucía) y jefe del grupo de Degeneración de la Retina en Cabimer.
La bioimpresión 3D, apunta el experto, es una técnica creada hace poco que utiliza biotintas especiales que permiten la impresión de células vivas en estructuras tridimensionales imitando tejidos. Estos cultivos celulares en 3D, como los organoides, “están revolucionando el campo de la biomedicina al crear modelos celulares que se asemejan mucho más a los tejidos humanos”.
Aunque aún hay limitaciones, pues es difícil conseguir que estos tejidos artificiales estén vascularizados, la bioimpresión de tejidos artificiales “será una herramienta muy útil en biomedicina”, ya que no solo permitirá crear modelos experimentales (como tumores artificiales o alveolos pulmonares), sino que “en un futuro cercano, tendrá multiples aplicaciones terapéuticas, como la bioimpresión de piel, corneas o válvulas cardíacas”.
"Las retinas artificiales se utilizarán como modelos in vitro de enfermedades degenerativas de la retina, lo que puede ser útil para identificar nuevas dianas terapéuticas e incluso disminuir la necesidad de utilizar animales en experimentación"
El primer paso para diseñar las células pluripotentes inducidas que serán la base de las retinas artificiales, es la extracción de una muestra de sangre, piel u otro tejido o fluido corporal que tenga células somáticas maduras. Estas células son manipuladas en el laboratorio para convertirse en células madres artificiales, las cuales comparten muchas características con las células madre embrionarias. Entre estas características, destaca la expresión de marcadores de pluripotencia, que permite que las células tengan capacidad de diferenciarse a otro tipo de célula compleja y madura (como las neuronas, células musculares, fotorreceptores…).
“En un principio, las retinas artificiales se utilizarán como modelos in vitro de enfermedades degenerativas de la retina, lo que puede ser útil para identificar nuevas dianas terapéuticas, ensayar medicamentos e incluso disminuir la necesidad de utilizar animales en experimentación”, explica el investigador. De conseguir su primer objetivo, el siguiente paso sería “tratar de mejorar nuestra retina artificial y adaptarla para que pueda ser utilizada en un futuro como bioparche macular para el tratamiento de patologías que principalmente afecten a la región macular de la retina a través de terapia celular de remplazo”.
En esta línea, Díaz Corrales insiste en que las retinas artificiales que habían comenzado a bioimprimir no tienen ninguna aplicación clínica. Con todo, estos prototipos bioimpresos en 3D “son los primeros pasos que estamos dando en un largo camino hasta alcanzar la bioimpresión de una estructura tan compleja como la retina humana”. Para seguir avanzando, la investigación y los recursos son la piedra angular del proceso: “Por ello es que necesitamos un gran equipo multidisciplinar que permita integrar diferentes área del conocimiento para lograr nuestro objetivo”, apunta Díaz Corrales.
AVANCES EN LA ENFERMEDAD DE STARGARDT
Este proyecto, liderado por los científicos Álvaro Plaza Reyes y Berta de la Cerda-Haynes, servirá como modelo preclínico y toxicológico sobre el que desarrollar estudios de fármacos y terapias dirigidas. Además y en palabras de Plaza Reyes, “permitirá conocer más a fondo fenómenos complejos como el rechazo inmunitario del trasplante”.
En definitiva, se alza como un modelo artificial con “enorme potencial” que supone “un verdadero avance científico en el desarrollo de modelos de órganos que permitirán tratar mejor las enfermedades que le afectan”, matiza el investigador.
La enfermedad de Stargardt es una de ellas. Tal y como explica Díaz Corrales, se trata de una forma común de distrofia macular hereditaria que produce alteraciones graves de la visión central. Se estima que su prevalencia es de 1 caso por cada 8.000-10.000 habitantes y, a día de hoy, aún no hay tratamiento.
Sin embargo, este proyecto se constituye como “un gran logro” que permitirá seguir avanzando “hasta lograr bioimprimir retinas complejas que esperamos pudieran tener una aplicación clínica en el futuro”.
Y es que “las nuevas tecnologías biomédicas, como la bioimpresión 3D, sin duda alguna facilitarán el recorrido de este camino, el cual al final esperamos nos logre llevar a mejorar la calidad de vida de tantos pacientes, quienes mantienen la esperanza en encontrar soluciones efectivas a sus problemas de salud”, concluye Díaz Corrales.