El SARS-CoV-2 ha enfrentado a la humanidad a la peor crisis sanitaria en, al menos, los últimos 100 años. Durante los meses más críticos de la pandemia, aquellos en los confinamientos y las férreas restricciones de movilidad eran la tónica en gran parte del mundo, los sistemas sanitarios se situaron al borde de un peligroso precipicio que obligó a que la práctica totalidad de los recursos humanos, materiales y económicos se destinasen a la Covid-19. Un escenario en el que las nuevas tecnologías y la telemedicina se posicionaron como una de las principales herramientas a través de las que poder dar continuidad, en la medida de lo posible, a los servicios asistenciales.
La telemedicina ya se utilizaba con anterioridad en campos como la salud mental, pero en estos dos años de pandemia ha experimentado importantes avances en múltiples áreas médicas. A pesar de esto, el camino por recorrer en términos de infraestructura, confianza de los pacientes, recursos, calidad o acceso continúa siendo largo. En este tiempo hemos sido testigos de distintos estudios y encuestas sobre cómo los pacientes perciben el uso de la telemedicina, pero ¿cuál es la opinión de los profesionales sanitarios?
La respuesta la encontramos en un reciente estudio cuyos resultados han sido publicados por JAMA Network. Una encuesta que ha contado con la participación de 866 médicos especialistas en salud mental, Atención Primaria y Atención Especializada, estableciendo el punto de partida en la premisa de que las actitudes de los profesionales de la salud hacia la telemedicina pueden influir en las tasas de utilización.
El estudio toma como referencia una encuesta realizada en los primeros momentos de la pandemia dentro de la Administración de Salud de Veteranos (VHA, por sus siglas en inglés). Un trabajo que puso de manifiesto una variabilidad significativa a nivel de especialidad en las percepciones de los médicos, con los profesionales de Atención Primaria y Especializada reportando una mayor comodidad en el uso de la telemedicina a través del teléfono, mientras que los de salud mental se decantaban por la videoconferencia.
Además de la imposibilidad de realizar un examen físico, se suman los problemas que pueden encontrar los pacientes a la hora de utilizar su dispositivo o una plataforma de telemedicina, falta de soporte técnico, capacitación de los pacientes o conectividad a internet inadecuada
Retomando la investigación que nos ocupa, la muestra final estuvo compuesta por 814 médicos: 403 de salud mental (49,5%), 153 de Atención Primaria (18,8%) y 258 de Atención Especializada (31,7%). En los tres primeros meses anteriores a la finalización de la encuesta, 701 médicos (86,1%) habían realizado una consulta telefónica y 720 médicos (88,5%) habían atendido a algún paciente a través de videoconferencia. Los médicos de salud mental tenían significativamente más probabilidades de realizar consultas a través de videoconferencia: 386 profesionales, frente a los 137 médicos de Atención primaria y los 197 de especializada.
Los participantes en la encuesta fueron más propensos a calificar la atención por vídeo y por teléfono como equivalente de una mayor calidad, frente a la atención en persona con mascarilla cuando se trata de nuevos pacientes. Las calificaciones de la calidad de la atención por vídeo para nuevos pacientes variaron notablemente entre las especialidades, siendo más elevadas para los profesionales de salud mental y más bajas para los de especializada.
La percepción de la calidad asistencial a través de vídeo entre pacientes nuevos y ya establecidos fue menor en salud mental, intermedia en primaria y mayor para la especializada. En comparación con estas calificaciones de vídeo, las relativas a la atención telefónica frente a la atención en persona para pacientes nuevos y ya establecidos fueron más bajas y reportaron una menor variación entre las especialidades.
Entre las principales barreras que los profesionales encuestados indican sobre la atención telefónica destaca la imposibilidad de realizar un examen físico adecuado
Menos de un tercio de los encuestados (207 médicos; 32%) calificaron el teléfono con una calidad equivalente o superior a la del vídeo en la atención a nuevos pacientes. El respaldo aumentó significativamente si se trataba de pacientes recurrentes con los médicos de primaria y especializada significativamente más propensos que los de salud mental a la hora de calificar la atención telefónica como equivalente o de mayor calidad que la atención por vídeo para nuevos pacientes.
Entre las principales barreras que los profesionales encuestados indican sobre la atención telefónica destaca la imposibilidad de realizar un examen físico adecuado, mientras que en el caso del vídeo, además de la imposibilidad de realizar un examen físico, se suman los problemas que pueden encontrar los pacientes a la hora de utilizar su dispositivo o una plataforma de telemedicina, falta de soporte técnico, capacitación de los pacientes o conectividad a internet inadecuada.
“Estos hallazgos sugieren que las actitudes de los médicos respecto a la calidad y la facilidad de uso de la telemedicina se asociaron con las tasas de utilización. En el futuro, el uso de la telemedicina por parte de los médicos puede verse afectado por datos adicionales sobre la efectividad relativa de las modalidades, así como por las mejores en los flujos de trabajo de telesalud a través del vídeo”, concluyen los autores del estudio.