Indetectable no es sinónimo de intransmisible. Mucha gente sugiere que el hecho de que personas con VIH tengan una carga vital tan escasa que resulte imposible de detectar, significa que no pueden transmitir el virus, pero esto todavía no se había comprobado en algunos supuestos concretos como el de la leche materna, donde el riesgo de transmisión -aun siendo muy pequeño- sigue estando. Por eso, un reciente estudio de la Universidad de Buenos Aires ha evaluado las reservas de VIH en dos mujeres que viven con el virus y que han estado recibiendo tratamiento a largo plazo con resultados positivos.
Y es que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2023 había un total de 1,2 millones de mujeres embarazadas con VIH en todo el planeta, de las cuales alrededor de un 84% había recibido en algún momento medicamentos antirretrovirales para prevenir la transmisión de madre a hijo. Además, las directrices de los países occidentales siempre han ido encaminadas a evitar cualquier riesgo, incluso los mínimos, desaconsejando así la lactancia materna a las mujeres con VIH. Entonces, ¿existe un riesgo real para el bebé?
Esta es la misma pregunta que se hizo Natalia Laufer, quien utilizó para su estudio a dos mujeres -una con tratamiento y otra sin él- que, como se comentaba al comienzo del artículo, tenían unos niveles del virus indetectables en sangre. No obstante, recuerda la doctora en unas declaraciones recogidas por SINC, dada la enorme cantidad de células presentes en la leche materna, es fundamental conocer sus características y potencial.
RIESGO BAJO, PERO NUNCA CERO
Los resultados de su investigación han sido alentadores: tanto Esperanza, la mujer que mantiene unas cargas virales reducidas aun sin utilizar antirretrovirales -si bien lleva nueve años de control viral espontáneo-, como la otra paciente estudiada -que lleva más de cinco años en tratamiento y con cargas virales directamente indetectables-, así como una tercera de control, presentaron un riesgo “extremadamente bajo” durante sus siete primeras semanas de lactancia, ya que no encontraron ningún resto de VIH ARN que pudiera causar infección. Sí de VIH ADN, pero nuevamente en niveles muy bajos (entre 0,08 y 0,74 copias de ADN del VIH por cada millón de células)
El VIH ARN, explica Laufer, es el material genético del virus que está presente en el organismo y pude contribuir a la infección, mientras que el VIH ADN es la copia del virus que puede aparecer en las células, pero no necesariamente de manera activa. “Aunque el caso de Esperanza no es extrapolable al de otras personas, ofrece pistas valiosas sobre lo que ocurre en la leche materna dentro de un control viral extremo”, indica sobre una paciente de la que analizaron 14 millones de células (de la segunda, once millones).
“Esto solo es el comienzo, necesitamos más evidencia para ayudar a las mujeres a tomar decisiones informadas sobre su salud y la de sus bebés”
A pesar de los buenos resultados de su estudio, matiza la experta de la Universidad de Buenos Aires, en el contexto de la lactancia es importante tener en cuenta que el virus asociado a sus células podría convertirse en una fuente potencial de infección si se reactiva. Por ello, subraya, aunque su información -publicada en la revista Annals of Internal Medicine- pueda servir para “ajustar” las guías de lactancia para mujeres que viven con el virus, es importante seguir investigando sobre la lactancia y el VIH para abordar las preocupaciones de las mujeres infectadas que quieren tener hijos.
“Esto solo es el comienzo, necesitamos más evidencia para ayudar a las mujeres a tomar decisiones informadas sobre su salud y la de sus bebés”, apunta Laufer. De esta manera, insiste, según vayan evolucionando las pautas de lactancia para mujeres con VIH, los resultados de este tipo de estudios pueden proporcionar un marco para evaluar los riesgos y beneficios de la lactancia en diferentes contextos. En esta misma línea, directrices recientes, como las de Suiza y Estados Unidos, han comenzado a considerar la importancia de tomar decisiones informadas y compartidas entre pacientes y médicos.