El Proyecto BioICEP ha conseguido utilizar un proceso innovador en cascada mediante la aplicación y combinación de métodos químicos y biológicos para transformar residuos plásticos de origen fósil en sustitutos naturales y biodegradables para su uso en el packaging y el sector farmacéutico.
En este proyecto ha participado el Instituto Tecnológico del Plástico, AIMPLAS. La solución que plantea el proyecto BioICEP está centrada en el uso de tres tecnologías, que acentúan, aceleran y aumentan la degradación de los plásticos a niveles muy superiores a los que se pueden alcanzar en la actualidad. Se trata de un sistema de despolimerización de triple acción que descompondrá los residuos plásticos mediante tres procesos consecutivos.
El investigador principal del proyecto, Pablo Ferrero, en declaraciones a SaluDigital, explica el proceso: “Primero se someten los materiales a un retratamiento.Los polímeros, que son plásticos no biodegradables como el polietileno y que no tiene grupos funcionales que sean atacables a nivel enzimático o a nivel microbiológico, han de pasar por un proceso de oxidación para añadirles esos grupos funcionales, de esta manera pueden ser reconocidos por las encimas y ser degradados”.
“Con estos pretratamientos conseguimos modificar esas propiedades que dificultan la biodegradabilidad de estos plásticos”, apunta el investigador
“Para conseguir una mayor sostenibilidad, realizamos una pirolisis asistida por microondas, que es un proceso más eficiente a nivel energético. Mediante este conseguimos reducir el peso molecular más de un 90%. Así conseguimos que ese polietileno pase de ser un material no biodegradable a obtener un material biodegradable que proviene del mismo polietileno”, explica Ferrero.
Mediante esta nueva tecnología se han alcanzado resultados prometedores, convirtiendo residuos plásticos no biodegradables, como residuos de polietileno de baja densidad, en materiales fácilmente biodegradables, en menos de 28 días han alcanzado una degradación total.
“Este proyecto contribuye a la economía circular, reduciendo el impacto ambiental y siendo viable a nivel económico”, indica el investigador
Además a través de estos procesos pueden conseguir bioplásticos que pueden ser usados en el sector del packaging y en el farmacéutico: “En el caso del PET lo transformamos primero a monómeros y oligómeros que se utilizan para producir plásticos biodegradables, como por ejemplo PHB. Al final, conseguimos convertir el PET de una botella en PHB, que podría utilizarse en sectores como el farmacéutico”, indica Ferrero.
El investigador principal de este proyecto indica que “con este proyecto buscamos impactar positivamente en el entorno urbano y rural incorporando procesos y materiales más eficientes, sostenibles y competitivos en la transformación de residuos desaprovechados para producir bioplásticos que se descomponen de manera natural en poco tiempo. De esta manera, contribuimos a la economía circular y reducimos el impacto ambiental del proceso. Todo ello es también viable a nivel económico”.