El lupus eritematoso sistémico cutáneo (LESc) es una enfermedad rara y compleja que afecta a múltiples sistemas del cuerpo, y está asociada con una alta morbilidad. A pesar de su gravedad, existen pocas directrices basadas en evidencia que guíen el tratamiento de esta condición. Debido a la falta de estas pautas, los médicos a menudo deben basar sus decisiones terapéuticas en la experiencia clínica personal en lugar de en protocolos estandarizados.
Los criterios de clasificación EULAR/ACR-2019, que son un conjunto de directrices actualizadas, han mostrado ser sensibles al diagnóstico de esta patología. Esto es particularmente relevante porque permite una detección más temprana de la enfermedad, incluso en casos donde solo un órgano o un órgano principal está comprometido.
Dado que el LESc puede involucrar múltiples órganos y sistemas, es fundamental identificar predictores específicos que ayuden a prevenir daños duraderos en los pacientes. Establecer estos predictores es esencial para mejorar la gestión de la enfermedad y proporcionar un tratamiento más preventivo, lo que podría minimizar el impacto de la enfermedad en la calidad de vida de los pacientes.
El estudio innovador tenía como objetivo determinar cómo las variables clínicas, demográficas y de tratamiento se correlacionan con la acumulación de daño en el LESc. Maria Hanif, autora de la investigación, espera clasificar a los pacientes según los niveles promedio de actividad de la enfermedad a lo largo de la evolución de la enfermedad los ayudaría a identificar predictores independientes de daño, incluso en niños con baja actividad de la enfermedad.
Para lograr este ambicioso objetivo se recopilaron datos de 430 niños
Para lograr este ambicioso objetivo se recopilaron datos de 430 niños que participaron en el estudio de cohorte JSLE del Reino Unido. En este punto, se analizaron en toda la cohorte, así como en dos subgrupos en función de la actividad de la enfermedad: actividad baja y actividad moderada a alta.
Durante el período de seguimiento medio, que ha sido de 46 meses, el 23% de los niños sufrieron daño orgánico. Dentro de toda la cohorte, los análisis multivariables mostraron tres factores estaban asociados con la acumulación de daño. Por un lado la exposición a metilprednisolona, la puntuación media ajustada en la Evaluación global del médico (PGA) y la puntuación media ajustada en el índice de actividad de la enfermedad (AMS).
Estos hallazgos sugieren que tanto el tratamiento con metilprednisolona como los indicadores de actividad de la enfermedad juegan un papel significativo en el desarrollo de daño a lo largo del tiempo. La exposición a esta medicación y los resultados de las evaluaciones clínicas proporcionan una visión importante para entender cómo se acumula el daño en los pacientes y ayudan a guiar estrategias para manejar y minimizar el impacto de la enfermedad en la salud del paciente.
Estos resultados subrayan la importancia de actualizar los protocolos de tratamiento
Al observar solo el subgrupo de actividad de la enfermedad de moderada a alta, el 28,1% experimentó daño, pero los mismos tres factores se identificaron en la cohorte general. En contraste, en el subgrupo de pacientes con baja actividad de la enfermedad, el 20,5% acumuló nuevos daños. En este grupo, la exposición a metilprednisolona y la puntuación ajustada en la PGA también se asociaron con la acumulación de daño, pero la puntuación en el AMS no mostró una asociación significativa.
Además, la investigación destaca el papel de la exposición a los corticosteroides como un factor de riesgo significativo y potencialmente modificable en el LESc, y sugiere que es necesario revisar los límites de dosis pediátricos. Asimismo, se encontró un vínculo directo entre la actividad de la enfermedad y el daño, ya que cada aumento de una unidad en el índice de actividad de la enfermedad del LES (SLEDAI) aumenta el riesgo de daño en un 13-15% en aquellos con actividad moderada a alta.
Esto no se vio en pacientes con un AMS de cuatro o menos, lo que sugiere que mantener una baja actividad de la enfermedad mediante estrategias de tratamiento orientadas a alcanzar este objetivo puede disminuir significativamente el riesgo de daño. Estos resultados subrayan la importancia de actualizar los protocolos de tratamiento para restringir el uso de corticosteroides, al tiempo que se controla de manera efectiva la actividad de la enfermedad.