Los nuevos fármacos prolongan hasta en diez meses la vida de los personas con alzhéimer

Un nuevo estudio encuentra una manera de comunicar los efectos de los nuevos medicamentos contra el alzhéimer a través de un lenguaje accesible y comprensible para los pacientes y sus familias

Paciente con alzhéimer (Foto: Freepik)
Paciente con alzhéimer (Foto: Freepik)
Manuel Gamarra
6 abril 2025 | 11:00 h

El alzhéimer sigue siendo una enfermedad para la que no existe cura. En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ha aprobado, en los últimos dos años, dos nuevas terapias de fármacos para tratar de combatirlo: lecanemab y donanemab, que eliminan con anticuerpos las proteínas amiloides que originan la placa del cerebro. Sin embargo, aunque estas terapias fueron recibidas con entusiasmo por parte de los investigadores, la respuesta de los pacientes fue más bien moderada, puesto que, según los médicos, les resultaba difícil comprender qué beneficios podían suponer realmente para sus vidas los resultados de los ensayos clínicos, presentados como una “disminución porcentual en la tasa de deterioro cognitivo”.

Los pacientes con alzhéimer y sus familias se enfrentan a la difícil cuestión de tener que elegir si someterse o no a un tratamiento que no mejorará su estado, y la mayoría de las veces ni tan siquiera impedirá que empeore. En el mejor de los casos, el tratamiento con lecanemab o donanemab podría frenar el inevitable deterioro cognitivo que caracteriza a la enfermedad. A esto hay que sumar que el tratamiento es caro, requiere infusiones quincenales o mensuales y conlleva riesgos, como hemorragias cerebrales o inflamaciones leves, que en algunos casos pueden llegar a ser graves. A pesar de todo esto, el hecho de que los beneficios sean limitados no significa que no puedan ser valiosos.

Por eso, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington han ideado una forma de comunicar los efectos de los nuevos medicamentos contra el alzhéimer a través de un lenguaje accesible y comprensible para los pacientes y sus familias. Utilizando datos sobre la historia natural de la enfermedad y la magnitud de los efectos de los medicamentos medidos en ensayos clínicos, los investigadores pudieron calcular cuántos meses de vida extra podría esperar obtener un paciente con Alzhéimer que se somete al tratamiento.

“Lo que las personas quieren saber es cuánto tiempo podrán vivir de forma independiente, no algo abstracto como el cambio porcentual en el deterioro”

Los beneficios, lógicamente, dependen del medicamento y de la gravedad de los síntomas que tiene el paciente en el momento de comenzar el tratamiento, pero el equipo de investigadores, que utilizó como ejemplo representativo un paciente típico que comienza el tratamiento con síntomas muy leves, mostró que podría esperar vivir de manera independiente diez meses más si se tratara con lecanemab, ocho si lo hace con donanemab. Su estudio proporciona así información crucial para ayudar tanto a pacientes como a cuidadores a sopesar los beneficios del tratamiento frente a los costos y riesgos que tiene.

“Lo que estábamos tratando de hacer era averiguar cómo darle a las personas información que fuera significativa para ellas y les ayudara a tomar decisiones sobre su atención médica”, señala Sarah Hartz, profesora de Psiquiatría en la Universidad de Washington y autora principal del estudio. “Lo que las personas quieren saber es cuánto tiempo podrán vivir de forma independiente, no algo abstracto como el cambio porcentual en el deterioro”, añade.

METODOLOGÍA DEL ESTUDIO

Una persona que padece alzhéimer vive dos puntos de inflexión clave en el proceso de la enfermedad, relacionados con la pérdida de independencia. El primero se produce cuando, precisamente, el paciente ya no puede vivir de forma independiente debido a una disminución de su capacidad para realizar tareas cotidianas, como preparar comidas, conducir, pagar facturas o recordar citas. El segundo llega cuando la persona requiere de ayuda externa para hacer prácticamente cualquier cosa: ducharse, vestirse, ir al cuarto de baño…

Para calcular los efectos del tratamiento, los investigadores observaron primero cuándo una persona podría perder cada uno de los dos tipos de independencia si no se sometían a él. En concreto, analizaron las experiencias de 282 pacientes que cumplían con los requisitos para el tratamiento con los dos nuevos medicamentos, pero que todavía no los habían tomado. También calcularon la rapidez con la que progresaban los síntomas sin tratamiento.

“El objetivo de este estudio no es defender ni oponerse a estos medicamentos, sino poner en contexto su impacto"

Fue así como obtuvieron los resultados: más allá de los citados anteriormente ocho/diez meses de vida extra gracias al tratamiento, una persona con síntomas muy leves podría esperar vivir de manera independiente otros 37 meses si toma donanemab y 39 si consume lecanemab, frente a los 29 si no se somete a ningún tipo de tratamiento. De igual manera, una persona con síntomas leves -que, a diferencia de los que tenían “muy leves”, ya no podían vivir de forma independiente al inicio del tratamiento, por lo que su interés radica en cuanto tiempo más van a poder cuidar de sí mismos- podría esperar manejar su autocuidado de manera independiente durante 19 meses con donanemab, 26 con lecanemab.

“El objetivo de este estudio no es defender ni oponerse a estos medicamentos, sino poner en contexto su impacto, de manera que pueda ayudar a las personas a tomar las decisiones que sean mejores tanto para ellas como para sus familiares”, destaca Sarah Hartz.

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