El HMB (β-hidroxi-β-metilbutirato) es un suplemento nutricional que se utiliza comúnmente para mejorar el crecimiento del músculo, para reparar el daño muscular después de un ejercicio intenso o en el que ha aumentado la frecuencia o para prevenir la pérdida muscular debido al envejecimiento o por una enfermedad. Ahora, además, un grupo de investigadores británicos le ha encontrado un nuevo uso: según un reciente estudio que han publicado, el HMB también podría mejorar la fuerza y la calidad de vidade los pacientes con cirrosis.
La cirrosis, también conocida como enfermedad hepática crónica, es culpable de más de 75.000 admisiones anuales en los hospitales británicos, y supone un gasto de 17.000 millones de libras al año para el National Health Service. Causada generalmente por el consumo nocivo de alcohol o por la enfermedad del hígado graso, los síntomas empeoran según avanza el tiempo, y los afectados se enfrentan, en los casos más graves, a la posibilidad de un trasplante de hígado. La cirrosis afecta actualmente a cerca de 60.000 personas solo en el Reino Unido.
Así, el citado nuevo estudio, llevado a cabo por expertos en enfermedades hepáticas, dietética e inmunología de la Universidad de Plymouth, la Universidad de Southampton y el Imperial College de Londres, trata de beneficiar a todas estas personas que padecen la enfermedad. Ahora, los investigadores explorarán si consumir este suplemento puede ofrecer una forma segura y efectiva de mejorar la función física y la calidad de vida de los pacientes con cirrosis.
"El HMB ya había demostrado en estudios clínicos anteriores ser prometedor sin que se sugiera que tendrá efectos secundarios adversos"
“La cirrosis es una enfermedad que puede tener un impacto significativo en el bienestar físico y mental de una persona. Pero, si bien hay tratamientos en desarrollo, en este momento no hay nada que podamos recetar que aborde directamente la enfermedad”, señala el doctor Ashwin Dhanda, profesor asociado de hepatología en la Universidad de Plymouth e investigador principal del proyecto. El HMB, recuerda, ya había demostrado en estudios clínicos anteriores ser “prometedor” y tener “potencial” para llenar este vacío, “sin que se sugiera que tendrá efectos secundarios adversos”. “Esperamos que este ensayo nos permita probarlo completamente y establecer si el HMB puede realmente brindar beneficios reales a las personas con cirrosis y a quienes las rodean”, insiste el experto.
Dicho proyecto, que también involucra a médicos y a pacientes del University Hospitals Plymouth NHS Trust, estará en funcionamiento hasta el año 2027, y cuenta con una financiación de 500.000 libras. Para su diseño, los investigadores mantuvieron reuniones con pacientes diagnosticados con cirrosis, para discutir la mejor manera de llevar a cabo los ensayos y entender los “beneficios particulares” que esperaban obtener al participar.
De esta manera, el estudio buscará encontrar a 124 pacientes con cirrosis procedentes de ocho clínicas ambulatorias de hospitales británicos, incluidas algunas ubicadas en áreas desfavorecidas, donde los casos de cirrosis son mayores. Los pacientes serán asignados aleatoriamente para tomar HMB o un placebo dos veces al día durante doce semanas, y luego tendrán controles de seguimiento durante otras doce semanas.
MEDIR EL BIENESTAR
Para analizar los resultados, los investigadores medirán, al inicio y durante el ensayo, el índice de fragilidad hepática, así como una combinación de pruebas de fuerza y de funciones. También realizarán otra serie de pruebas para examinar cualquier tipo de cambio en la enfermedad hepática, la calidad de vida y el bienestar mental de los pacientes con cirrosis avanzada.
“Vivir con cirrosis avanzada es muy debilitante. Te hace sentir que no tienes energía ni fuerza, y no hay tratamientos disponibles para ayudar a controlar los síntomas. Hay que cuidarse, y nuestro ensayo está probando algo simple y seguro que puede mejorar la calidad de vida de las personas con cirrosis avanzada”, destaca Lesley Manning, miembro del proyecto y paciente trasplantada de hígado en su momento, quien trabajará con otras personas que han sufrido cirrosis para asegurarse de que la perspectiva del paciente se incluye en todos los aspectos del ensayo. En nuestro país, la cirrosis se lleva por delante la vida de aproximadamente 4.500 personas cada año.