El desarrollo de una vacuna efectiva contra el nuevo coronavirus surgido en la ciudad china de Wuhan (Hubei) se acelera cada día como consecuencia del incremento del número de muertos y contagiados.
En esta frenética carrera, un grupo de investigadores de la Universidad de Texas y los Institutos Nacionales de Salud han conseguido dar un gran paso: han logrado crear un mapa 3D a escala atómica de la parte del virus que se une e infecta a las células humanas. Los resultados han sido publicados en Science.
De acuerdo a lo recogido en el artículo la zona que ha conseguido mapearse ha sido denominada como “proteína espiga” y se presenta como un paso fundamental a la hora de poder desarrollar tanto vacunas como medicamentos antivirales con los que hacer frente al COVID-19.
De hecho, el grupo de investigadores se encuentra trabajando en estos momentos con un candidato a posible vacuna viable en base a los resultados de esta investigación. Cabe señalar que este grupo tiene una amplia experiencia en el trabajo de los coronavirus. Desde hace años trabajan desarrollando métodos a través de los que bloquear proteínas claves de virus como el SARS o el MERS.
El grupo de investigadores se encuentra trabajando en estos momentos con un candidato a posible vacuna viable en base a los resultados de esta investigación
“Tan pronto como supimos que se trataba de un coronavirus, sentimos que teníamos que empezar a trabajar”, explica Jason McLellan, profesor asociado de UT Austin. “Teníamos el suficiente conocimiento para obtener esta estructura. Sabíamos exactamente qué mutaciones eran necesarias, porque ya lo habíamos demostrado en otros coronavirus”.
Lo cierto es que han conseguido llegar a este punto en un tiempo récord. Dos semanas después de recibir la secuencia genómica del COVID-19 llevada a cabo por investigadores chinos, en este tiempo el equipo ha logrado diseñar y producir muestras de esta proteína de forma estabilizada.
Tan solo 12 días después habían sido capaces de construir el mapa a escala atómica en 3D. Un recorrido que ha sido posible gracias al uso de tecnología puntera como la microscopia electrónica criogénica (cryo-EM).
Cabe señalar que la molécula producida por el quipo solo representa la parte extracelular de la denominada como “proteína espiga”. Pero es suficiente para trabajar y poder provocar una respuesta inmune en las personas por lo que podría ser utilizado como futurible vacuna.