La prevalencia del insomnio, al igual que el uso de fármacos sedantes para tratar de combatirlo, aumenta con la edad, y en los últimos años cada vez más. Tanto, que la tasa de personas que los utilizan ya supera el uno de cada cinco adultos mayores en algunas regiones de Estados Unidos y Canadá, con todos los efectos adversos que eso conlleva para la salud.
Por ejemplo, las benzodiazepinas (lorazepam, temazepan…) o los conocidos como ‘fármacos Z’ (zopiclona, zolpidem), están asociados a graves problemas de salud y a riesgos como el deterioro cognitivo, las caídas, la neumonía o incluso los accidentes automovilísticos, así como al aumento de la mortalidad y, claro está, de la utilización de recursos sanitarios en todo el mundo. Por eso, un estudio ha tratado de comprobar si las intervenciones directas con el paciente podrían reducir el uso de sedantes y mejorar el sueño de este grupo de población.
Se llama Your Answers When Needing Sleep in New Brunswick (YAWNS NB), tuvo lugar entre noviembre de 2020 y junio de 2022 y ha publicado sus resultados en la prestigiosa revista JAMA Psychiatri. Y, efectivamente, afirman sus autores, ha demostrado que este enfoque sencillo y que se puede llevar a cabo de manera escalonada transforma la manera en la que se atiende el insomnio a gran escala, sustituyendo los fármacos sedantes por la atención directa.
Uno de cada cinco adultos mayores de Estados Unidos y Canadá utiliza sedantes para tratar el insomnio
El nombre del estudio tiene su origen en la procedencia de sus participantes: todos vivían “independientemente” en distintas localidades de Nuevo Brunswick, una provincia al este de Canadá, tenían 65 o más años y un largo historial de consumo de receptores de benzodiacepinas (BZRA, por sus siglas en inglés) y de insomnio actual o pasado. Y, aunque 1295 personas manifestaron su interés, fueron finalmente 565 las que completaron una evaluación inicial.
Los participantes tenían una edad media de 72,1 años, el 64,1% eran mujeres y llevaban consumiendo receptores de benzodiacepinas durante una media de 11,4 años. Así, fueron asignados aleatoriamente a uno de los tres grupos en los que fue dividido el estudio: uno de tratamiento habitual con fármacos y dos de intervenciones de cambio de comportamiento.
METODOLOGÍA Y RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN
La primera intervención, el paquete ‘Sleepwell’ (YAWNS-1), consistió en una carta de presentación y dos folletos enviados por correo: ‘Cómo dejar de tomar pastillas para dormir’ y ‘Cómo recuperar el sueño’. La segunda, YAWNS-2, contenía versiones actualizadas de dos folletos del estudio Eliminating Medications Through Patient Ownership of End Results (EMPOWER): ‘Podrías estar en riesgo’ y ‘Cómo dormir bien por la noche sin medicación’.
Lo primero que se valoró fue el resultado de tomar receptores de benzodiacepinas durante seis meses; mientras que, en segundo término, se reflejaron las consecuencias del uso de terapias cognitivo-conductuales para el insomnio (CBTI), la calidad del sueño, el insomnio severo, la somnolencia diurna, la seguridad, la ansiedad y, en general, la calidad de vida.
“Las intervenciones directas al paciente representan un enfoque eficaz y potencialmente más sostenible y equitativo para reducir el uso de receptores de benzodiacepinas"
El estudio YAWNS NB arrojó una reducción del 25% en el suministro de dosis de fármacos sedantes, y que fue mayor con YAWNS-1 que con YAWNS-2, “posiblemente debido a una mayor aceptación de la terapia cognitivo conductual”. Además, esta interrupción en el uso de receptores de benzodiacepinas no se asoció con una disminución del sueño u otras medidas de salud, y las experiencias de abstinencia fueron en su mayoría “inexistentes o leves”.
“Las intervenciones directas al paciente, como lo demuestra YAWNS-1, representan un enfoque eficaz y potencialmente más sostenible y equitativo para reducir el uso de receptores de benzodiacepinas y facilitar la aceptación de la terapia cognitivo conductual para el tratamiento del insomnio.”, indican los autores del estudio en sus resultados. “El impacto de YAWNS-1 como parte de una iniciativa de promoción de la salud del sueño basada en la población merece una mayor investigación”, concluyen.