Ecografías oculares permiten identificar fallos en las derivaciones ventriculares de los niños

Un reciente estudio de un hospital pediátrico de Canadá demuestra que las ecografías oculares son una forma "rápida y segura" de detectar fallos en las derivaciones ventriculares de los niños

Resultados de una ecografía ocular para detectar fallos en las derivaciones ventriculares de los niños (FOTO: Estudio Oftalmológico)
Resultados de una ecografía ocular para detectar fallos en las derivaciones ventriculares de los niños (FOTO: Estudio Oftalmológico)
18 mayo 2024 | 11:00 h

La derivación ventricular, una cirugía que introduce un fino tubo de plástico en el cerebro para tratar el exceso de líquido cefalorraquídeo, se rompe, desplaza o bloquea a los dos años de su colocación en el 30% de los casos. Además, según los expertos, otro 5% falla cada año desde su implementación, un grave problema que puede llegar a ser mortal. Por eso, investigadores canadienses han demostrado que una forma “rápida y segura” de medir la hinchazón del nervio óptico -producida por esa acumulación de líquido en las cavidades del cerebro -a través de ecografías oculares.

Son, en concreto, investigadores del Hospital for Sick Children, en Toronto, cuyo servicio de Urgencias recibe cada año a niños con estos fallos en su derivación ventricular. Allí llegan con síntomas inespecíficos, como dolor de cabeza, vómitos o fatiga, y han de someterse a múltiples tomografías computarizadas y resonancias magnéticas que les expone a demasiada radiación y sedación. Gracias a las ecografías oculares, no obstante, los investigadores confían en que se podrían detectar más casos y reducir a la exposición a estos procedimientos.

"El equipo de investigación está interesado en encontrar formas de reducir la exposición a la radiación y agilizar el diagnóstico"

Y es que la hinchazón de la vaina del nervio óptico es una herramienta que se utiliza para detectar también otros problemas intracraneales, además del citado desplazamiento de la derivación ventricular que a veces se produce después de una cirugía que busca facilitar el drenaje del líquido cefalorraquídeo sobrante y así aliviar la presión en el cerebro. Es lo que se conoce como hidrocefalia, una afección en la que el líquido cefalorraquídeo no drena o se reabsorbe adecuadamente por hemorragias cerebrales, tumores u otras causas.

"El equipo de investigación está interesado en encontrar formas de reducir la exposición a la radiación y agilizar el diagnóstico del fallo de la derivación en el servicio de Urgencias", afirma la doctora Adrienne L. Davis, directora de investigación de Medicina de Urgencias Pediátricas en el Hospital for Sick Children (SickKids) y principal autora del estudio. Este descubrió que comparar el diámetro del nervio óptico cuando un paciente presenta síntomas con el diámetro cuando se encuentra bien podría ayudar a determinar si una derivación está o no bloqueada.

Para ello, los profesionales de Urgencias y Neurología analizaron 76 pares de ecografías oculares de casi 60 niños asintomáticos que asistían a una clínica de Neurocirugía para recibir atención rutinaria y que eran sospechosos de sufrir un fallo en la derivación. Los 58 niños explorados tenían una edad media de 7,6 años, y el 65% eran varones. "El estudio utiliza a los pacientes como sus propios controles midiendo el nervio óptico cuando están bien y cuando están enfermos”, explica L. Davis.

“Es una estrategia que individualiza la prueba para cada paciente"

“Es una estrategia que individualiza la prueba para cada paciente y reconoce que cada paciente con una derivación tiene un grado único de dependencia de la derivación y de capacidad para tolerar altas presiones cerebrales”, añade el autor del estudio, que indica que descartaron a pacientes con patología ocular mórbida y que realizaron una segunda ecografía ocular si acudían con más de un síntoma de fallo en la derivación.

Finalmente, los resultados reflejan que el 53% fueron diagnosticados de hidrocefalia congénita, y el 21% de un tumor, probando de esta manera la eficacia de las ecografías oculares. Además, el 53% tuvieron que ser ingresados en el hospital, mientras que un 21% pasaron directamente por el quirófano. Y, aunque los investigadores remarcan que los hallazgos son “prometedores”, matizan que los resultados requieren de una mayor confirmación a través de un grupo de población más amplio de niños con derivaciones en todo Norteamérica.

¿EN QUÉ CONSISTE LA CIRUGÍA?

En la derivación ventricular, un cirujano coloca un extremo del tubo de plástico en una cavidad del cerebro que está llena de líquido (el ventrículo), y el otro en el pecho o abdomen del paciente. De esta manera, la derivación reduce la presión drenando el líquido cefalorraquídeo fuera de los ventrículos e introduciéndolo dentro del pecho o abdomen, donde el cuerpo lo reabsorbe.

Con el paso del tiempo, como se mencionaba al comienzo del artículo, la derivación puede moverse o desgastarse a medida que el niño crece, así como obstruirse o romperse o, en el peor de los casos, infectarse. Otros síntomas son hinchazón o enrojecimiento en la piel por donde pasa la vía de la derivación, fiebre, dolor de cabeza, problemas de vista o cambios en el comportamiento a nivel general

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