Los sistemas actuales de neuroestimulación, como los que se utilizan para el control del dolor crónico, la incontinencia urinaria y la depresión, usan la electricidad para activar los nervios. Si bien es cierto que resulta muy eficaz en un gran número de pacientes, la estimulación eléctrica puede provocar, en algunos casos, inflamación, producir dolores no deseados y dañar tejidos frágiles.
En este contexto, la optogenética es un enfoque que ofrece una opción alternativa a toda esta serie de procesos, potencialmente más segura, que se basa en la luz y las proteínas sensibles al haz de la misma para activar las células neuronales individuales.
El dispositivo utiliza conexión inalámbrica Bluetooth para transmitir sus análisis a un ordenador externo, donde se puede identificar cuándo es necesario estimular la vejiga
Para ayudar a que sea una realidad práctica, un equipo de investigadores estadounidenses de la Universidad de Washington en San Luis, la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign y la Universidad del Noroeste han trabajado juntos para diseñar un implante inalámbrico que detecta los movimientos de una vejiga hiperactiva y proporciona luz para controlar la situación.
La estimulación eléctrica de los nervios sacros para la vejiga hiperactiva ha existido durante décadas pero, en lugar de disponer de electrodos, el nuevo dispositivo cuenta con LED y permite iluminar los nervios. Así, se administran proteínas opsinas, sensibles a la luz, en las células nerviosas de la vejiga.
El implante tiene forma de cinturón, se sitúa alrededor de la vejiga y se siente en este órgano muscular a medida que se expande y se contrae. Atendiendo a detalles concretos, el dispositivo utiliza conexión inalámbrica Bluetooth para transmitir sus análisis a un ordenador externo, donde se puede identificar cuándo es necesario estimular la vejiga e indicarle al implante que encienda sus LED.
A pesar de que esta tecnología ya ha demostrado su efectividad en modelos animales (ratones), la investigación requerirá años de ensayos preclínicos y clínicos antes de su uso en humanos. Sin embargo, contar con un modelo funcional de prueba de concepto de todo el sistema terapéutico contribuirá, en gran medida, a ayudar a que sea una realidad.