La innovación en el desarrollo de medicamentos ha sido clave para avanzar en la atención sanitaria y mejorar la calidad de vida de millones de pacientes en todo el mundo. No obstante, este crecimiento ha generado un impacto ambiental considerable, como consecuencia de la fabricación de fármacos, distribución y uso. En respuesta a esta realidad, las empresas farmacéuticas se enfrentan al reto de equilibrar el progreso científico con la necesidad urgente de implementar prácticas más sostenibles.
En este sentido, el concepto de “química verde” ha ganado protagonismo en las últimas décadas, buscando la optimización de procesos para minimizar los desechos y reducir el consumo de energía y recursos.
Los principios activos farmacéuticos (PAFs) constituyen la parte central de cualquier medicamento. Sin embargo, según un reciente informe, la producción de estos compuestos químicos implica procesos complejos que conllevan un alto impacto ambiental. Esto se debe principalmente al uso intensivo de recursos, la generación de residuos y el consumo energético que se deriva de las múltiples etapas que componen la síntesis química de los PAFs.
Con un enfoque holístico, las empresas identifican las áreas de mayor impacto ambiental
Una de las herramientas más útiles para abordar los impactos ambientales en la producción de PAFs es la evaluación del ciclo de vida. A través de este enfoque holístico, las empresas identifican las áreas de mayor impacto ambiental a lo largo de toda la cadena de valor de un medicamento, desde la extracción de materias primas hasta su uso final por parte del paciente.
Según la investigación del ciclo de vida, ha revelado que una de las etapas más críticas en términos de huella de carbono es la producción de los PAFs, en especial debido al uso de solventes y productos derivados del petróleo, que son incinerados tras su uso. Aquí surge una oportunidad significativa: el reciclaje de solventes.
En este sentido, uno de los cambios más prometedores para la industria farmacéutica es el enfoque de economía circular de los materiales. En lugar de ver como desechos los solventes usados y otros productos residuales, es necesario comenzar a tratarlos como recursos valiosos que pueden ser reutilizados. Aunque algunos solventes reciclados pueden no cumplir con los estrictos estándares para su uso en la producción de medicamentos, todavía pueden ser aprovechados en otras industrias, lo que contribuye a reducir el desperdicio y maximizar el valor de los recursos empleados.
Para ello, la colaboración entre empresas, gobiernos y otras partes interesadas será fundamental para avanzar hacia unaeconomía circularen la industria farmacéutica. Este cambio de mentalidad es crucial reducir el impacto ambiental en el desarrollo de PAFs, y crear una industria más eficiente y resiliente ante las futuras regulaciones ambientales.
Se ha vuelto primordial evitar el uso de materiales peligrosos
En el contexto de la producción de principios activos, uno de los mayores retos es el uso de productos químicos peligrosos. Estos productos, necesarios para llevar a cabo las reacciones químicas que construyen los PAFs, suelen ser tóxicos, bioacumulativos, persistentes y móviles en el medio ambiente. En este sentido, se ha vuelto primordial evitar el uso de materiales peligrosos, pero cuando esto no es posible, las compañías deben enfocarse en reciclarlos en la medida de lo posible.
Otro aspecto crítico en la producción de PAFs es el uso de catalizadores metálicos, como el paladio, el rodio y el rutenio. Estos metales preciosos facilitan reacciones químicas que, de otro modo, serían inviables o ineficientes. Sin embargo, la extracción y purificación de estos metales tiene un alto costo ambiental, asociado a una huella de carbono considerable y un uso intensivo de agua. Por ello, es esencial que las empresas farmacéuticas minimicen la cantidad de metales preciosos utilizados y adopten prácticas de reciclaje y recuperación que permitan su reutilización.
La producción de anticuerpos monoclonales (mAbs), un tipo de medicamento biotecnológico que ha ganado popularidad en el tratamiento de diversas enfermedades, implica un proceso complejo que comienza con la fermentación de células huésped. Estas células, modificadas genéticamente, producen las proteínas deseadas, que luego deben ser extraídas, purificadas y formuladas en el producto final. Este proceso requiere de gran cantidad de energía, debido a que las instalaciones deben mantener parámetros precisos de temperatura, humedad y presión, lo que conlleva un alto consumo energético.
Además de la energía, la producción de mAbs necesita grandes volúmenes de agua de alta pureza, requiere de un proceso de purificación que consume una cantidad considerable de energía y recursos, produciendo volúmenes significativos de agua residual. Este recurso es esencial para garantizar la calidad y la seguridad de los medicamentos, pero su generación y uso representan un impacto ambiental significativo, especialmente en regiones donde el agua es escasa.
Es crucial que las compañías continúen invirtiendo en I+D de nuevas tecnologías que permitan una producción más limpia y eficiente
Una de las soluciones emergentes para abordar estos desafíos es la adopción de tecnologías de procesamiento continuo. Esta metodología no solo mejora la eficiencia energética al reducir el tamaño de los equipos, sino que también disminuye la demanda de agua, ya que requiere menos limpieza y permite una producción más optimizada.
Sin embargo, a pesar de los constantes esfuerzos de las farmacéuticas, para que un verdadero cambio sea posible en el sector será crucial que las compañías continúen invirtiendo en I+D de nuevas tecnologías que permitan una producción más limpia y eficiente, desde la síntesis de PAFs hasta la producción de medicamentos biotecnológicos.