La compañía de implantes cerebrales de Elon Musk, Neuralink, ha acercado posturas con uno de los centros de neurocirugía más grandes de EE. UU. como posible socio de ensayos clínicos. Una medida que llega en un momento clave para la compañía, tras haber recibido la noticia de que se encuentran bajo investigación por el movimiento potencialmente ilegal de patógenos peligrosos en uno de sus transportes utilizados en los monos. A pesar de esto, el objetivo principal de Neuralink sigue siendo el mismo, conseguir la aprobación de las autoridades para probar sus dispositivos en humanos.
La incursión en la medicina de Elon Musk, uno de los multimillonarios más controversiales del mundo, dinamitó el mercado de la neurotecnología. A través de una campaña en la que se mostraba un vídeo de un mono moviendo un cursor mediante su actividad neuronal, captó la atención de la población, además de anunciar que en los próximos seis meses ya estaría disponible el novedoso chip en humanos, sin embargo la realidad ha sido otra.
Viendo que solos no podían hacer frente al reto que supone la aprobación de su dispositivo, han decidido acudir a compañías con un mayor reconocimiento. Según recoge Reuters, Neuralink ha estado hablando con Barrow NeurologicalInstitute, una organización de investigación y tratamiento de enfermedades neurológicas con sede en Phoenix, para tratar de llevar a cabo los ensayos en humanos.
Barrow recibió la aprobación de la FDA en 1997 para ayudar a reducir los temblores de Parkinson, 26 años en los que han implantado su dispositivo en más de 175.000 pacientes
Entre las principales razones del acuerdo con Barrow se encuentra la capacidad de la compañía para estandarizar las cirugías de implantes cerebrales en las que el paciente puede permanecer dormido, un paso clave para que sea más aceptable para un amplio grupo de la población. Concretamente, Barrow ha estado implantando dispositivos de estimulación cerebral profunda, que recibieron la aprobación de la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) en 1997 para ayudar a reducir los temblores de Parkinson, 26 años en los que se han implantado en más de 175.000 pacientes. En el caso de Neuralink, es un dispositivo de interfaz cerebro-computadora (BCI), que utiliza electrodos que penetran en el cerebro o se asientan en su superficie para brindar comunicación directa al ordenador. Hasta el momento, ninguna empresa ha recibido la aprobación de EE. UU. para comercializar un implante BCI.
A día de hoy se desconocen muchas de las variables de las partes implicadas en este acuerdo, ya que Neuralink, además de la investigación del Departamento de Transporte, también se encuentra en el punto de mira del Inspector General del Departamento de Agricultura de EE. UU. por las posibles violaciones al bienestar animal.